Abelardo Medellín Pérez
Los nuevos impuestos promovidos debajo de la mesa por el gobernador Ricardo Gallardo Cardona, no solo llegaron para desmentir la evidente falacia gallardista del gobierno “bien organizado y sano”, además, han desnudado una lamentable y penosa realidad: el gobernador Gallardo Cardona, a tres años de iniciado su mandato, sigue muy verde para esto de gobernar.
La semana pasada, por terceros, la ciudadanía potosina se enteró que el gobierno del estado había sembrado una petición para aumentar el impuesto por hospedaje y dos nuevos impuestos por consumo de bebidas alcohólicas y por enajenación de bienes.
Esta solicitud, era tan incómoda para el gobierno Gallardista, que tuvieron que obligar a la Comisión de Hacienda del Estado del Congreso Local, y a sus integrantes, a sesionar en discreción, sin avisar a la prensa, refundidos en una vergonzosa sala privada del Museo del Laberinto, bien lejos de la mancha urbana y de sus oficinas, para que nadie pudiera perturbar la grotesca transformación y traición del gallardismo.
Pese a lo ocurrido, los diputados no tienen la culpa de su condición de títeres cilindreros oficiales, la orden venía de arriba, y detrás de la orden, venía el miedo.
La propuesta de aumentar un impuesto y crear dos nuevos gravámenes para ampliar la capacidad financiera del estado, no vino directamente del gobernador, sino de la diputada del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), y peón que ya ganó el hueso para la siguiente elección, Martha Patricia Aradillas Aradillas.
Durante una de las reuniones de la Comisión de Hacienda del Estado, Aradillas fue quien, completamente fuera del lugar, propuso durante el análisis del presupuesto de egresos, añadir en la Ley de Ingresos estos nuevos impuestos Gallardizados.
Nunca antes la pantomima había sido tan evidente; pues tras dicha propuesta y la consecutiva aprobación de los integrantes de la comisión a dicha propuesta, quedó claro que la nada ilustre legisladora no había sido la mente detrás de otorgar tan impopular regalo al gobierno.
A todas luces Aradillas Aradillas sirvió, ya no como títere, sino como chivo. Uno más de los chivos expiatorios del gobierno. Tan efectiva fue como chivo que, al día de hoy, nadie recuerda que si quiera fue ella quien ayudó al gobierno del estado a cristalizar su penosa y oscura necesidad de nuevos impuestos.
Este, es justamente el punto de inflexión donde se puede distinguir entre quienes saben gobernar y quienes necesitan la muletilla nefasta de un chivo expiatorio para navegar la administración.
Un jefe del ejecutivo que sabe gobernar, si necesita recursos gestiona y busca conseguirlos por los medios necesarios. Nuevos impuestos, como Enrique Galindo Ceballos en la Capital; un préstamo al gobierno del estado, como los 20 alcaldes de ayuntamientos potosinos que requieren la solvencia para cerrar el año; o simplemente buscar estrategias de tercerización de préstamos, como los que gestiona la rectoría de la universidad para iniciar enero de cada año.
Sin embargo, y no seamos ingenuos al pensar lo contrario, cierto es que los impuestos, préstamos y salva vidas económicos, siempre son impopulares. A los ojos de la ciudadanía, ningún prestamos es justificable mientras el municipio, año con año, aparentemente se quede como antes; y mucho menos se justifican nuevos impuestos para generar mayores recursos, si al final pareciera que es un problema de administración y no de solvencia.
Ahí reside la diferencia entre un gobernante y un improvisado funcionario público inflado a punta de votos.
Galindo Ceballos y su cabildo podrán o no tener intenciones obscuras detrás de sus pretensiones de cobrar el alumbrado público y aumentar la tarifa de parquímetros; pero al menos todo el cuerpo edilicio votó a favor de dicho plan financiero publica y claramente. Galindo Ceballos no envío una iniciativa por debajo de la mesa, mandó a sesionar comisiones a escondidas y negó sus pretensiones.
Quizá el alcalde de Matehuala Raúl Ortega pidió un crédito de 10 millones de pesos para concluir el actual ejercicio y asegurar una transición suave al siguiente, y sí, quizá es un foco rojo para una administración que, en términos reales, tuvo continuidad del proyecto político anterior y no debería tener problemas financiaros; sin embargo, aún su plan de contratar deuda, al igual que el de resto de ayuntamientos, es más público, regular y pertinente en comparación con el que suponen los nuevos impuestos de Gallardo Cardona promovidos vía sus huestes legislativas.
¿Dónde está la diferencia?, en el costo político a nivel público, todo se reduce al costo político. Mientras Galindo Cabellos y Raúl Ortega son linchados en la opinión pública, Gallardo Cardona puede impunemente negar los señalamientos de sus ya conocidas ambiciones monetarias, e inclusos sumarse a las críticas contra los dos alcaldes de oposición.
Ante este escenario, hay quienes califican el movimiento de Gallardo Cardona como una “inteligente” movida de realpolitik’ para asegurar una política recaudatoria efectiva; no nos confundamos, la maniobra obscura para aprobar los nuevos impuestos, no fue una estrategia que naciera de la planificación y contención, no, nació del miedo.
Con todas las encuestas compradas, todas las fotografías fingidas de abrazos, todo el dinero erogado para promoción, todos los regalos y todas las posadas, con todo ello de su lado, el gobernador aún está inseguro de su posición como “figura política de moda”.
Mientras que los alcaldes y titulares de otros entes ejecutores del gasto están preocupados por terminar un año justo, iniciar un ejercicio holgado y contar con suficientes recursos como para transitar los recortes federales, el gobernador está más preocupado por qué van a decir de él en redes sociales.
Gallardo Cardona entonces no gobierna la COSA PÚBLICA del Estado; no tenemos un gobernador capaz de recibir la bala de impopularidad, para él la prioridad reside en proteger un imaginario aprecio popular, en resguardar su inventada imagen de paternalista desmedido, en salvaguardar la efigie que en su mente es respetada y en la plaza pública no pasa de charro dispendioso.
La deriva del Gallardismo y su vencimiento como un proyecto político serio, se ha acelerado con esta muestra de qué tanto están dispuesto a abandonar con tal de no sufrir raspones.
¿Cuántos otros artificios, ofensas a la inteligencia y abusos a la ciudadanía veremos de cara a la elección del 2027?, ¿qué tanto está dispuesto a sacrificar el gobernador con tal de llegar, supuestamente impoluto, a una elección en la que debe asegurar la permanencia de su estirpe política?, más importante aún, ¿quién le dirá a Gallardo Cardona que, pese a todos sus intentos, la gente ya sabe que incumplió su compromiso de no subir impuesto?
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.