Abelardo Medellín Pérez
Tras los resultados de una cruenta y transformadora elección, han llovido las especulaciones sobre la invasión verde en el congreso local, la conquista de la opción menos útil al Senado, la amplia ventaja de la coalición oficialista sobre curules federales; la apreciación más simple es que el Verde ganó lo que pudo y eso deberá bastarle de cara al largo y tortuoso camino al 2027.
Una arista menos explorada entre las reflexiones sobre los triunfos, reside en el papel de las pequeñas conquistas. Estas podrían ser incluso más trascendentales que las grandes victorias, por la sencilla proporción entre las libertades y las responsabilidades.
Cuando un partido alcanza tantos espacios como los obtenidos por el PVEM, sus ganadores, embriagados de una falsa idea de poder total, creen que a partir de este momento tienen todas las libertades. Con un congreso a modo, una senadora amiga, un partido violentamente avasallador y un gobernador autoritario, cualquiera que haya cobijado sus intereses bajo la frazada verde podría creerse plenipotenciario.
Este engreimiento enfermizo, síntoma del poder autocrático, no produce voluntades fuertes, sino gobiernos altaneros que patinan al intentar imponer sus deseos.
En contra partida, las pequeñas conquistas exigen menos petulancia y más compromiso. Tomemos como el mejor ejemplo los casos de San Luis Potosí, Catorce y Matehuala. Estas presidencias son notorias por los positivos resultados que obtuvieron sus candidatos en las condiciones más adversas para campañas tan prosperas.
Partiendo solo de los resultados en la contienda y las condiciones de la campaña en general, resulta sorpresivo el resultado, al menos, en dos de ellas.
Por un lado, tenemos a Catorce, municipio donde su actual alcaldesa decidió renunciar al Partido Acción Nacional (PAN), que la llevó al cargó, y a la mitad del mandato migró al PVEM por intereses y supervivencia política y ganancias empresariales.
La campaña en Catorce fue tan visceral que el gobernador Ricardo Gallardo Cardona giró órdenes y mandó a su secretaria de Comunicaciones y Transportes para que amenazara a los trabajadores del transporte y, como una leva moderna, les obligara a jurar lealtad a fuerza de castigarlos con multas si no atendían la orden.
No solo eso, el Partido Verde y su candidato en Catorce pagaron una agresiva campaña de telemercadeo en la que se llamó a ciudadanos con lada del Altiplano para acusar al candidato del Partido Nueva Alianza de presuntos vínculos criminales.
El asedio y tono de la campaña no hicieron más que revelar el miedo que el partido oficial tenía a lo que finalmente pasó: el Partido Nueva Alianza y su candidato se quedaron Catorce y con lo que sea que el candidato del PVEM buscaba en dicha alcaldía.
En Matehuala la campaña tomó un tono único entre las elecciones locales; el gobierno y la sucursal que es su partido tenían la intención de quedarse con Matehuala como parte de su plan de quedarse con los grandes centros poblacionales. Para ello primero removieron al alcalde anterior a través de una persecución judicial solapada por la Fiscalía General del Estado, luego buscaron imponer algún perfil fuerte que asegurara el triunfo para el PVEM.
El gran problema que enfrentó el gobierno es que en Matehuala no se habían gestado liderazgos significativos alineados al Verde, todos eran proyectos idealistas de pocas luces que o eran regidores, o eran empresarios pocos letrados en política.
Al final, el gobernador concedió que el diputado local y ex alcalde Alejandro Segovia Hernández compitiera por el ayuntamiento; sin embargo, la decisión de darle el permiso como candidato fue un trago tan amargo para el proyecto gallardista, que los asesores del gobernador le sugirieron mandar a un vigilante para inspeccionar lo que hacía el candidato Segovia Hernández.
Que tan poca confianza tenía el gobernador Gallardo Cardona en el candidato del Verde, que le envío como vigilante al ex diputado Enrique Flores Flores; y para que el gobernador te envíe a uno de los orquestadores de la ecuación corrupta para vigilar tu actuar, algo muy malo ha de oler en tu campaña.
