Duelo a garrotazos

El gobernador Ricardo Gallardo Cardona y el huasteco Gerardo Sánchez Zumaya, en abierta guerra política. Van del “y tú más” al “y tú también”. Y Morena, el partido que los heredó como aliados y activos en San Luis Potosí, se lleva las pringas de lodo.

Adriana Ochoa

Antes amigos, hoy rivales. Lo primero pudo ser para la foto en redes con un estrenado gobernador Ricardo Gallardo Cardona y el exalcalde capitalino Ricardo Gallardo Juárez, en el graderío de un lienzo. A un gobernante en debut le salen amistades hasta en el botiquín del baño. Lo segundo una animadversión cerril que halló proyección hasta Palacio Nacional. En política los enemigos lo son de verdad.

El “huasteco Forbes” que halló rápida notoriedad como proveedor millonario de Pemex, Gerardo Sánchez Zumaya, se envolvió desde hace meses en la bandera de Morena para cantar la guerra al gobernador Gallardo, apoyó campañas morenistas a alcaldías y él mismo no ha parado de hacer campaña en las redes contra la administración estatal, a la que acusa, entre otras cosas, de saquear Pensiones, inflar costos de obras y despilfarrar millonadas en espectáculos con fines de rentabilidad política.

Si bien el tono de Sánchez Zumaya no ha dejado de escalar, para molestia de Gallardo, no iría más allá de la dinámica de una bronca local si no fuera por las aristas que los ligan a figuras de la 4T y a Morena.

Gallardo es el aliado verde del expresidente López Obrador que pasó de “mafiosillo” a instrumento imprescindible de la Cuarta Transformación para que San Luis no quedara en manos de la “reacción” opositora. Al menos eso pretextaron López Obrador y el entonces dirigente morenista Mario Delgado. Así se lo traspasaron a Claudia Sheinbaum.

Sánchez Zumaya es el amigo de los hijos de Andrés Manuel López Obrador y beneficiario de contratos como proveedor de la siempre subsidiada y opaca Pemex. Sin las cartas doradas de presunta amistad con los hijos de un presidente, otro potosino tuvo fortuna rápida y notoriedad como contratista de Pemex: Rafael “Fayo” Silva, sobrino del exgobernador priista Fernando Silva Nieto.  El “Fayo” pegó el pelotazo hace más de un par de décadas con la provisión de botes salvavidas para las plataformas marinas de la petrolera.

Sánchez Zumaya va a localidades pobres, se reúne con pobladores, reparte ayudas y critica a la administración gallardista en forma directa. No se ahorra los adjetivos ni los pendientes legales de Gallardo. Un ala de Morena lo empezó a seguir con simpatía, por lo menos, como el único morenista potosino que puede y le planta cara al gobernador “aliado” que les impuso en San Luis la directiva nacional.

La publicación de una denuncia contra Sánchez Zumaya como facturero de Pemex por 15 mil millones de pesos, mediante una red de afines y parientes, lo catapultó de la conversación estatal al foco nacional. La presunción de un vínculo entre sus negocios y los hijos del expresidente, en especial el que es secretario general de Morena, lo convirtió en tema de agenda en la capital del país.

El gobernador no desaprovechó la ocasión para acusarlo ante prensa local de regalar dinero público obtenido de “lavado”. Sánchez Zumaya reviró que la FGR indaga a Gallardo y su familia por saqueo y enriquecimiento ilícito.

En su defensa, el huasteco dijo a Ciro Gómez Leyva que únicamente tiene tres contratos con Pemex por 530 millones de pesos: uno por 489 millones, el segundo por 27 millones y el tercero por 15 millones, todos en un lapso de 2019 a 2022. Y retó: “Si tengo esos 15 mil millones de pesos, yo me voy caminando solito al bote”.

A su modo, se dijo perseguido político de Gallardo y dejó correr el hilo de acusaciones, hasta ahora no contrastadas por nadie, contra el gobernador: desvío de 3 mil 450 millones de pesos del fondo de Pensiones, desbarajuste en los manejos y servicios de Salud, obras “infladas”, despilfarro y opacidad. “Él es el narcotraficante más grande del Estado”, dijo.

