Frater Ignatius
Peirce llega a la filosofía como pasatiempo. En realidad, su formación es estrictamente científica. Empero, como se ha comprobado ya varias veces, los vasos comunicantes entre estas disciplinas son variados y poseen facetas múltiples.
Peirce es el padre del llamado pragmaticismo, para diferenciarlo del pragmatismo de James. Esta manera de pensar de orientación científica sostiene que todo concepto puede ser aclarado siguiendo las reglas de la experiencia y evitando a toda costa las creencias que en variadas ocasiones se quedan solamente en el pensamiento, en la idea. Para este pensador la fenomenología y la experiencia resultan torales para poder profundizar en una filosofía que esté relacionada directamente con la realidad.
Ahondando en la fenomenología se sostiene que consiste en la forma en que se nos presentan las cosas en la experiencia. Así, podemos distinguir entre la creencia y la duda. No es la duda de Descartes como simple ejercicio intelectual. Es decir, rechaza el escepticismo epistemológico. No obstante, la duda real sobreviene cuando una experiencia recalcitrante -no una simple reflexión- hace que nuestras creencias se tambaleen. Una creencia como la entiende Peirce no es una disposición intelectual a estar de acuerdo con una preposición sino un hábito de conducta que se manifiesta en la acción. De tal manera que cuando llega la duda real, ella quiebra nuestros patrones de comportamiento. Aquí la clave es la llamada acción. Siempre debemos tener la disposición de actuar, de observar, de mirar, experimentar y constatar los hechos de la experiencia con las ideas que estén sustentadas en un aparato lógico alejado de las creencias y las supersticiones.
Peirce sugiere que el conocimiento es un proceso homeostático. La homeostasis es un concepto tomado de la fisiología, en el que el cuerpo emplea sistemas de reacción para regresar a un funcionamiento normal en respuesta a los trastornos del ambiente. Es un símil para intentar demostrar que el conocimiento es un medio para estabilizar nuestro comportamiento habitual en respuesta a la duda.
Peirce en sus últimos años se sumió en la pobreza y en la enfermedad la cual terminó con matarlo de un cáncer severo. A pesar de todo, sus años finales fueron de una productividad asombrosa en varios campos: creó la lógica de la vaguedad y amplió la semiótica al vincular la teoría de signos con el pragmaticismo. Escribió sobre lógica formal, teoría de la investigación, retórica, percepción, filosofía de la religión y otros temas. Su obra apenas comienza a valorarse en su exacta dimensión.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Administración y Maestro con especialidad en Educación por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Amante de la cultura, la filosofía, la literatura, el cine y las matemáticas. Gusta de leer y escribir sobre historia, psicología y filosofía.
