La deuda impagable de Gallardo

Abelardo Medellín Pérez

Cuando un nuevo grupo político asciende y obtiene poder en forma de un cargo público, adquiere tres deudas principales que debe pagar durante el tiempo que dure su poderío: una deuda económica, una deuda social y una deuda política. El gobernador Ricardo Gallardo Cardona se ahoga en esta última.

La deuda económica se explica por sí sola, es de orden financiero. Las campañas, los negocios, los contactos, los estudios, los chantajes, las coacciones electorales y cualquier otro camino para obtener el poder, tienen un costo económico que puede endeudar al individuo. Sobre todo si éste pertenece a un polo político que no esté dispuesto a ayudarte en ese sentido (dígase un Nueva Alianza o un Movimiento Ciudadano).

La deuda social es más compleja. Si bien necesita de dinero para ser pagada (en la mayoría de los casos), realmente se basa en la voluntad política. La deuda social son todos aquellos compromiso y promesas que un candidato hace en campaña, que un diputado plurinominal suscribe cuando se presenta con su partido; son la buena fe y compromiso tácito de hacer el trabajo que asumen los servidores públicos una vez que toman protesta. Quien deja promesas sin cumplir, sectores sin atender o incumple sus responsabilidades básicas y luego se va del cargo, deja una deuda impagada con la sociedad que invirtió su votos, confianza o beneficio de la duda en ellos.

Por otro lado, encontramos la aún más palpable y trascendente deuda política; esta se compone de todos los acuerdos, tratos obscuros, compromisos secretos y alianzas por debajo de la mesa que un gobernante hace con la gente que o le debe lealtad o le ayudó a llegar al cargo.

Gallardo Cardona tiene una incomensurable deuda política. La percepción simple y limitada de periodistas, analistas, compañeros de jegra y cercanos del gobernador, no alcanza para dimensionar el entramado de personajes y sectores a los que el Gobernador les debe algo.

Muchas veces nos gusta pensar Ricardo Gallardo como una autoridad ciudadana plenipotenciaria que hace lo que hace, porque solo responde a él mismo; la verdad es que no, Gallardo Cardona, al igual que tú o yo, está inmerso irrevocablemente en una dinámica de poder en la que, la mayoría del tiempo, no tiene control de sí mismo ni de aquello que cree gobernar.

La mejor manera de aminorar ese poder que el Gobernador sueña en alcanzar, sin alcanzarlo, es romper en pedacitos el poder que administra, repartirlo entre algunos perfiles de confianza y luego prometerles un beneficio a cambio de su lealtad.

El mejor indicador para conocer la magnitud de la deuda política que arrastra Gallardo, es revisar atentamente los candidatos que promueve la franquicia partidista personal del gobernador: el Partido Verde Ecologista de México.

Su esposa, su papá, sus compadres, sus secretarios de primer nivel, sus diputados lacallos, sus fieles operadores políticos, integrantes de su equipo de escaramuzas, sus nuevas adquisiciones políticas, los alcaldes secuestrados por la dinámica autoritaria que les obligó a cambiarse de partido.

Todos estos cínicos perfiles, son el mejor ejemplo de que el Gobernador no le dió candidaturas a quien quiso, le dió candidaturas a sus cobradores.

Héctor Serrano no consiguió su candidatura plurinominal local porque el Verde le haya tenido lastima a sus previos intentos fracasados de obtenerlo; Serrano obtuvo el espacio, porque Gallardo ya le debía el pago por la operación política y la instrumentalización de un medio a favor del Gobierno.

Los diputados de la actual legislatura no obtuvieron sus candidaturas por el gran trabajo en el Congreso; a los legisladores se les dió el premio que se acostumbra a todo canino que aprende a hacerse el muerto cuando se le pide y ladrar cuando se le permite.

Los alcaldes en vías de reelección por el PVEM, no fueron promovidos por su relevante proyecto de continuidad; ellos van a mantener su cargo, gracias a qué fueron sumisos y prometieron seguir así.

La insistencia por pagar estos acuerdos obscuros, pareciera común y constante en la política mexicana; es cierto, no es nueva, sin embargo, Gallardo Cardona que ya ha padecido por ella y ha sabido corregir sus errores, parecía el gobernador que rompería con esta tradición corrupta. No lo fue.

Gallardo Cardona ha tenido una alta rotación de gabinete. Decenas de cambios, confesiones de incompetencia, golpes de timón ante crisis. En menos de dos años el gobernador comprobó en más de una ocasión que a veces, por más amigos que se traigan, el trabajo no sale sin tener a funcionarios competentes.

De nada sirvió el Secretario de Finanzas charro, nada aportó la secretaria de turismo sin experiencias, poco contribuyó el secretario de Comunicaciones y Transportes que al mismo tiempo era cuota política para Gabino Morales.

Con esa experiencia (si es que puede considerar al fracaso experiencia), resulta ilógico que el gobernador ahora intenté promover senadores, diputados y alcaldes que comprobadamente no están ahí por quiénes son, sino por lo que han invertido en el gobierno.

La lógica ciudadana no concede explicación, pero las deuda política explica la pasarela de candidatos impresentables de la que hemos sido testigos.

Tan lejos ha ido el endeudamientos de Gallardo, que tuvo que comprar otro partido (el Movimiento Laborista) para darle cargos suficientes a los operadores políticos del Verde que la coalición con Morena desplazó.

Esto no es disciplina partidista, esto no es un proyecto personalista; lo de Gallardo es simple y llanamente la mercantilización de los cargos públicos.

Los candidatos del Partido Verde no buscan quien se las deba, sino que el gobernador se las pague.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.

Skip to content