Antonio González Vázquez
La cuarta transformación en San Luis Potosí bien puede desafiar al Comité Nacional de Morena y decidir que aquí, la alianza electoral de 2024 con los partidos Verde Ecologista de México y del Trabajo, se circunscriba a la elección presidencial.
El obradorismo es mucho más que un partido político, es un movimiento con base social suficiente como para lanzar candidaturas competitivas a los ayuntamientos y legislatura.
Lo mismo para el Senado y Cámara de Diputados.
Si bien el Verde gobierna la entidad con José Ricardo Gallardo Cardona, no implica que el obradorismo potosino dependa del gallardismo para ganar la presidencia y la mayoría calificada en las cámaras de Senadores y Diputados.
Es indudable que el partido del gobernador representa una fuerza muy importante, pero no es del todo indispensable.
El lópezobradorismo es un movimiento nacional de fuerte raigambre social, mientras que la gallardía es un fenómeno local carente de principios.
Ese movimiento y su partido, tendrían que estar por encima de un instituto político, impresentable que se ha aliado al PRI y al PAN cuando le ha convenido.
El Verde hizo alianza con Morena porque es auténtica rémora. Por sí sólo, no representa gran cosa en México. De haber competido solo en las últimas tres elecciones, ya habría perdido el registro.
En 2020, cuando Ricardo Gallardo Cardona, adquirió la franquicia, el Verde no significaba nada y sorpresivamente pasó a convertirse en la principal fuerza electoral en 2021 tras ganar la gubernatura.
Para esa elección, el obradorismo rechazó la alianza con el gallardismo al considerarlo como un movimiento mafioso, corrupto y gansteril.
Decidió ser congruente al no aceptarlo como aliado, sin embargo, con reticencia, aceptaron las imposiciones como las de Mónica Liliana Rangel Martínez y Francisco Xavier Nava Palacios.
Hicieron a un lado a sus militantes y candidatos para terminar perdiendo estruendosamente.
Para el proceso electoral que se avecina, la alianza presidencial está apuntalada, no así a nivel local.
Esto está bajo análisis en el Comité Ejecutivo Nacional. Se revisa caso por caso, entidad por entidad y en San Luis, el tema es más que delicado y puede ser uno de los estados donde la coalición no aplique.
Parece ser la coyuntura indicada para que el movimiento se la juegue y le compita de tú a tú al Verde cada posición en la contienda.
El obradorismo potosino no quiere ir de la mano de los gallardistas, ni éstos con aquel. Hay discordia entre las bases y dirigentes de ambos. Sus diferencias son de fondo con tendencia a agudizarse.
La gira de Claudia Sheinbaum Pardo, Coordinadora Nacional de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, así lo confirmó: gallardistas y obradoristas, juntos, pero no revueltos; unidos, pero divididos en lo esencial.
El pasado viernes en el salón Chicago’s del municipio de Soledad de Graciano Sánchez, morenistas y gallardistas estuvieron próximos a la reyerta, al vulgar pleito de facciones que se desprecian.
En las cúpulas el discurso de unidad contrasta con la realidad.
Según Mario Delgado Carrillo y Citlalli Hernández, presidente y secretaria General de Morena, en el caso de San Luis Potosí “nos vamos a poner de acuerdo para que las distintas militancias tengan la certeza de qué será lo mejor para la coalición y para el proyecto”.
No hay aún una decisión, dijeron al adelantar que habrá entidades “donde ir juntos en lo federal y lo local no es tan conveniente”.
Al obradorismo potosino le toca adelantarle a su dirigencia que en San Luis la coalición local no es lo conveniente.
El gobernador tiene el poder para dar candidaturas y para descartar a cualquiera en su partido. Ya bajó de sus aspiraciones al secretario General de Gobierno, J. Guadalupe Torres Sánchez y al secretario de Desarrollo Social y Regional, Juan Ignacio Segura Morquecho.
Ya candidateó a su esposa, Ruth Miriam González Silva al Senado, a quien ya le armaron una campaña de posicionamiento.
Y tendrá candidatos a las principales alcaldías, diputaciones locales y federales.
Lo puede hacer porque es el jefe de su grupo.
El obradorismo no puede estar maniatado a algo tan grotesco como eso; Morena debe tener sus propios candidatos sin la necesidad de negociar las sobras que deje el gallardismo.
La 4T tiene perfiles para pelear palmo a palmo cada municipio y distrito, donde el Verde sería el contrincante a vencer.
Lo problemático es cómo hacer para que esa disputa no afecte la candidatura presidencial y el objetivo de ganar la mayoría en las Cámaras.
La dirigencia de Morena está obligada a revisar con responsabilidad el caso de San Luis, pues no basta la estrategia nacional. No pueden repetir los mismos errores del 2021 en aras de un proyecto.
Va siendo momento de empezar a pensar que tener al Verde como aliado no es lo mejor para lograr una real transformación del país.
El año que entra, San Luis Potosí puede ser ejemplo de eso.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias Notimex, La Jornada y Milenio.