Óscar G. Chávez
Ahora resulta que, al menos durante el acto protocolario de ayer en que el alcalde de la capital presentó su segundo informe de gobierno, él y el gobernador se presentaron como grandes camaradas. Todo muy civilizado y la sopa de cebolla compartida entre ambos personajes estuvo bastante buena.
Sin detenernos mucho en el evento, que contrastó de manera notable con el espectáculo de luces y sonidos que resultó ser el segundo informe del gobernador, sobre todo por la atención que se tuvo al invitar (manteniendo prácticas de la vieja liturgia que nada tienen qué ver con la patanería que en lo estatal se estila) a ex alcaldes y ex gobernadores de todos colores y sabores, y al margen de que a los invitados económicos se les habilitó un estacionamiento allá por el quinto infierno y no se tuvo la gentileza de requerirlos en la lujosa y opípara cena que sólo se preparó para panza aventureras de postín, llama la atención el muy mesurado actuar del gobernador, quien por cierto eligió sus peores trapitos, y me hace imaginar –cosa que quizá para muchos no tiene sentido– si detrás de este comedimiento no se encuentra el espinoso asunto de la municipalización de la delegación de Villa de Pozos.
Si observamos con detenimiento las relaciones entre Enriquito y Ricardito desde hace un tiempo pareciera que son bastante buenas, nada que ver con aquel amartelado inicio de administraciones en que se paseaban de la mano como Pili y Mili, pero tampoco se comparan a aquellos aciagos días en que mañana tarde y diario el gober le lanzaba al alcalde palabras de pesadumbre, de ésas que laceran los ánimos de todo aquel que las escucha.
Nada hay que obligue a Ricardo Gallardo a guardar las formas, ni siquiera –pensando en el evento de ayer– la numerosa concurrencia o la presencia de los líderes nacionales de los decadentes partidos que integran la alianza por México (ya se vio que hasta el rijoso Markito Cortés y el anodino Jesús Zambrano le sacaron la vuelta), sin embargo consideremos que el único órgano de peso que puede resultarle un obstáculo si se llega a oponer a la municipalización es el propio Ayuntamiento de la capital.
También, en este sentido el alcalde se ha mostrado más obsequioso que mesurado, declarando cada que le es posible y cuando no también, que él es uno de los principales impulsores de la municipalización y que no encontrarán en el los poceños, pocences o posaderos (vaya reto acuñar el gentilicio) a alguien que pueda inconformarse con la municipalización. Más, todavía, sus declaraciones han llegado al nivel de lo temerario al afirmar que la erección del municipio no implicará un gasto extra para el municipio de la capital.
Eso es lo que dice Galindo, seguramente muy de dientes para afuera, porque también es perverso y socarrón (como las mulas) y su recua sólo caminará para donde él disponga; además, debemos reconocer que al menos el conocimiento de leyes y estrategias (con todo y lo chambón de los síndicos y el asesor Golden excluido) la instancia municipal se puede llevar de calle a la estatal. Con estas consideraciones resulta lógico pensar que al gobernador le conviene llevar la fiesta en paz o al menos mientras Pozos no sea municipio.
Además, el horno ahorita no está como para cemitas, en un descuido los recursos interpuestos por ciudadanos contra el proceso de municipalización en un descuido pegan, después de todo Lupe “el hermoso” no es tan brillante como abogado, aunque algunos todavía lo crean (luego por eso tiene que andar buscando abogados que le hagan la chamba sucia, aunque luego les acabe pagando con una magistratura) y si bien, quizá no logren evitar la declaratoria, al menos sí podrán ganar tiempo como para que no le funcione la estrategia electoral a Gallardo. Seamos realistas, nadie se traga el papel de reivindicador territorial que quiere asumir Gallardo, el verdadero fondo es el semillero de votos que considera le puede redituar la municipalización, si no, ¿cuál es la prisa de que ésta se dé antes del proceso electoral?; esperémonos a que éste pase y que el proceso se siga detallada y ordenadamente.
Tampoco todo será promisorio para el nuevo municipio, en caso de llegar a serlo, ahí están las declaraciones de ayer de don Marce, y ahí sí, nadie puede decir que el señor no le entiende a los números, y de ser menores las participaciones que recibirá como municipio entonces de otra manera se tendrá que resolver el que este municipio sea otra de tantas cajas chicas de la gallardía. Aquí la realidad es ésa: el interés por la municipalización no va más allá del dinero y de los votos.
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