María Ruiz
En la Huasteca potosina, en el municipio de Tanlajás, un grupo de mujeres productoras revoluciona la tradición ancestral de la elaboración de piloncillo. Estas mujeres han encontrado en la ciencia y la tecnología una aliada para mejorar su calidad de vida y empoderar a sus comunidades rurales.
El doctor Marcos Sánchez Castillo, miembro del consejo de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), lidera un proyecto que va más allá de la investigación académica. Se trata de un esfuerzo conjunto para transformar la producción artesanal de piloncillo, que tiene raíces profundas en la cultura tének.
Sánchez Castillo explicó que lo que hace que este proyecto sea tan especial es la Incidencia de Desarrollo Tecnológico, pues el proyecto no solo busca preservar las tradiciones, sino también mejorarlas.
“La combinación de ciencia y tecnología se ha convertido en un motor de cambio para las comunidades rurales, como la del Barranco. El objetivo es encontrar soluciones creativas y originales que beneficien a los productores y sus familias”.
Respecto al diagnóstico, el equipo de la Facultad de Ciencias Químicas se ha sumergido en las comunidades, escuchando a los miembros y comprendiendo sus necesidades.
El proceso artesanal de la producción de piloncillo, con sus 200 años de historia, ha sido objeto de análisis minucioso. Algunas de las preguntas que han surgido dentro de la gestión de este proyecto, dijo el investigador apoyado por los miembros de las comunidades, es ¿cómo se puede mejorar la calidad de los productos?, ¿cómo aumentar la productividad? Cuestionamientos que ahora guían su trabajo.
Por ello comenzaron ya con la creación de una unidad de procesamiento que es un hito importante en el proyecto.
“Aquí es donde la ciencia y la tecnología se encuentran con la tradición. Los trapiches, como se conocen los lugares de producción, ahora cuentan con herramientas modernas para optimizar el proceso. La calidad de los productos ha mejorado, y los productores pueden competir en el mercado con mayor éxito”.
Por otro lado, dentro de la gestión de este trabajo buscan el empoderamiento femenino, ya que las mujeres productoras son el corazón de esta iniciativa.
Elia, de la comunidad de San José y Venancio, productor del Barranco, han sido fundamentales para el éxito del proyecto. Su participación activa demuestra que el empoderamiento no es solo una palabra, sino una realidad tangible en sus vidas, ya que a través de sus conocimientos generan un espacio para emprender a través de sus saberes ancestrales.
“Más allá de los resultados económicos, el proyecto aspira a generar una mejor calidad de vida para las familias. El ingreso derivado de la producción de piloncillo puede ser un punto de inflexión; es un paso hacia la prosperidad y el bienestar en estas comunidades”.
Este proyecto es un ejemplo inspirador de cómo la ciencia y la tecnología pueden transformar tradiciones arraigadas, y en el que las mujeres productoras de Tanlajás lideran el camino hacia un futuro más brillante, donde la cultura y el progreso se entrelazan de manera armoniosa.