La dignidad y los riesgos con un gobernador intolerante

Por Victoriano Martínez

Sin duda los señalamientos del gobernador Ricardo Gallardo Cardona en contra de la prensa por no haber destacado su denuncia sobre un presunto fraude en Interapas por encima del accidente fatal en la construcción de la Arena Potosí es un atentado contra el ejercicio periodístico motivado por su ego, pero también se trata de un desplante que exhibe una actitud mucho más grave.

El verdadero ejercicio periodístico jamás buscará complacer a quien ocupa el poder porque su papel es más el de un control independiente de éste y su primera lealtad debe estar con la población, con los consumidores de información, de tal manera que los periodistas deben mantener su independencia con respecto a aquellos de quienes informan.

Un deber de independencia que permite valorar con mayor claridad declaraciones y acontecimientos a la luz de lo que puede tener mayor trascendencia en la actividad pública para el interés general.

No es lo mismo que en medio de una confrontación, con toda la carga de una politiquería con miras a un proceso electoral en puerta, el mandatario estatal afirme la existencia de un fraude de su adversario sin mostrar una sola prueba, a que, en una obra faraónica, motivada por un capricho personal, y construida contra reloj, ocurra un accidente fatal que revela las condiciones de inseguridad en las que ahí se trabaja.

El reproche de Gallardo Cardona contra la prensa, el lenguaje utilizado y las referencia a su gusto por la sangre, por “arder y ver arder al mundo” tienen más elementos de distracción que el uso que él afirma que se le dio como “caja china” a la muerte de un trabajador en la construcción de su caprichosa Arena Potosí.

Escandaliza el tono de agresión y ataque al ejercicio periodístico, y es grave. Pero más grave resulta el menosprecio que tiene por la vida de los trabajadores y la forma en que deshumaniza a las personas al señalar despectivamente que el obrero fallecido “ni de San Luis era”. Es preocupante que, para él, la dignidad de las personas no existe.

Sus expresiones en contra de la dignidad de un trabajador que, para colmo, murió por las condiciones de inseguridad con que se trabaja en la construcción de su ofensivo capricho, fueron pronunciadas ante los asistentes al arranque de construcción de la Unidad Deportiva San Francisco en Soledad de Graciano Sánchez, quienes llegaron ahí tras un atentado contra su dignidad.

Atentar contra la dignidad es el sello distintivo de todo evento masivo de Gallardo Cardona. “Yo sí les hago saber que, por decir, quieren el apoyo económico, pues por lo menos que las vean en dos o tres eventos”, dijo una mujer que invitó-acarreó a colonos al acto de aniversario del triunfo del gobernador en las instalaciones de la Fenapo el pasado 26 de junio.

¿Cuántas de las personas que escucharon a Gallardo Cardona menospreciar la vida de un trabajador en la construcción de la Arena Potosí porque no se privilegió hablar de su rencilla con el alcalde Enrique Galindo Ceballos hicieron a un lado su dignidad personal para estar ahí con la esperanza de recibir un apoyo?

“No le vamos a quitar una beca a una familia, un apoyo en efectivo a un adulto mayor o a una madre soltera por pagarle a esos cabrones (los medios de comunicación)”, aseguró Gallardo Cardona como si no contara con un presupuesto de 78 millones 939 mil 752 pesos para eso. Por cierto, gasto que oculta porque en público afirma que no les paga, pero lo hace en la opacidad. Por eso le divierte.

A propósito, ¿Cuántas becas (despensas) para cuántas familias, cuántos apoyos en efectivo para adultos mayores o para madres solteras, podrían entregarse con lo que va a costar la Arena Potosí?

Las agresiones contra la prensa son graves y reprobables, pero tienen la ventaja de ser una señal de que aún es posible conocer acontecimientos que la autoridad pretende que pasen inadvertidos y que, lamentablemente, el accidente en las obras de la Arena Potosí no es el único.

La exhibición de Gallardo Cardona de una falta total de respeto por la vida y la dignidad muestran los riesgos sobre los alcances que pudiera llegar a tener la intolerancia del mandatario, no sólo contra la crítica, sino contra la eventualidad de que los hechos no se ajusten a sus caprichos.

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