Lenguaraz, a ritmo de metralla, afirmó: “Soy un incómodo para el gobernador de San Luis Potosí porque lo he denunciado por delincuencia y por ser un narcotraficante por un tema de Guacamaya Leaks, donde lo relacionan a él y a su papá con Los Zetas”.

Recordó que su abuelo, el exalcalde y exdiputado local Modesto Zumaya Salazar, “lo secuestraron y ya no lo regresaron” (agosto de 2011); que los escoltas de sus padres fueron detenidos por supuesta portación de armas (en la administración de Gallardo) y que él mismo fue secuestrado hace años.

Le preguntaron si su conflicto con el gobernador obedecía a una aspiración a sucederlo en la gubernatura. “Yo no estoy obsesionado con ser gobernador… yo por lo que he vivido quiero otro San Luis”.

En Palacio Nacional, un youtuber, afín al movimiento morenista y a Sánchez Zumaya, le expuso a Sheinbaum la supuesta indagatoria de 2021 de la Fiscalía General de la República (FGR) contra el gobernador por un presunto desvío de 700 millones de pesos.

“No tengo conocimiento que haya una investigación contra el gobernador, habría que preguntarle a la Fiscalía General de la República”, expresó Sheinbaum. Deslindó a su administración, por si algo hubiera: “No es algo que venga del gobierno federal”.

Desestimó también las acusaciones contra el huasteco: “Hay muchas noticias que quieren acusar a alguien cuando en realidad no hay nada de fondo, para poder dañar a la 4T”.

La administración gallardista, siempre habilidosa con su ecosistema, se enfocó en el concierto de Luis Miguel y un sorteo para regalar iPhones entre los seguidores del cantante. ¿Hay mejor forma de modelar una conversación pública inconveniente que no sea el espectáculo y la dádiva?

La fuente de disputas dará para más. Con Sánchez Zumaya o con Gallardo, los rebotes son para Morena, el partido de Claudia Sheinbaum, una jefa del Ejecutivo a la que el antecesor le secuestró la agenda y parte del gabinete como presidenta electa. Hasta ahora en ejercicio, a la jefa del Ejecutivo le van tronando las chinas en cada mueble que intenta mover.

El escenario político potosino se centra en la eliminación del rival. Ricardo Gallardo Cardona no admite acompañantes en su dominio político. Y el joven Sánchez Zumaya parece no tenerle miedo. Se atacan y se responden. De las baterías de acusaciones que se han intercambiado, no hay autoridad, fiscalía ni jefatura política que ofrezca una certeza. Se han limitado a prolongarles la presunción de inocencia de manera indefinida.

Increíblemente, a fuerza de “normalizar” gobiernos incompetentes, omisos, frívolos, chillones y mediocres, el votante potosino se ha vuelto inmune a la corrupción, a la impresentabilidad, al abuso y a la sinvergüenzada. Ve las obras, el “regalo” con recuso público y el “beneficio social”, lo que sea que le den, siempre y cuando le den. Al costo y los marcos legales que debieron atenderse para hacerlos les presta muy poca atención.

Es un duelo a garrotazos que se va a extender a casi todo lo que resulte rentable para obtener ventaja. Del “y tú más” al “y tú también”.

Y cuando se ponga inconveniente el escándalo, concierto y iPhones gratis.

Rollos sueltos

ADQUISICIONES. El agresivo reclutamiento de militantes del gobernante Partido Verde, suma dos perfiles llamativos: un exrector de la UASLP y un alcalde opositor que dio batalla dura para ganar. Uno es Mario García, hoy secretario de Cultura y exalcalde capitalino. El exrector fue alcalde con registro del Verde para solventar la falta de credenciales priistas para sacar su candidatura. El otro es el hoy alcalde de Catorce, Juan Francisco Javier Sandoval Torres, un rico comercializador agropecuario que jaló el voto inconforme de Morena para ganar al candidato del gobernador en ese municipio.

¿QUE SIGA LA FIESTA? Cierre de año con muchos hoyos por tapar en las finanzas estatales. Se han gastado hasta lo que no era suyo y lo que no tenían. Y la titular ya no haya la puerta.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Skip to content