Y pues tan malo fue lo que se olía de lejos, que el candidato del gobernador perdió por un amplio margen y el ayuntamiento regresó al PAN a través de la coalición.
Finalmente, en la capital, aunque muchos afirmamos que la elección estaba cantada para Enrique Galindo Ceballos, la batalla que libró en campaña no fue menor. Padeció el ataque coordinado de páginas contratadas por trabajadores del gobierno de Ricardo Gallardo Cardona, el candidato Galindo Ceballos padeció la suplantación de imagen para una campaña de desprestigio, tuvo que soportar que la capital se convirtiera en el centro neurálgico de la campaña del Verde y ya cargaba sobre su espalda el asedio del gobierno quien lo usó como chivo expiatorio y lo culpó del problema de desabasto de agua.
Aun con todo a cuestas, Galindo Ceballos logró convertirse en el primer alcalde reelecto de la capital potosina y con un margen de votos por encima de los registrados en trienios anteriores; el triunfo fue tal para la coalición y la pérdida tan vergonzosa para el grupo oficialista, que el Partido Verde tuvo que salir horas antes de los primeros reportes del PREP para dejar que Sonia Mendoza apareciera públicamente por última vez y se mintiera a sí misma diciendo que ganó.
Todos los casos aquí mencionados tienen su particularidades; en Catorce la campaña del Verde falló porque la ciudadanía ya no puede ignorar la voracidad empresarial que distingue a los candidatos del Altiplano que compran su candidatura al gobernador; en Matehuala el candidato perdió, simplemente porque ningún ciudadano del municipio podía aceptar que un ex alcalde con intereses inmobiliarias regresara a un puesto de poder; en San Luis Potosí, los ciudadanos entendieron que darle la llave del municipio a Mendoza Díaz era darle un “permiso para desfalcar” a la Gallardía.
Muchos otros factores cruzan por medio de estos resultados, sin embargo, el tema de fondo reside, una vez más, en la cantidad responsabilidades que cargan consigo casos como estos, donde un reducido David (la oposición) le gana la batalla a un autoritario Goliath (el PVEM y sus remoras locales).
Enrique Galindo en San Luis Potosí, Juan Francisco en Catorce y Raúl Ortega en Matehuala tienen como primer gran compromiso con la ciudadanía el resistir a las presiones y amenazas del imperio Verde.
Dos meses después de que entraron en funciones las administraciones municipales en 2021, una decena de alcaldes migraron al Verde en un evento público donde todos afirmaron que su brinco no era por afinidad ideológica (requisito mínimo cuando te adhieres a un partido), sino para recibir las dádivas que el gobierno ofrece cuando eres de su agrado.
Los nuevos ayuntamientos de oposición sufrirán ese asedio; los secretarios del gobierno, directores y delegados en las cuatro regiones intentarán obligar a que los gobiernos se pinten de Verde con la promesa de un premio o la amenaza de acoso judicial.
Los nuevos alcaldes deben, pese a ello, dimensionar la responsabilidad que se les fue conferida y las razones por las que fueron elegidos; en muchos de los casos, los ganadores de la oposición fueron votados para evitar que el PVEM convirtiera sus municipios en el botín personal del Gallardismo.
Galindo debe ser diplomático, pero aprender a poner límites firmes al gobierno estatal; Juan Francisco debe reconocer cuáles son las necesidades de su municipio y comenzar a atenderla antes de que el aparato de gobierno intente suplirlo virtualmente; Raúl Ortega debe blindar su administración para evitar que Matehuala vuelva a padecer un asedio oficialista como el que el gobierno estatal le infligió a la anterior administración.
Solo el tiempo dirá si los nuevos alcaldes están a la altura de dicha responsabilidad que esconde detrás muchos otros compromisos no menores; veremos más pronto que tarde si la fuerza de voluntad bastó o si la presión autocrática venció.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.