Antonio González Vázquez
José Ricardo Gallardo Cardona empieza a recorrer lo que será el tercer año de su administración con destino a la mitad del sexenio.
Con el segundo informe de gobierno, cuya frase propagandística es “ya despegamos”, iniciará el recorrido rumbo al tercero, en el que tal vez descubramos adónde arribará el estado una vez que ya despegó.
Con independencia de lo que vaya a informar, está el hecho de que suma dos años de ejercer el poder con una perspectiva verticalmente impositiva que ha ido de la ocurrencia al capricho, del consenso disfrazado a la simulación descarada y de la presunta legalidad a actos bajo sospecha, así como de la presunta unanimidad a la farsa, a la advertencia como antesala de la amenaza.
Ese estilo para algunos malsano y para otros, auténtico y fiel a su personalidad es el sello del gobierno de “El pollo”. Con una cauda de seguidores envidiable gracias a su particular forma de ser y a la enorme estructura clientelar, armada con sus programas sociales, Gallardo vislumbra una larga vida a la gallardía.
En el proceso electoral de 2024, su enorme popularidad estará a juicio en su tercer año de administración. Se verá sí su músculo es real o está sobredimensionado.
Ese naciente tercer año no será tan sencillo como los dos primeros, con guerra electoral el ejercicio de gobierno es otra cosa.
Hasta el momento, Gallardo Cardona ha logrado establecer un régimen de tal poderío que parece no tener contrapeso alguno.
Los partidos políticos opositores le han dejado campo libre, propiciando un vacío notable al declinar inexplicablemente a su obligación de denunciar para oponerse con firmeza y argumentos frente a los excesos.
Al haber invernado dos años, la oposición se verá obligada a hacer lo que no hizo: pronunciarse y ponerse la casaca de adversarios.
En ocasión reciente, Gallardo Cardona cuestionaba: ¿dónde está la oposición?, al tiempo que se respondía la interrogante: durmiendo, se la ha han pasado dormidos.
Y en efecto, así ha sido tanto en Acción Nacional como en el Revolucionario Institucional, que serían los principales interesados en evidenciar al gobierno gallardista.
Por el proceso electoral, la bandera principal opositora será pasar a revisión lo hecho por el gobierno de Gallardo. No la enarbolaron antes y eso tiene su costo: les verán como oportunistas en el discurso, pero está por llegar el tiempo de decir lo que se han aguardado.
En política se actúa o se guarda silencio: panistas y priistas optaron por no abrir la boca.
Vaya que en estos dos años ha habido infinidad de momentos propicios para decir: aquí estamos señor gobernador, bájele a sus impulsos. No lo hicieron. Gallardo Cardona llega a su segundo informe sin contrarios partidistas fuertes que le incomoden.
A ese silencio sepulcral se fueron sumando la mayoría de las y los legisladores locales y federales, la jerarquía de la iglesia católica, la cúpula empresarial y sus organismos, las y los presidentes municipales.
Han sido las y los ciudadanos quienes tomaron la estafeta opositora. Lo que de manera indignante dejaron de hacer los presuntos dirigentes, líderes y representantes institucionales, lo vienen haciendo quienes no están dispuestos a tolerar atropellos y la violación de sus derechos.
En ese punto, el gobierno de Gallardo encontró una verdadera oposición y les ha respondido de manera insana, como si la población fuese manipulable e ignorante.
Dos años de gobierno en los que ciudadanos organizados plantaron cara y con firmeza le dijeron no al ejecutivo, cuya reacción verbal ha sido tan virulenta como maledicente; algo impropio a la investidura de quien gobierna.
Dos años en los que Gallardo Cardona ha dado rienda suelta a sus impulsos en descrédito de quienes lo confrontan. Su reacción en innumerables veces ha sido al insulto a través de palabras soeces con afán de ridiculizar.
Iniciará el camino a la mitad del sexenio con ese talante que ha venido cultivando, el de un político procaz intolerante a la crítica; actitud que se ahondará cuando en las campañas, las y los candidatos opositores toquen los puntos oscuros del gallardismo.
Difícilmente el gobernador dejará pasar algo cuando lo alcancen con la crítica, pues después de todo, es el jefe de un Partido Verde que va en busca de una “madriza” electoral.
Hoy en Ciudad Valles el gobernador espera a diez mil invitados en una muestra más de su capacidad para movilizar gente de todos lados.
Presumirá logros insospechados, avances históricos, obras señeras de los nuevos tiempos, inversiones sin precedente y demás frases propias de todo informe gubernamental. Es su día y mal haría en no aprovecharlo al máximo, así sea con propaganda.
La herencia maldita seguirá siendo piedra de toque en su discurso, sobre todo, porque ésta ya no tiene como referente a anteriores gobiernos, sino también a potosinas y potosinos que se han atrevido a levantarle la voz.
Ricardo Gallardo apenas está tomando fuerza con vista a instaurar un reinado transexenal. Le está tomando gusto al poder, lo cual puede ser de alto riesgo para la convivencia democrática.
La oposición ha tardado demasiado en reaccionar: les quedan las campañas a las que, si mañana fueran las elecciones, serían avasallados.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias Notimex, La Jornada y Milenio.