La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) está lista para tener a una rectora. “Es el momento de que haya mujer rectora… Me interesa serlo, porque la propia universidad me ha formado”, asegura Rosaura Ruiz Gutiérrez, directora de la Facultad de Ciencias.
En la sala de juntas de esa facultad, que ha dirigido durante los últimos cinco años, dice que el actual proceso para suceder al rector José Narro Robles —para el periodo 2015-2019— no debe presentarse como una contienda de género. Su ventaja, frente a otros aspirantes, es además de su trayectoria académica y de gestión, estar siempre en la UNAM, institución que considera la mejor de Iberoamérica. “No he tenido trabajo en el gobierno sino con los gobiernos para mejorar la educación”.
Se dice de izquierda pero no afiliada a ningún partido, y considera: “Mi único partido es la UNAM y mi activismo es la educación”.
Rosaura Ruiz cuenta que son 40 años de su vida en la universidad, la conoce como estudiante, profesora, investigadora, directora de una de las facultades más grandes y activas de la institución, pero también desde los cargos de responsabilidad. Por eso cree en la democracia al estilo de la UNAM, que se mueve a través de cuerpos colegiados, con comisiones de todo.
En entrevista con EL UNIVERSAL afirma que la primera rectora en la universidad o el rector deben ser concertadores, con apertura al diálogo, con capacidad de escuchar. Define que debe estar “alejado de grupúsculos y partidos, autónomo”.
La relación con el gobierno debe ser de “respeto absoluto y actuar con plena autonomía, privilegiando ante el sector gubernamental el interés de la nación”, porque “nuestros principios no se negocian”.
Con fluidez aborda lo mismo las formas de gobierno institucional, los problemas de cobertura en la educación superior, que la inseguridad, el ambulantaje, el narcotráfico y la violencia; todo como un sistema ecológico que actúa de forma interdisciplinaria, con la mirada de un biólogo, una mirada científica.
Para Ruiz Gutiérrez, “la universidad ha sido y es la conciencia crítica de este país y debe seguir siéndolo; pero al mismo tiempo, es la reserva moral del país, con ese nivel de importancia (…) una institución de educación superior que debe seguir liderando el trabajo de la educación superior en México”.
La investigadora dice que el financiamiento es responsabilidad del gobierno. “Invertir en educación, en desarrollo científico y humanístico, es fundamental para el país”, nunca ha estado de acuerdo con el incremento de cuotas.
Su propuesta es hacer un diagnóstico de lo ocurrido en los últimos 10 años y cambiar lo que no logró resultados, incluso terminar o cancelar carreras de licenciatura o posgrado.
La universidad va bien y siempre hay lugar para la mejora, pero “nos falta innovación, producir más patentes, mayor relación con la empresa, buscar formas para que el conocimiento en la UNAM pueda resolver los problemas nacionales, hay muchas áreas de oportunidad.
¿Va a participar en este proceso?
—Sí, somos precandidatos, interesados en participar. Quien define a los candidatos es la Junta de Gobierno. Ella invita a este proceso y ese paso falta. Invita a los que considera pueden contender por la Rectoría. Seremos candidatos, cuando la Junta de Gobierno nos invite.
¿Cuál es el propósito de participar por segunda vez?
—Me interesa ser rectora de la UNAM, porque creo que tengo una trayectoria que me permite dirigirla; porque la propia UNAM me ha formado como una de sus posibles rectoras. Creo que el que los dos rectores [Juan Ramón de la Fuente y José Narro] me hayan invitado a trabajar con ellos [como parte de su equipo], más mi trabajo en la Facultad de Ciencias, en la [presidencia de la] Academia Mexicana de Ciencias lo hicieron. Queriendo o no, la universidad forma a quien la puede dirigir y yo soy una de ellas.
¿Es momento de que la UNAM tenga una rectora?
—La universidad tiene hace tiempo ya mujeres preparadas para dirigirla y creo que sí, que ya es el momento de que haya una mujer rectora, no porque sea mujer, sino porque hay las condiciones.
También porque muchas mujeres han hecho un trabajo destacado en el que se demuestra la capacidad equivalente a las de los hombres. Por tanto, si hay una mujer con la trayectoria, con la preparación, con el interés, por qué no, ya debe de haber una mujer rectora.
¿La institución está lista?
—Sí, no me cabe duda que la universidad está lista para tener una rectora. Creo que la universidad es parte de lo mejor que ha hecho México, parte de lo más progresista, de lo más avanzado que tiene el país.
¿El proceso de sucesión sería una competencia académica, de trayectorias, pero también de género?
—No, no se debe presentar así, sino que se tiene que valorar y estoy segurísima que es lo que va a hacer la comunidad, que es lo que va a hacer la Junta, buscar cuáles son las características de los que contenderemos por la Rectoría. Me parece muy importante que participemos mujeres. En mi caso, estoy convencida de que puedo dirigir a la universidad por mis capacidades.
¿Cuál debe ser el perfil del rector?
