María Ruiz
En condiciones de vulnerabilidad, riesgo e indefensión se desenvuelven las personas defensoras de derechos humanos y periodistas de la capital, tras el Encuentro Regional por la Protección de Periodistas y Personas Defensoras de los Derechos Humanos en San Luis Potosí “Voces en Riesgo”.
Un espacio de diálogo organizado por Rise Up y Educación y Ciudadanía A.C., a través del proyecto “Fortalecimiento de capacidades para la prevención y protección de periodistas y personas defensoras de los derechos humanos en San Luis Potosí”.
Las personas defensoras y periodistas contribuyen en ser las y los portavoces de la sociedad, además de que son herramientas humanas que ayudan a visibilizar, a través de sus narrativas e incidencia en políticas públicas, el incumpliendo de las autoridades, y por medio de su trabajo buscan lograr condiciones dignas para una sociedad más justa.
Sin embargo, son labores de riesgos y peligros, pues actualmente las personas defensoras de derechos humanos y periodistas se desenvuelven en medio de contextos de violencia, amenaza, actos de hostigamiento e incluso asesinatos por desempeñar su labor.
Preocupaciones que fueron vertidas en este espacio en el que también articularon estrategias de protección, metodologías de autocuidado y prevención de escenarios de riesgo.
“Este espacio es un intercambio de experiencias y es necesario para poder sumar y responder a la elaboración de un diagnóstico, a través de un acercamiento de primera mano con quienes ejercen esta labor”, mencionó Alejandra Balduvin Álvarez, coordinadora del proyecto.
Durante el encuentro, personas defensoras y periodistas nombraron las ausencias de un Estado que no garantiza espacios de seguridad ni las condiciones necesarias para ejercer su trabajo, posicionándoles en contextos de peligro, una falta grave a su estado de derecho.
Las y los participantes declararon que las acciones que realizan tampoco son respaldadas por sus empleadores, o bien por alguna asociación civil, pues realizan su labor pese a los agravios que enfrentan día con día.
“Como periodistas nos enfrentamos a empleadores que no garantizan nuestra seguridad, podemos cubrir situaciones de riesgo y aun así no tener un respaldo de los dueños de los medios de comunicación. Vivimos condiciones indignas y con eso realizamos nuestro trabajo”, comentó una de las participantes.
Este fue uno de los reclamos constantes y que, por medio de un ejercicio de mapas corporales, las y los participantes empezaron a nombrar todas aquellas áreas en donde sistemáticamente se obstaculiza su labor.
“Como defensora, creo que es necesario que haya mucha más articulación entre nosotras, a veces uno se dedica a la defensa de los derechos humanos y lo hace sola, sin acompañamiento, y así nos enfrentamos a una serie de condiciones que ponen nuestra vida en riesgo”.
Un panorama que no se aleja de lo que enfrentan las y los periodistas, quienes a través de su trabajo combaten estructuras violentas de censura, estigmatización y obstaculización, que los coloca en la mirilla de grupos de poder o incluso del crimen organizado por realizar su labor.
“Creo que a veces los jefes de información no miden los riesgos y nos exponen al realizar preguntas incómodas, y aunque estamos a favor de la verdad y la justicia, cuando ya nos vemos perseguidas no hay quien nos apoye siquiera legalmente. Hacen falta medidas de protección y análisis de riesgo”.
Otras de las violencias que enfrentan ambos grupos son la falta de condiciones dignas de trabajo, asistencia médica, apoyo psicológico, asesorías jurídicas y sobre todo medidas de seguridad para desempeñar su labor sin hostigamiento o persecución social.
“En mi caso, nos contratan por outsourcing, y sé que muchas al igual que yo no reciben prestaciones y tienen que trabajar hasta en tres medios de comunicación. Eso es solo una parte, pero ¿qué pasa cuando vamos a realizar una investigación a otro municipio, a otro lugar donde hay peligro? Los jefes no cubren esos gastos y mucho menos ven por nuestro bienestar”.
Por lo que remarcaron que institucional y sistemáticamente debe haber un compromiso de las autoridades que contribuya a la garantía y protección de sus derechos, y que estos trabajos tengan un alcance especial en lo individual y colectivo, que den seguimiento a los grandes riesgos que enfrentan. Sobre todo, en la salvaguarda de su seguridad al momento de realizar sus funciones de defensa y de prensa libre, en los que su dignidad profesional, personal e independencia, no sea vulnerada.
“Siempre todo el tiempo me pregunto si soy una persona defensora de derechos y siento que los poderes fácticos nos venden una imagen de qué es ser defensora o periodista. Pero al escucharnos incluso desde nuestras historias de vida, podemos dimensionar que todos hacemos defensa, desde que nos manifestamos, hasta poder dar un espacio de escucha a quien más lo necesita”.
Por último, las y los participantes subrayaron que hay capacidades que fortalecer en conjunto, como lo son tener conocimiento sobre sus derechos, visibilizar condiciones laborales, socializar técnicas de cuidado, realizar estrategias de recogimiento, construcción de espacios seguros, capacitar coberturas con personas víctimas y tener el respaldo de las organizaciones no gubernamentales.
“Es necesario nombrar cuáles son estas condiciones que les o nos ponen en riesgo. Reconocer que afuera o alrededor de nuestras actividades hay riesgos que se potencian. Hay amenazas y vulneraciones que incluso disminuyen nuestras capacidades y hay que nombrarlas y reconocerlas”, remarcó Balduvin Álvarez.