Frater Ignatius
Bergson está considerado como un filósofo irracional. Lo anterior se explica porque contrapone la materia a una fuerza llamada élan vital, tomada del pensador Emerson. Existe una especie de juego dialéctico entre la materia y esa misteriosa fuerza que no ha sido comprobada por la ciencia.
El pensador estudió también ciencia, concretamente las matemáticas, pero de alguna manera se decantó por un pensamiento que roza incluso lo espiritual. Es en cierto modo una especie de razonamiento contrapuesto en el sentido de los juegos de contrarios. Así, distingue entre el tiempo real cronometrado y el tiempo-duración que se aloja en la mente humana. Sostiene que es el camino de la intuición el que descubre la verdad. Eso se debe a que la vida es dinámica y continua y no discreta y estática.
Bergson cree que no existe finalidad alguna y eso permite el libre albedrio. En ese sentido, la llamada fuerza vital es una fuerza motora para toda actividad, principalmente al nivel de la creatividad. El artista es una especie de mago que es capaz de finalizar una obra gracias a ese ingenio que unifica y permite la obra terminada.
Resulta del todo evidente que él piensa que el élan vital en su forma más sofisticada a través de la intuición y el instinto, es superior y más merecedora de veneración que la forma de la materia, del intelecto y de la razón en sí.
Cuando habla sobre la risa, argumenta que es una especie de acción disruptiva que permite demostrar que el hombre no solo es intelecto y materia, sino que pertenece a otro ámbito más espiritual y trascendente. La risa y por consecuencia, el chiste que la provoca, no permite ser encorsetada en una lógica fría y plana.
Bergson piensa que el espacio es estable y necesario y la raíz de las ciencias naturales. Permite que la materia sea contenida y pueda desarrollarse. No obstante, considera que hay “algo más” que hace posible la conciencia y con ello la capacidad creativa del ser humano.
Por último, intenta resolver el tiempo, argumentando que el pasado, el presente y el futuro son unificados precisamente por la conciencia, la cual está impulsada por esa fuerza vital que tanto se parece a la voluntad de vivir de Schopenhauer.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Administración y Maestro con especialidad en Educación por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Amante de la cultura, la filosofía, la literatura, el cine y las matemáticas. Gusta de leer y escribir sobre historia, psicología y filosofía.