—Debe ser un rector o rectora concertador, que sepa tomar decisiones, que se atreva. Al mismo tiempo, me parece muy importante la democracia en la UNAM. La universidad es una institución que se mueve a través de un trabajo colegiado, hay comisiones de todo y me gusta muchísimo que así sea. Esas comisiones toman decisiones en muchísimos asuntos, ese trabajo debe seguir así, de manera que un rector o rectora que quiera gobernar a la UNAM debe ser muy respetuoso de todos los órganos colegiados. Tiene que haber un rector o rectora que sepa escuchar, que atienda las necesidades, los intereses de los tres sectores de la comunidad.
¿Debe ser un rector con personalidad política?
—Tiene que ser un académico y político. La formación académica es fundamental, si no ha sido investigador, profesor de bachillerato, de licenciatura y posgrado, es no conocer la universidad. Al mismo tiempo, saber actuar políticamente.
¿Se define como política y de izquierda?
—Ha cambiado la geografía política y habría que definir, pero sí me puedo definir como una persona de izquierda, pero no participo, no estoy afiliada ni milito en ningún partido. Mi único partido es la UNAM, milito en la UNAM, mi activismo es por la educación, por el desarrollo científico en una perspectiva humanística.
Se le vincula a Andrés Manuel López Obrador, a Morena. ¿Qué opina?
—No estoy en ningún partido, mi activismo es por la educación, la ciencia y las humanidades. Esa es la autonomía de la UNAM. La independencia de los partidos es fundamental para un rector o rectora, tiene que ser autónomo de grupúsculos y de partidos. Autónomos e independientes de partidos, de gobiernos, del sector privado, pero al mismo tiempo trabajar con ellos.
¿La elección a través de una Junta de Gobierno sigue siendo viable?
—Si somos la conciencia crítica del país, debemos ser la conciencia crítica de nosotros mismos. La universidad tuvo otras formas de elección, no es novedoso desde fuera, las tuvimos y no funcionaron, lo que le ha dado estabilidad y le ha permitido los grandes logros, es porque tenemos este proceso de elección. Sigue siendo pertinente.
¿Cuál es el diagnóstico que tiene hoy de la universidad?
—La universidad ha sido y es la conciencia crítica de este país y debe seguir siéndolo, pero al mismo tiempo es la reserva ética, la reserva moral del país. Con ese nivel de importancia. La veo como una institución de educación superior que debe seguir liderando el trabajo de la educación superior en México. Es la primera universidad del país y tiene que seguir trabajando con el resto de universidades públicas y privadas para seguir mejorando la educación superior en México.
La matrícula de la educación superior de nuestro país es una de las más bajas en América Latina, no puede continuar esto. La UNAM ha hecho su mejor esfuerzo, tenemos una matrícula grande, la más grande del país y de Iberoamérica y sin duda siguen faltando lugares. La veo como una institución que puede promover la creación de nuevas universidades, ya lo hizo en el pasado. Hoy me preocupan los jóvenes que han quedado excluidos de la educación superior, ellos tienen derecho a tener un lugar y las universidades no lo tenemos, de manera que se requiere y estaría dispuesta a acompañar al gobierno federal, a gobiernos estatales, para que haya más lugares para los jóvenes mexicanos.
La inseguridad, el ambulantaje, el narcomenudeo y el consumo de drogas son temas que también impactan en la universidad, ¿cuál es su opinión?
—Son problemas nacionales, la inseguridad no es característica particular de la UNAM, es de carácter nacional y la universidad debe atender estos asuntos en conjunto con las instituciones que les toca atender estos problemas. La UNAM tiene que hacer un trabajo al interior, y al exterior exigir a las autoridades que detengan a la gente que comete algún ilícito, como el narcomenudeo; mientras que en el tema de los ambulantes hay que hacer acuerdos, buscar espacios idóneos, controlar precios y hasta de higiene o nutrición sobre los productos que ofrecen a la comunidad. Pero el consumir y comprar alcohol y drogas en la universidad daña a la comunidad, no sólo a ellos, causa un problema con la seguridad.
¿Qué hay que hacer frente a grupos que han paralizado las actividades de la universidad?
—El parar las funciones de la universidad provoca un daño tremendo a una institución que es fundamental para el país, en cada caso debe quedar claro si es gente externa, cuáles son sus intereses y que no haya repercusiones en la universidad.
¿La autonomía ha funcionado como resguardo de esos grupos?
—Son temas complejos, hay que manejarlos con cuidado, atenderlos y siempre buscar la forma de negociación, que no se les dé apoyo interno… La obligación también es de autoridades locales, los gobiernos del Estado de México y delegacionales en el DF, cuando sean externos. Si son internos que protestan por algo, si son demandas internas hay que atenderlas, hay que analizarlas, hay que responder y no asustarse. Los estudiantes, los trabajadores y maestros son activistas, legítimas o no sus demandas hay que atenderlas para que no se impida el trabajo de la universidad. Atender las críticas, canalizarlas y resolverlas cuando son legítimas.