De fans y mandatos divinos

Octavio César Mendoza

Tener la agudeza de elevar el puño en desafiante señal de superioridad moral, mostrar un rostro adusto pero sin pánico y rayado por dos trazos de sangre que brotaron al casi dulce roce de una bala, mantener la postura sólida a pesar de que los agentes del Servicio Secreto lo halaban hacia abajo del escenario para proteger su corpulenta integridad física, y contar como fondo con la bandera de las barras y las estrellas extendida por el viento bajo un extraño efecto de intro de “Mr. Blue Sky” interpretado por la Electric Light Orchestra, generó una narrativa de triunfo decretado por mandato divino a favor de Donald Trump. Sí: Trump, el elegido, el protegido por Dios, el monumento erigido por sí mismo en la hora decisiva de la muerte, el héroe que ha sido blanco de todos los ataques posibles, incluyendo el de un joven lunático víctima del acné y la miopía que propicia una mala puntería.

El símbolo viviente del poderío global de los Estados Unidos extendiéndose en los cielos de toda la tierra conmocionó hasta las lágrimas a sus fanáticos, y esa fotografía se convirtió en una auténtica portada de álbum de Rock and Roll, tal cual la inmortalizaron los creadores de “memes” en la redes sociales; una imagen tan icónica como la de los soldados gringos elevando su estandarte en uno de los lomos derrotados de Japón, Iwo Jima; o como la de Jesse Owens venciendo la propaganda nazi en el podio de los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 al contemplar su lábaro patrio; o como la del astronauta Louis Armstrong al clavar ese lienzo nacionalista en la polvosa superficie de la luna para decir: habitantes de todas las naciones, gobernantes y filósofos, artistas y líderes espirituales, damas y caballeros, niñas y niños, pájaros y perros: Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, ¡somos los putos amos del planeta!

La bandera de rigurosas geometrías blanca, roja y azul, que es como el pecho henchido del jugador de futbol americano que celebra un touchdown, que se extiende por valles y montañas como los poemas de Walt Whitman en sus “Hojas de hierba”, que se eleva como los rostros de los presidentes George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln labrados en el Monte Rushmore, que abate dictadores del peligroso mundo que no piensa como los americanos y que adorna las casas de madera y los rascacielos de acero cada cuatro de julio, ha vuelto a la vida, y ese milagro lo ha obrado Donald Trump en su segunda venida a la presidencia de los Estados Unidos. SÍ: el implacable Donald Trump que despide a sus aprendices en un show de TV; el terrible Donald Trump que paga millones de dólares por haber “metido mano” sin consentimiento a una mujer; el magnífico Donald Trump que hizo la paz con el histórico enemigo surgido del socialismo pro-soviético al casarse con Melania Knavs.

Oh, el mundo libre se vuelve “trumpiano” y tiemblan las izquierdas de Latinoamérica porque se les acabó la fiesta del populismo “Woke” y celebran las ultraderechas de latinoamérica porque pronto regresarán los tiempos de cosechar tormentas y recaudar represalias, y Milei y Calderón y Bolsonaro y los herederos de Pinochet brindan a través de una secreta video llamada. Oh, el mundo libre se vuelve “trumpista” y China se detiene a reflexionar sus amenazas marítimas contra Taiwán, y Vladimir Putin baja de su auto a Kim Jong-un a mitad de la carretera que conduce del amor hacia el desamor. Oh, el mundo libre se define claramente “trumpófilo” y las armadoras de autos migran sus ovejas eléctricas hacia los Estados Unidos de América, mientras Joe Biden olvida dónde quedó el mes de julio, o recuerda de pronto que hubo una vez un presidente que derrotó a Donald Trump y vivió cuatro años de borrachera hasta que lo despertó la cruda realidad de la desmemoria, y ese presidente era él, el mismo que hoy condena el ataque sufrido por John F. Kennedy.

