María Ruiz
En mayo de este año, el Proyecto Bosque de la Vida fue inaugurado con entusiasmo en el Camino a la Presa San José, impulsado por el DIF Municipal. La iniciativa, que proponía plantar un árbol por cada bebé nacido en la ciudad, simbolizaba el crecimiento y la responsabilidad ambiental.
Sin embargo, la realidad pronto contrastó con la intención: más de 200 árboles, una vez llenos de promesa, se encontraron marchitos y abandonados en los meses posteriores.
En su momento el director de Servicios Municipales, Christian Azuara Azuara, admitió que la sequía y la falta de recursos fueron factores clave en este deterioro.
Explicó que durante los meses más críticos, el suministro de agua se priorizó para abastecer colonias, lo que dejó a los parques y espacios dependientes únicamente de agua tratada. Aunque se intentó mitigar la sequía con pipas de agua, el daño fue evidente.
A pesar de ello, Azuara Azuara señaló que el 80 por ciento de los árboles se han recuperado gracias a esfuerzos recientes, incluidos los días de lluvia de agosto y septiembre, así como actividades como el día de talacha realizado el pasado 25 de octubre.
Durante esta jornada, se retiró maleza, se evaluó el estado de los árboles replantados y se preparó el terreno para una próxima reforestación.
“El Bosque de la Vida es un recordatorio de la importancia de garantizar un plan sostenible en proyectos ambientales. Si bien la recuperación avanza, también expone los desafíos de mantener iniciativas verdes en contextos de sequía“.