Carlos Rubio
La sesión del Consejo Estatal del Partido Acción Nacional en la que se reeligió como presidenta a Verónica Rodríguez Hernández, fue simple y sencillamente un mero acto simbólico para guardar las formas, ante una decisión que ya estaba tomada desde hace tiempo. Sin embargo, sí significó un paso más las aspiraciones políticas de la única mujer que ha dirigido a este partido en el estado.
El teatro armado semanas antes de la votación son puros actos para intentar darle credibilidad a un proceso que, desde la emisión de su convocatoria, ya está más que pactado su resultado. En realidad, todos son amigos que después de pelearse a través de medios de comunicación, van a tomarse el te para acordar sus siguientes cargos.
Lo que sí es interesante en el PAN, es el camino que está formando su reelecta presidenta y las alianzas que está tejiendo.
Ya fue regidora en aquel trienio navista, después se convirtió en la líder de su partido en el estado, ahora es senadora y acaba de asegurar el poder nuevamente en el PAN hasta el 2027, año electoral en el que se renovará la gubernatura de San Luis Potosí.
La escalada de cargos de Rodríguez Hernández vuelve obvio pensar que tiene mayores aspiraciones y no se va a conformar con ser legisladora. Ya está en el Senado, por lo que regresar como diputada a San Luis Potosí sería bajarse en el nivel administrativo que ha ostentado y exponerse a la crítica local, de la cual está cubierta en el Congreso de la Unión.
El camino natural que le queda para seguir escalando es la presidencia municipal de la capital, una apuesta muy complicada, pero muy planeada al considerar a su nuevo aliado, Enrique Galindo Ceballos, quien tiene la capacidad de comenzar a planchar el camino para dejar a una sucesora, a cambio de que a él le entreguen la candidatura del PAN para buscar cumplir su aspiración de ser gobernador de San Luis Potosí.
Esto claramente obligaría a Verónica a abandonar en definitiva el Senado y le dejaría el cargo por tres años completos a su suplente Estela Arriaga (hoy senadora), esposa del alcalde Enrique Galindo.
Solo así se podría explicar el interés de Verónica Rodríguez en tener las riendas del PAN durante tres años más: afianzar su candidatura y la de Galindo Ceballos para el 2027.
Un plan bastante elaborado, que en la burbuja panista puede sonar hasta exitoso si se visualiza al nuevo combo formado por Enrique Galindo y Verónica Rodríguez, pero que topa con pared al ver el panorama completo.
Hoy es imposible que le compitan a Morena a nivel nacional y al Partido Verde en lo local. La influencia del PAN en la política se ve cada vez más disminuida. Sus polémicas, conflictos y grillas baratas, no van más allá de su Consejo que solo levanta las manos al gusto de sus dirigentes, quienes no logran ver más allá de sus aspiraciones personales.
El camino que está trazando Verónica Rodríguez revela que no han aprendido que los proyectos personales no tienen peso electoral, al carecer de materia ideológica que identifique a las masas.
La promesa de combatir la corrupción ya está rebasada y no encanta ni al ciudadano más desinformado.
O la líder del PAN se hace de un discurso y un proyecto que penetre más allá de su militancia, o sus aspiraciones de escalar en la política potosina habrán terminado y su única forma de continuar será cambiando su chaleco azul por uno color guinda.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública. Formó parte de la tercera generación del MásterLab en edición de investigaciones organizado por Quinto Elemento Lab.