Lo advirtieron astrólogos, climatólogos, politólogos, sociólogos, antropólogos, comunicólogos, y todos los todólogos del espectro académico estudioso de las realidades mundanas: Donald Trump va a ganar la elección presidencial porque le dispararon en la oreja y eso es una pésima noticia para muchos, incluyendo Mécsicou, porque luego de volver a sentarse en el salón oval de la Casa Blanca, el pasado cuadragésimo quinto y el futuro cuadragésimo séptimo presidente de los Estados Unidos de América va a reclutar a John Wick y a Rambo y a Terminator para iniciar la invasión de México con la oscura voluntad de vengarse del jardinero que cruzó de mojado para enamorar a su primera esposa y, a nombre del combate contra las drogas que consumen asiduamente los gringos, determinará en su mapa de Walt Disney los “objetivos prioritarios” de sus asaltos a Culiacán, Nuevo Laredo, Tepito, el Castillo de Chapultepec, etcétera.

Para lograr el objetivo de hacer nuevamente de Norteamérica un país grande, éste se tiene que poner las botas de aplastar democracias; y quién mejor que Donald Trump para amarrar las agujetas del gigante; quién mejor que el pacifista global para iniciar una cacería de mexicanos, árabes, centroamericanos, africanos y asiáticos en territorio gringo para echarlos del otro lado del Río bravo por tener apariencia de terroristas y violadores; quién mejor que Donald Trump para defender al imperio y asustar con su poderoso saludo de manos a sus homólogos, antes de imponerles aranceles y sanciones económicas desmedidas; quién mejor que el nuevo símbolo de la bandera norteamericana para que el vecindario global sepa quién manda.

De esa catástrofe limítrofe con el apocalipsis, de ese mandato divino que nos recuerda lo que alguna vez advirtiese Porfirio Díaz en referencia a ese pobre México que está tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos, tal vez sólo Michelle Obama podría salvarnos, porque Biden bye, porque Biden sigue pensando qué iba a decir, y está cansado, y tiene un sueño, pero no como el de Martin Luther King Jr. El sueño de Biden es irse a dormir y despertar en un mundo donde no existe y no existió ese nuevo héroe de la narrativa imperialista, ese icono racista, ese pegamento aglutinador de las emociones xenófobas y supremacistas llamado Donald Trump. Sí: Dios bendiga a América, y a México que no lo olvide. Virgencita de Guadalupe: ¡Please! Ya no vamos a tener a AMLO para defender la dignidad y la soberanía nacionales; a menos, claro, que Claudia Sheinbaum siga sus consejos, su guía, su sabiduría y su mandato también divino, transexenal.

Aquí les pregunto, emulando a Lord Peña Nieto: ¿qué hubiera pasado con México si no hubiesen matado a Colosio? Los héroes vivos son más difíciles de crear que los héroes muertos, pues los primeros requieren más presupuesto y los segundos ya no pueden reclamar otro lugar en la historia; pero ellos, el mundo libre, la democracia más grande del mundo, la cultura dominante del planeta, los creadores del rollo de papel higiénico y el avión, del submarino y el Superbowl, también tienen a Hollywood. Y contra la suspensión momentánea de la credulidad, contra las finas técnicas de manipulación global donde un evento como la espectacular caída de las Torres Gemelas no ha logrado producir largometrajes menos calificables que como bodrios, es muy complejo oponer resistencia. Somos emocionalmente vulnerables como esos cachorros de tik-tok cuya sonrisa casi se vuelve humana cuando les acarician la barriguita. Ternuras. Espectadores. Fans.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es poeta, escritor, comentarista y consultor político. Actualmente ocupa la Dirección General de Estudios Estratégicos y Desarrollo Político de la Secretaría General de Gobierno del Estado. Ha llevado la Dirección de Publicaciones y Literatura de la Secult-SLP en dos ocasiones, y fue asesor de Marcelo de los Santos Fraga de 1999 a 2014, en el Ayuntamiento y Gobierno del Estado de SLP, y en Casa de Moneda de México. Ganador de los Premios Nacional de la Juventud en Artes (1995), Manuel José Othón de Poesía (1998) y 20 de Noviembre de Narrativa (2010). Ha publicado los libros de poesía “Loba para principiantes”, “El oscuro linaje del milagro”, “Áreas de esparcimiento”, “Colibrí reversa”, “Materiales de guerra” y “Tu nombre en la hojarasca”.

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