Óscar G. Chávez
En el plano de lo ilusorio o en una realidad alterna hay quienes suponen e incluso quieren creer, que el boquisuelto empresario huasteco Gerardo Sánchez Zumaya puede ser el próximo candidato por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a la gubernatura del estado. Lo cierto es que ningún analista o político de seriedad (de esos que ya casi no se ven) lo creerían, ya que más allá de –al igual que el gobernador– su soez incontinencia verbal no presenta otro atractivo.
Ahí radica el encanto, es el único que le ha dicho a Ricardo Gallardo lo que muchos otros le quieren decir, pero no se atreven; sin embargo, más allá de la ficción visual y auditiva que permiten de las redes sociales no se le ha visto interactuando en un cara a cara con su oponente imaginario.
Chiflar y comer pinole no es por mucho que se quiera una buena opción, porque aunque los pulmones sean buenos se acabará desinflando y es lo que finalmente acabará ocurriendo con el deslenguado y ocasional oponente. Además, si es que no se atraganta antes, mantenerse vigente tres años y sin sufrir desgaste resulta bastante complicado.
Por lo demás resulta curioso que todos los que entre divertidos y sombrados comparten los videos del aspirante a opositor gubernamental son opositores al partido que en hipotético lo haría su candidato. ¿O ahí sí votarían por él?, porque de otra forma seguiría siendo una candidatura condenada al fracaso.
Existe aparte otro importante aspecto que parece ser que no se está considerando: el insorteable factor femenino presente en la presidencia de la República, en la secretaría de Gobernación, en la dirigencia estatal de Morena y, por supuesto, en el propio proceso sucesorio, ya que si todo resulta como lo va trazando Ricardo Gallardo su candidato será candidata y, a menos que sea otra mujer la propuesta por el oficialismo, resultará complicado retirarlo del poder. No le busquemos, sean del partido que sean, se deberá pensar en candidatas.
Dentro de la trama de este interesante proceso electoral hay otro elemento que hasta ahora tampoco se encuentra bien definido, el papel de la próxima presidente, quien estoy convencido será de un autoritarismo incuestionable por lo que no permitiría una elección de estado, en el estado, pero sí pondría toda la estructura federal al servicio de quien representara a su partido como candidata. En este contexto pues, y por más que se lo propusiera poco podría hacer la maquinaria gallardista; no olvidemos que a pesar de los límites que se le pretenda imponer, el poder del presidente de la República, sin importar partido, es ilimitado; la presidencia sigue siendo imperial.
Pensar que su candidata pudiera derrotar a la candidata de la presidente de la República es lo mismo que asegurar que San Luis Potosí puede competir en el ámbito turístico con Tulum, como absurda y ociosamente lo propone el gobernador. Aunque, si en medio de su tan acostumbrada necedad no lo quiere ver no lo verá y se mantendrá en lo ilusorio de sus propias mentiras, algo así como el Luis Miguel que aunque no define fecha ya está por llegar, pero que finalmente no llegará. Esperemos que así sea.
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