El diputado Gallardo

Abelardo Medellín Pérez

Una sana relación entre el poder ejecutivo y el poder legislativo, es crucial para el desarrollo ordenado y socialmente responsable de un estado; es necesario que dialoguen, sepan sostener acuerdos, encuentren diferencias, pero también coincidencias… sin embargo, ¿cuándo la relación pasa de dialógica a de sumisión?

Con nueve diputados de la bancada verde y al menos otros 10 diputados afines a la Gallardía de parte de sus aliados, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona tiene asegurado el cómodo control artificioso que, durante los últimos tres años, se ha encargado de imponer al interior del Legislativo local.

A los diputados de San Luis Potosí les guste creer que de algo han servido los apoyos ciudadanos que recibieron en las urnas, que de algo sirven esos ostentosos títulos como profesionistas que enmarcan en sus oficinas, les gusta creer que son el pináculo de la representación ciudadana por estar en una asamblea estatal… la verdad es llana y simple: los actuales legisladores que tenemos en el estado, cobran nómina como sirvientes simplones de un gobierno autócrata. Que no se engañen, nadie piensa lo contrario.

Y la historia no se repite, pero a veces rima, decía Mark Twain; ese parece ser el caso del congreso estatal para la legislatura que entrará en funciones en a penas un par de meses.

Con el 70 por ciento de las voluntades legislativas en la bolsa (solo en lo que respecta a los partidos), todo apunta a que el gobierno tendrá, otra vez, una legislatura a modo que muy probablemente cargará con los pendientes que deje la actual.

Esto no es del todo bueno. Nuevas legislaturas constituidas en los periodos previos a una elección para cambiar al jefe del ejecutivo, suelen convertirse en incubadoras de acuerdos ocultos a la vista del gobernador, con aquellos grupos que, aunque Gallardo Cardona lo dude, existen y se gestan aledaños al gobierno estatal.

Dejar iniciativas relevantes sueltas, puede significar que dichas iniciativas se conviertan a futuro en temas perdidos (es decir promeses no cumplidas) o en monedas para negociaciones (es decir, recursos para condicionar el apoyo del gobierno a ciertos actores).

Este tipo de descomposiciones políticas son extrañas en sistemas partidistas con pocos liderazgos, como es el caso de San Luis Potosí, pero suelen ser más comunes en contextos gubernamentales donde el partido en el poder carece de firmeza ideológica o padece de indisciplina partidista, situación que acredita muy bien el Partido Verde Ecologista de México que el gobernado ostenta como sucursal.

Entonces la misión es clara, si hay temas prioritarios, es ahora o nunca. El gobernador y sus colaboradores lo saben, por eso mismo Gallardo Cardona ha presionado fuertemente para que los proyectos legislativos sobre los que tiene más intereses sean promovidos.

Un ejemplo de estos proyectos urgentes es el de la castración química. El gobernador ha llegado al extremo de afirmar que, si en el futuro ocurre una violación, nadie se debe quejar en tanto que no se apruebe su iniciativa de elevar las penas por este delito.
En tan solo dos semanas, el gobernador ha aprovechado para recordarles a los actuales diputados a quien sirven y les ha amenazado incluso con enviarles a prensa a modo para que los incomoden con preguntas sobre el retraso de esta iniciativa.

De o aprobarse la iniciativa del gobernador sobre la castración química, Gallardo Cardona quedaría como un mandatario cuya ocurrencia era tan absurda, que su propia servidumbre legislativa no pudo promoverla. Por otro lado, de no aprobarse dicha reforma, los diputados, todos, al servicio de Gallardo, habrían demostrado que su única razón de ser (atender el mandato del ejecutivo) no se cumplió y entonces, bajo el entendido que no tiene otra justificación ideológica, no sirven de nada en sus cargos.

¿Qué será peor, no servir de nada o servir a un despropósito?

La historia de la actual legislatura, ha demostrado que atender la comanda de palacio no es tan complicado. La mayoría de los ejemplos, dejan ver que todo tema prioritario para la ciudadanía, solo es prioridad del Congreso cuando este se alinea con los intereses del gobernador.

La ley por la cual se aumentaron las penas contra quien cometa maltrato animal solo se aprobó cuando el gobernador estuvo en condiciones de afirmar que fue su idea y revestirse de ella con gloria. La reforma a la Ley Electoral del estado solo hizo sentido para los legisladores cuando está fue trastocada por el Gobierno del Estado y solo con la justificación discreta y sumarse a la municipalización de Villa de Pozos (proyecto oficialista que resultó fracasado por la desesperación con que se hizo).

El Congreso ha demostrado en esta legislatura que está al servicio del pueblo… solo cuando el gobernador está de acuerdo.

No importa el tema, no importa la relevancia del asunto, poco les interesa el impacto político que tenga individualmente sobre cada diputado; lo relevante aquí es que cualquier logró al interior del legislativo, sirva para colgarle una medalla más al gobernador quien, sin decirlo públicamente, se ostenta como el diputado del estado.

Gallardo cabildea, propone iniciativas, coordina su bancada, dictamina, emite su voto particular desde palacio, tiene intervenciones desde su púlpito digital en redes y además tiene la participación más activa cuando de emitir nombramientos se trata. Él no conoce la división de poderes, porque él se percibe a sí mismo como la única entidad pública con la capacidad de tomar decisiones. Y en su defensa, ¿usted dejaría el destino del estado en manos de un grupo de personas que no saben decir que no a los desplantes autoritarios de una persona con menos capacidad y sin obligación de representar?

Lo dicho no es ajeno al gobernador mismo. Gallardo Cardona sabe que los proyectos que van de su oficina al Congreso tienen prioridad y son la agenda pública de un Congreso florero.

Tan seguro está de ello, que se da la libertad de hacer propuestas que solo un somnoliento legislador se atrevería a proponer, como la ocurrencia de esta semana, cuando dijo categóricamente que buscaría que la FENAPO se convirtiera en “un derecho” de los potosinos.

La actual legislatura concluirá como llegó: con el permiso del gobernador y muy, pero muy, callada.

Algunos de los atolondrados diputados dejarán sus curules con el auto engaño de haber servido a sus representados o sus partidos, una vez más se los recordamos: su único mérito, es haber servido de comparsa cara al diputado Gallardo Cardona.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.

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