Por Victoriano Martínez
La expresión “herencia maldita” se ha vuelto de tal manera objeto de culto para el gobernador Ricardo Gallardo Cardona que cada vez más le atribuye nuevos poderes. Cuando la estrenó el 26 de septiembre de 2021, su primer gran poder fue propagandístico.
No sólo lo posicionó para diferenciarse y tomar distancia de los gobiernos anteriores, sino que buscó proyectar la impresión de que sería un gobierno justiciero que, sin que fuera propiamente una cacería de brujas, destaparía la cloaca de sus antecesores, los sancionaría y recuperaría miles y miles de millones de pesos para el erario.
Tres años después, los resultados se han quedado bastante lejos de la expectativa justiciera creada y no han llegado ni a cacería de adivinas de feria principiantes, en tanto que lo recuperado, según se sabía hasta hace dos semanas, alcanzaba apenas 24.7 millones de pesos y sin una expectativa por recuperar mucho más.
Una cifra bastante raquítica que, por serlo y porque el sentido propagandístico del sexenio lo necesita para causar impacto público, seguramente motivó a Gallardo Cardona a cambiar la versión en la entrevista que previo a su tercer informe dio al periódico Pulso.
– Como sucedió con la anterior titular de Salud.
– Ella regreso 150 millones de pesos.
– Fueron veinte, ¿no?
– No. Ciento cincuenta en total. Y 50 millones de pesos los llevó en las cajas de huevo al juzgado. A entregarlos en efectivo en polvo y paja. ¿Por qué ya nadie después ya dijo algo de eso? O sea, muchos callaron. Y muchos callaron porque había contratos en medios en la Secretaría de Salud. Que de ahí se pagaba con ese dinero en efectivo.
Un cambio de versión ante el que Gallardo Cardona tendría que explicar el destino del excedente sobre los 22 millones 42 mil pesos que se informó el día que Mónica Rangel Martínez, ex titular de Salud, se declaró culpable y salió libre.
Pero como este es el sexenio de la opacidad extrema, difícilmente habrá una aclaración y su destino quedará en el terreno de la sospecha… que sin duda buscarán aprovechar los de la “herencia maldita”.
El colmo del fracaso de la expectativa justiciera es que en las audiencias del juicio oral en contra de Miguel Ángel Lutzow Steiner, también ex titular de Salud, quedó exhibida la Fiscalía General del Estado que, o fue extremadamente negligente o de plano pretendió fabricar un culpable.
Tan poco sustento justiciero le ha dado Gallardo Cardona a la expresión “herencia maldita”, que los casos que se han judicializado tienen más características de meras mascaradas que buscan efecto propagandístico antes que justicia e intenciones de resarcimiento de daños… porque se muestran incapaces de documentarlos y probarlos.
Tal incapacidad, sea genuina o fingida, lo que proyecta en realidad es la posibilidad de que tras ella exista un pacto de impunidad y el propio Gallardo Cardona es el principal encubridor de aquellos a quienes califica como personajes de la “herencia maldita”… con simulaciones en las que sin miramientos puede crear chivos expiatorios.
Pero como fetiche favorito del oficialismo, la expresión ha adquirido la categoría de muletilla salvadora para cualquier funcionario gubernamental y personaje afín a la gallardía que enfrente alguna dificultad para justificar alguna falla, un error o simplemente evadir responsabilidades: la culpa es de la “herencia maldita”.
Ahora, a esos poderes de proyectarlo como justiciero, de contar con una salida para responsabilizar al pasado, y de muletilla declarativa para salir bien librado en una entrevista, Gallardo Cardona le atribuye un nuevo poder a su fetiche favorito: encubrir su negligencia y los daños provocados por ella a la población, como en el caso del Barrio de San Miguelito.
Que en ese Barrio padezcan inundaciones porque eliminaron sin sustituir colectores pluviales, que los vecinos enfrenten daños en sus viviendas, que las banquetas hayan quedado más abajo del nivel de los cimientos de las casas y otra serie de daños y faltantes en la obra no son datos, son hechos que él mismo podría constatar si realmente fuera un gobernante preocupado por su pueblo.
“No, tú traes la información de la maldita herencia”, respondió Gallardo Cardona a Abelardo Medellín, reportero de Astrolabio Diario Digital, cuando le trató de mencionar las deficiencias de la obra. Evadió darle una respuesta y en adelante lo ignoró.
El cuestionamiento buscaba una respuesta del mandatario que atendiera la inquietud de los habitantes del Barrio de San Miguelito, afectados por indolencia y su negligencia desde hace 14 meses. Hasta la propia titular de la SEDUVOP aceptó que se entregó una obra inconclusa y que él dio la orden de que así se hiciera.
Una actitud evasiva, irresponsable e impropia de cualquier servidor público que va más allá del ego de Gallardo Cardona en perjuicio de la población. ¿Y sobre esa forma de actuar del gobernador los potosinos también pueden responsabilizar a la “herencia maldita”?