Abelardo Medellín Pérez
La inscripción de Gilberto Hernández Villafuerte como precandidato al ayuntamiento de la capital de San Luis Potosí demuestra una nada sorpresiva, pero interesante verdad: el polo político del Partido Verde Ecologista (PVEM) y su dueño, Ricardo Gallardo Cardona, también juegan a perder.
La frase del propio precandidato y diputado federal durante la firma de su inscripción ya revela mucho sobre sus aspiraciones. Lo principal, que no son propias; esta intención y voluntad de inscribirse como precandidato a un cargo de elección popular tan importante no emanó de su mente, no es parte de su plan profesional ni de su carrera política. Le fue ordenado. Lo secundario, la motivación que demuestra es una antesala del probable fracaso en puerta.
“Me siento muy orgulloso de haber sido… Este… Pues traer la bendición de nuestro máximo dirigente, nuestro señor gobernador (…) muy orgulloso de que se hayan fijado en mí”.
Claramente el diputado federal quiso decir “me siento muy orgulloso de haber sido elegido, escogido, mandado”, pero se acordó que en este tipo de actos la simulación es crucial para jugar la charada.
Entonces por un lado el candidato del partido que gobierna el estado llega desfondado, sin carisma, sin bombo y platillo. Hasta a Leonel Serrato Sánchez, recién brincado de Morena, le hicieron una recepción con otros candidatos, música, rueda de prensa concurrida.
A Gilberto no, la dirigencia de Eloy Franklin Sarabia se cansó de poner una mesa, tres sillas y hacerse acompañar del vocero del partido.
El candidato entonces se presenta sin fuerza. Y sí, es solo el precandidato, pero en política la forma importa sin importar el momento y si no imprimes la fuerza debida sin importar el cuándo, eso es tiempo perdido.
Luego está lo grisáceo del perfil.
Gilberto Villafuerte es muy popular como política… En Soledad de Graciano Sánchez. Años de una Gallardía que daba cabida a sus leales lo encumbraron como alcalde de este municipio durante los dos periodos que la familia Gallardo se replegó para preparar su regreso. Les funcionó a ellos y a Hernández Villafuerte le tocó un buen hueso sabor curul federal.
Pero más allá de eso… nada. Villafuerte es un peón más de eso que, con mucha ingenuidad el secretario general de Gobierno, Guadalupe Torres Sánchez, llamó: “el movimiento social de la Gallardía”.
No es un alfil, como el propio Torres Sánchez; no es una torre, como Noé Lara Enríquez; no es un caballo, como Ignacio Segura Morquecho; no es la reina, que representa la próxima candidata al senado Ruth González Silva. No, es un peón, con muchas casillas avanzadas, pero peón al fin.
Y del carisma ni hablamos. Villafuerte, como muchos políticos al servicio del proyecto que encabeza Ricardo Gallardo Cardona, depende enteramente de la personalidad y carisma de su líder para mostrarse como una opción atractiva. De esos hay muchos, pero el problema es que esos tantos les sea permitido competir a sabiendas que, si ponen sus fotografías en espectaculares, necesitaría ser una donde están acompañados del gobernador para que a la gente les parezca atractiva la opción. ¡Ya mejor no demos ideas!
Los candidatos hasta ahora anunciados del PVEM, todos ellos (hasta los del senado) carecen de estrella propia, dependen de la luz que les arroja el gobernador y esas carencias no s notan ahora, pero pesan en campaña. El Verde no es una opción políticamente atractiva para el potosino, tienen millones en multas y son una franquicia malbaratada y con ella, van sus candidatos. Lo que sacó a flote al partido fue el carisma, irreverencia, frontalidad y promesas del actual gobernador, se dice y no pasa nada.
Quizá el PVEM, está apostando a jugar con la numeralia que obtuvo en el 2021 el propio Hernández Villafuerte.
En la elección donde resultó elegido como diputado de mayoría relativa por el distrito electoral número 6 con cabecera en San Luis Potosí, Villafuerte obtuvo el 56.3 por ciento de la votación con un total de 94 mil 34 votos.
Con esto dejó muy atrás a la candidata de la coalición, Karina Benavides Ávila que solo obtuvo 50 mil 951 votos; pero bueno, hablar de Karina Benavides como candidata es repasar a otro perfil gris y poco atractivo para el electorado.
Por si solo, en la elección de diputado federal para el distrito 6, el PVEM obtuvo 54 mil 829 votos que se nutrieron con mucha precisión de los 32 mil 233 voto que obtuvo Morena, integrante de la coalición que representaba el entonces candidato.
En conclusión, por si solo el Verde le ganó por 40 mil votos a la coalición y con una campaña que fue 400 mil pesos más barata (según los datos de Rendición de Cuentas y Fiscalización del INE).
Con esos números podría parecer que Gilberto es un candidato fuerte para San Luis Potosí, pero la verdad es que fue más bien un perfil Gallardista cantado en un distrito planchado.
En 2021, la coalición PVEM-Morena-PT obtuvo 110 mil 187 votos en la elección del ayuntamiento de la capital; Leonel Serrato Sánchez, el candidato del Verde, quedó muy por debajo de los 143 mil 630 votos que obtuvo Enrique Galindo Ceballos.
Uno podría pensar que con los 40 mil votos que obtuvo el PVEM en el distrito 6 en la elección para la diputación federal bastaría, pero la verdad es que estos votos ya van de lleno y no bastaron.
En dicha elección de los 110 mil votos, el distrito 6 puso 48 mil 689, es decir, el 44 por ciento de los votos, mientras que el resto se dividió entre los otros cuatro distritos de la capital.
En consecuencia, queda claro que el Verde tiene arraigo político partidista en el distrito 6, pero, ¿le alcanzará en 2024 para dar una vuelta de 50 mil votos en el resto de los distritos?
El problema entonces es la estrategia. No se debió optar por el candidato al que el gobernador le debía un favor partidista o el que tenía formado en la sala de espera de deudas políticas. Se debió optar por un perfil afianzado en la capital, con carisma propio, con capital electoral comprobable y un proyecto interesante.
¿Será que el gobierno está muy confiado en que el desplegado de programas sociales será suficiente para desfondar a la oposición en el resto de los distritos?, ¿o es acaso que esta es una concertacesión pactada con la propia oposición, ¿será que el pacto es ceder la capital y entregarla a Morena a cambio de seguir en beneplácito del proyecto obradorista?
La otra opción es, como sugirió el propio dirigente del PVEM, que esta no sea la única ficha… la convocatoria sigue abierta y todavía cabe el registro de un Segura Morquecho, de un Valladares Eichelamman, para completar la pantomima de una sana contienda interna.
De ser las cosas como hasta ahora son, el mensaje es que el PVEM no tiene intenciones de competir por la capital y, por tanto, se da el lujo de mandar a su perfil menos competitivo en la campaña más demandante. Solo la campaña y la jornada electoral revelarán a quién se pagaba con esta curiosa estrategia de jugar a perder.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.