Antonio González Vázquez
Hay dirigentes sindicales que bajo el riesgo de parecer caciques, se eternizan en el cargo y Bernardina Lara Argüelles, lideresa del Sindicato Único de Trabajadores al Servicio de Gobierno del Estado (SUTSGE), forma parte de tan vetusta estirpe.
El pasado viernes, “Nina” fue reelecta como secretaria general de esa agrupación de la burocracia estatal y con ello, va en camino a la cuarta década en el cargo.
De seguir contando con la simpatía, cariño y lealtad de sus representados, tal parece que no habría razón para que siga hasta que ella lo desee.
Tiene ejemplos a seguir en el país en esos afanes de petrificarse en la silla sindical: Francisco Hernández Juárez, es líder del Sindicato de Telefonista de México desde 1976.
Apenas hace unos meses, fue reelecto por décima tercera ocasión lo que le permitirá continuar en el cargo hasta alcanzar 52 años como dirigente de esa organización.
Hernández Juárez ya superó a Fidel Velázquez Sánchez, quien dirigió la Confederación Nacional de Trabajadores de México, durante 47 años.
“Nina” ha superado a otros líderes de la escena nacional, como el tristemente recordado, Juan Carlos Romero Deschamps, quien se sostuvo por 26 años al frente del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana.
Otros a los que ya rebasó la dirigente del SUTSGE son Agustín Rodríguez Fuentes y Víctor Flores Morales que han cumplido 30 años al frente de los sindicatos de trabajadores de la UNAM y de los Ferrocarrileros, respectivamente.
Incluso ha dejado muy atrás al polémico Napoleón Gómez Urrutia, dirigente de los trabajadores mineros desde hace 22 años.
Emilio de Jesús Ramírez Guerrero asumió la secretaría general de la Federación de Trabajadores del Estado (FTE) en 2006 y en marzo pasado, fue reelecto para continuar en el cargo hasta el año 2030. Como decía su antecesor, don J. Guadalupe Vega Macías: “yo no me quiero quedar, pero los trabajadores me lo piden; cómo les voy a decir que no”. El cetemista, dejó el cargo solo hasta su muerte.
A principios de los años noventa del siglo pasado, “Nina” arrancó su carrera sindical como tesorera y luego brincó a la secretaría general, cargo que desde entonces no ha dejado.
Durante su larguísimo período fue construyendo un liderazgo firme, de modo que quienes llegaron a oponerse a su continuismo, prefirieron abandonar al SUTSGE para crear nuevas organizaciones gremiales que terminaron por ser un remedo de la que desertaron.
Sus seguidores la estiman y respetan al grado de la devoción porque con ella, han alcanzado beneficios sin precedentes con múltiples bonos, apoyos y estímulos.
Hoy por hoy, suman casi medio centenar de “conquistas” que no dejan lugar a dudas de que han alcanzado un estatus de privilegio.
Estar en ese nivel de una burocracia dorada se lo deben a su lideresa, a nadie más. Sea por la fuerza, del diálogo o por acuerdos les ha arrancado a distintos gobernadores lo que ella ha querido.
A través de los años, en ocasiones las negociaciones han sido pacíficas y en otras, muy turbulentas y de suyo conflictivas al máximo, pero al final el sindicato suele salirse con la suya.
Así había sido hasta que llegó José Ricardo Gallardo Cardona. El mandatario cerró la llave del erario al sindicato y ha pretendido maniatarlo al utilizar toda suerte de argucias con el pretexto de la austeridad.
Desde su arribo al gobierno evidenció un ánimo antisindical que lo ha llevado a la confrontación constante, así como una estrategia de despido injustificado de trabajadores y trabajadoras que, según él, no hacían nada.
A mitad del sexenio, la relación se ha mantenido ríspida, como si estuviese a punto de explotar.
En febrero de 2022, el gobierno filtró a los medios de comunicación una tarjeta informativa en la que daba cuenta de todos los beneficios que tiene el sindicato, atribuidos a la “maldita herencia”.
Y en efecto, según esa información, sumaban 46 prestaciones adicionales a su remuneración y beneficios que otorga la ley.
De acuerdo con esos datos, cada trabajador recibe en promedio mensual hasta 7 mil 840 pesos adicionales a su salario.
Además, los bonos especiales, en cuyo caso, destaca el navideño por 8 mil 650 pesos que se agregan al aguinaldo de 90 días.
Antes, en la administración de Fernando Toranzo Fernández, para intentar aplacar las protestas surgidas porque se le había ocurrido fijar en el Presupuesto de Egresos, un tope de 3 por ciento al incremento anual al salario, el priista recurrió a difundir la lista de privilegios que en ese momento sumaban 42.
El priista terminó doblando las manos, eliminó su iniciativa y como signo de reconciliación, otorgó un bono especial a las y los trabajadores.
Bernardina Lara nunca ha buscado enriquecerse groseramente como habitualmente lo hacen los dirigentes que se eternizan en el cargo. Nunca ha sido ostentosa ni se rodea de una parafernalia de aduladores. Tampoco ha buscado posiciones políticas ni para ella ni para su grupo; una vez fue diputada local de representación proporcional por el PRI, sólo eso.
Su liderazgo se ha canalizado a buscar y alcanzar más beneficios para los suyos. Cuando el panista Marcelo de los Santos Fraga era candidato a gobernador le abrió las puertas del sindicato donde lo arroparon. Al ganar, en pago a ese apoyo, apapachó al gremio.
En ese sentido, ha enfrentado a gobernadores débiles y obsequiosos que, haiga sido como haiga sido, terminaban entregándole lo que les pedía o exigía según fuese el caso. Cuando se hacía necesario sacaba a las bases a las calles y a la plaza, marchas y plantones dentro o fuera de palacio o de Oficialía Mayor.
Sagaz y hábil en la negociación política y contractual, “Nina” ha entendido cada momento que le ha tocado vivir al frente del sindicato. Cauta y mesurada de requerirse, voluntariosa y combativa lo es en la coyuntura obligada.
La burocracia estatal entiende a cabalidad que no hay quien la supla porque, como se afirma, nunca podrán estar mejor que con ella.
Resulta válido que el sindicato y su lideresa busquen lo mejor para sus representados en aras de alcanzar mejores condiciones laborales y, en consecuencia, mejores niveles de vida para las y los agremiados.
Lo deseable es que la vida interna del SUSTGE avance hacía una mayor participación en cuanto a la elección de su dirigencia. Hacer posible una democracia participativa en la que un grupo no controle a la organización y que como sucedió de nuevo, al proceso de renovación se registre solo una planilla.
La elección es legal puesto que se emitió una convocatoria, sin embargo, nadie más que el grupo de Lara Argüelles se inscribió y fue reelecta.
Ser inexplicable que, en un sindicato con cerca de 5 mil agremiados, no exista nadie con la genuina aspiración de hacerse de la secretaría general. O hay un férreo control desde arriba que lo impide o bien existe un consenso total en favor de su dirigente.
Se trataría entonces de un cacicazgo de seda, no de uno autoritario y tiránico, el que se ejerce en el SUTSGE, pues es claro que nadie agarra a patadas al pesebre.
El 71.27 por ciento de los burócratas con derecho al voto dio su apoyo a “Nina”, eso es lo que cuenta en el SUSTGE. Esa es la clase de sindicalismo que mejor le acomoda a la burocracia, ya dependerá de ellos cambiar o seguir igual.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias Notimex, La Jornada y Milenio.