Vecinos de San Miguelito parten pastel por 1 año de obras atrasadas

Texto y fotografías de María Ruiz

Cuando el sol ya coqueteaba con el horizonte y las sombras se alargaban en las calles polvorientas en la tarde del 22 de agosto, un grupo de vecinos del histórico Barrio de San Miguelito se reunió para celebrar una fecha que, en lugar de alegría, destila frustración y amargura. No había música ni risas, sólo un pastel de chocolate con una vela que marcaba un año, el tiempo que ha pasado desde que comenzaron las polémicas obras de “rehabilitación” en el barrio.

Al principio parecía un cumpleaños cualquiera, pero el sarcasmo en el ambiente era palpable. Los vecinos, lejos de festejar, usaron el pastel como un símbolo mordaz de un año de promesas incumplidas.

Mientras algunos observaban la vela consumirse, otros aprovecharon el momento para expresar, una vez más, su hartazgo y desesperación ante un proyecto que más que mejorar, ha deteriorado su calidad de vida.

Desde que las obras fueron anunciadas por el gobernador Ricardo Gallardo Cardona el 15 de agosto de 2023, el Barrio de San Miguelito ha vivido en un constante estado de incertidumbre. Apenas seis días después del anuncio, las máquinas ya estaban en las calles, levantando polvo y dudas entre los vecinos que nunca fueron informados ni consultados sobre lo que estaba por suceder.

A lo largo de los últimos 367 días, los habitantes han enfrentado cortes inesperados de agua y electricidad, calles bloqueadas que han dificultado el tránsito y, lo más preocupante, daños estructurales en las casas debido a las vibraciones de la maquinaria pesada. Cada queja presentada ha caído en el vacío, y la falta de respuestas claras ha dejado a los vecinos con más preguntas que certezas.

“No es una fiesta lo que estamos haciendo aquí, es un grito de auxilio disfrazado de celebración”, dijo Rafael Alcaraz, un residente de la calle 5 de mayo, mientras observaba la pequeña reunión.

“Hace un año pensábamos que las obras traerían mejoras, pero sólo han traído más problemas. Hoy, en lugar de celebrar avances, nos reunimos para recordarle al gobierno que nos ha fallado”, agregó.

Sin embargo, los problemas no terminan con las molestias generadas por las obras. En las calles General Fuero, Xicoténcatl y Pedro Vallejo, la inseguridad ha ido en aumento. Los vecinos denuncian un incremento en los robos a casa habitación y los llamados “cristalazos” a vehículos, que han dejado a muchos sin pertenencias y con la sensación de vulnerabilidad. La falta de vigilancia y el abandono en que se encuentran estas calles debido a las obras inconclusas han convertido la zona en un foco de delincuencia.

Negocios familiares que durante años han sido el sustento de muchas familias en el barrio, han tenido que cerrar sus puertas ante la caída en las ventas y el difícil acceso provocado por las obras.

“Nos dejaron sin clientes y ahora con la inseguridad es imposible seguir trabajando aquí”, comentó Jonatan Ramirez , quien tuvo que cerrar su tienda de productos escolares. “Las calles están desiertas y los pocos que pasan por aquí lo hacen con miedo de ser asaltados”.

La situación es aún más alarmante por el hecho de que el Barrio de San Miguelito es una zona de protección patrimonial.

Las obras, que inicialmente fueron presentadas como una manera de preservar y embellecer el barrio, se ejecutan sin respetar las normas técnicas que protegen su valor histórico y cultural. Los vecinos temen que, de continuar así, el barrio podría perder su estatus de patrimonio cultural, un golpe devastador para una comunidad que ha luchado por mantener viva su historia.

La vela en el pastel finalmente se apagó, dejando tras de sí una estela de humo que se confundía con el polvo en el aire. Los vecinos, en lugar de aplaudir, guardaron un silencio que resonaba más fuerte que cualquier palabra.

No era el fin de la reunión, sólo una pausa en una larga batalla por recuperar la tranquilidad y el respeto en su propio hogar. Antes de dispersarse, los presentes acordaron seguir alzando la voz y buscar una solución definitiva.

“El gobierno estatal tiene que entender que no somos sólo un barrio más en su lista de pendientes. Somos parte de la historia de San Luis Potosí y merecemos ser tratados con dignidad”, concluyó Paola Garnica, mientras recogía los restos del improvisado “festejo”.

Mientras el sol finalmente se escondía detrás de las casas de cantera dejando el barrio en penumbra, los vecinos de San Miguelito se retiraron a sus hogares, sabiendo que la lucha continúa y que el verdadero festejo sólo llegará cuando sus calles y su vida diaria sean devueltas a la normalidad.

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