Eder: Vivir con miedo

Antonio González Vázquez

Por la tarde del 15 de diciembre, en un predio en despoblado en la zona de la periferia de la cabecera municipal de Vanegas, fue encontrado el cuerpo de un menor de 2 años de edad, asesinado con arma blanca.

A Eder, presuntamente lo mató su padrastro quien lo había sustraído de la casa de su pareja. La madre le pidió a su hermana que cuidara del menor mientras iba a la tienda a realizar unas compras para preparar la cena.

En eso estaba la señora cuando recibió una llamada al teléfono, su hermana le informó con angustia de la desaparición de Eder. Ella regresó y junto con familiares y vecinos iniciaron su búsqueda y unas horas lo encontraron tendido y sangrante. Estaba muerto.

No es únicamente la violencia del crimen organizado la que infunde miedo en la sociedad, también aquella que se produce en los hogares.

La población convive con el miedo, le acompaña todo el tiempo y en cualquier lugar. Esa sensación de inseguridad surgida de las ejecuciones individuales y múltiples, cometidas con frecuencia inadmisible, habita en casa de las y los potosinos.

La tragedia ocurrida en Vanegas es un caso más de la funesta violencia de la que son objeto las familias en San Luis Potosí.

Datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública revelan que, de enero a noviembre del año en curso, se presentaron 8 mil 883 denuncias por violencia familiar.

Del arranque del sexenio de José Ricardo Gallardo Cardona en septiembre de 2021 a noviembre de 2024, se denunciaron 22 mil 275 delitos por violencia contra mujeres, niñas, niños y adultos mayores en el seno familiar.

La incidencia de ese delito tan atroz, ha observado un crecimiento sostenido, no hay nada que lo contenga. Ni el Estado ni la sociedad frenan ese fenómeno de abuso y de uso premeditado de la fuerza de agresores bestiales.

Un dato basta para confirmar el repunte de la violencia familiar: en 2015 fueron denunciados 2 mil 924 incidentes, desde entonces, los casos se han ido potenciando hasta triplicarse.

El drama revela que durante las últimas administraciones de gobierno, en los ámbitos estatal y municipal no se aplicaron estrategias efectivas en defensa de las familias: viven en la inseguridad dentro y fuera de casa.

El Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia del Estado y sus pares de los ayuntamientos están de adorno, son el florero en la sala. De poco o nada sirven.

Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), 68.6 por ciento de las mujeres de 15 años y más han experimentado violencia a lo largo de su vida, 12 por ciento más que en 2016.

Precisa que 41.7 por ciento de ellas, fue víctima de violencia durante los últimos doce meses. De manera específica, 34.6 por ciento experimentó violencia física.

El Plan Estatal de Desarrollo 2021-2027 contiene el Plan Sectorial del DIF Estatal, en el que define algo que incumple: “con dedicación y un firme compromiso de cercanía con la gente, nos consolidaremos como una institución de vanguardia, líder a nivel nacional, velando siempre por el bienestar de niñas, niños, jóvenes y adultos mayores en condiciones de vulnerabilidad para un mejor funcionamiento de la sociedad”.

En cambio, esa dependencia ha sido utilizada como plataforma electoral mediante una estrategia asistencialista apartada de la esencia de su objeto de existencia. Fue utilizada para posicionar a Ruth Miriam González Silva en la escena política, de modo que se convirtió en candidata y luego en Senadora.

Algo semejante ocurre en el ayuntamiento de la capital: del DIF municipal Estela Arriaga Márquez brincó a convertirse en candidata suplente al Senado, donde durante tres semanas suplió a la panista Verónica Hernández Rodríguez.

Resulta agraviante a la sociedad que instituciones con fines nobles se perviertan de esa manera.

Mientras los gobernantes hacen lo que les viene en gana, las familias potosinas siguen viviendo en el miedo.

La Violencia familiar es el infierno que florece en las casas donde se manifiestan expresiones de agresión física que pueden llegar al punto fatídico, con la muerte de las y los más vulnerables.

José Mario de 32 años de edad y padrastro de Eder, fue detenido una semana después de los hechos como presunto autor del crimen. Algo excepcional en una entidad donde impera la impunidad.

La aprehensión del sujeto por mandato judicial es plausible, sin embargo, lo deseable es que ese tipo de crímenes que resultan de la violencia familiar se prevengan mediante estrategias de protección a quienes viven indefensos situación de mal trato.

En estos días, el gobernador, alcaldes, diputados y senadores andan de posada en posada, repartiendo regalos para las familias. Les proporcionan una alegría efímera con un juguete, una cobija o un aparato electrodoméstico, pero en miles de hogares prolifera la violencia.

Cada familia conoce su propia desgracia y sólo en casos excepcionales denuncian y raramente éstas se convierten en carpetas de investigación que pocas veces concluyen con la detención y sentencia de los agresores.

Es tiempo de que se haga algo efectivo dada la gravedad de la violencia cuya dimensión debe ser inconmensurable, pues en nuestro estado el 93 por ciento de los delitos que se cometen no son denunciados.

El asesinato de Eder ocurrió el mismo día en que fueron abatidos en emboscada por un comando de presuntos sicarios, el alcalde de Tancanhuitz, Jesús Franco Lárraga, un joven de 32 años de edad, su secretario particular y dos escoltas. La tragedia en Vanegas pasó desapercibida pese a su gravedad.

San Luis Potosí está en proceso de descomposición social y política; todas y todos vivimos con miedo.

Con cifras oficiales al cierre del pasado mes de noviembre, durante la administración de Gallardo Cardona se registraron 2 mil 005 víctimas de homicidio doloso. A esa agravante se añade la violencia familiar. Ni en casa se puede vivir seguro.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias Notimex, La Jornada y Milenio.

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