María Ruiz
El silencio en los pasillos del hospital aquella mañana era ensordecedor. Beatriz Martínez Monjarás recuerda con precisión cada minuto de aquel día hace más de siete años, cuando su vida se partió en dos. A las 39.4 semanas de embarazo, su hija Samantha Guadalupe había fallecido en su vientre. Pero lo que siguió después de la devastadora noticia fue un cúmulo de negligencia, violencia obstétrica y una profunda soledad.
“Fue un proceso sumamente doloroso, no solo por la muerte de mi hija, sino por la falta de acompañamiento psicológico y tanatológico en el hospital. Nadie me explicó lo que estaba sucediendo, la noticia me la dio un ecografista, sola, sin nadie a mi lado”, relata Beatriz.
Durante su internamiento, vivió situaciones que vulneraron sus derechos más básicos: tactos constantes y dolorosos, abandono por parte del personal médico cuando pidió que se detuvieran, manipulación emocional para aceptar un método anticonceptivo y la falta de orientación para enfrentar un duelo perinatal. “Ni siquiera me explicaron que mi cuerpo produciría leche, ni las opciones para inhibirla. Simplemente me dieron dos pastillas sin decirme sus efectos”, recuerda.
El momento de despedirse de Samantha Guadalupe fue breve y desolador. Una enfermera le ofreció cargar a su hija unos minutos, un gesto humano que hoy, con el Código Mariposa, se busca convertir en un derecho garantizado. Sin embargo, Beatriz no tuvo la oportunidad de tomar una fotografía, un mechón de cabello, ni las huellas de los piececitos de su bebé.
El duelo invisible
El duelo gestacional y perinatal es una herida silenciosa, un duelo que la sociedad rara vez reconoce y que las familias enfrentan en solitario. “Es un tema tabú, incómodo para muchos. Me di cuenta de que no existía ninguna organización en San Luis Potosí que ofreciera apoyo a familias en esta situación. Busqué en México y tampoco encontré. Fue hasta que llegué a organizaciones internacionales, en España, Argentina y Estados Unidos, que pude acceder a acompañamiento”, cuenta Beatriz.
Ese vacío fue el motor para que Beatriz comenzara un camino de activismo y resiliencia. En 2019, decidió estudiar Psicología con el objetivo de entender y acompañar procesos de duelo como el que ella misma había vivido. Durante su tesis, descubrió cifras alarmantes: según la OMS, cada año nacen cerca de 2 millones de bebés muertos, lo que equivale a una muerte fetal cada 16 segundos. México no es ajeno a esta realidad, y San Luis Potosí, en particular, ocupa los primeros lugares en mortalidad gestacional y perinatal.
“En 2019, ocupábamos el segundo lugar nacional con una tasa de 9.6, y en 2020, el tercer lugar con 8.9. Además, somos el primer lugar en violencia obstétrica con una tasa del 38.9%, según datos de la ENVIH 2021”, detalla Beatriz.
El nacimiento del Código Mariposa
En 2023, una oportunidad inesperada tocó la puerta de Beatriz: una convocatoria para participar en el Tercer Parlamento de Mujeres de San Luis Potosí. “Sabía que era mi momento para visibilizar esta problemática. Presenté mi propuesta para crear un protocolo hospitalario que garantizara una atención humanitaria y digna para las madres que enfrentan una pérdida gestacional, perinatal o neonatal”, cuenta.
Así nació el Código Mariposa, un protocolo que ahora está plasmado en la Ley de Salud del Estado de San Luis Potosí, gracias a la reforma del artículo 51.
Los puntos clave del protocolo incluyen capacitación al personal de salud, para brindar una atención ética, respetuosa y humanitaria. Colocación de la mariposa morada, un símbolo que identifica a las madres que han sufrido una pérdida, para evitar situaciones insensibles o incómodas. Habitación Mariposa, un espacio exclusivo para estas madres, lejos de otras mujeres con bebés vivos. Sala de despedida, que es un lugar privado para que las familias puedan despedirse, tomar fotografías, guardar recuerdos y hacer rituales.
También la madre tiene derecho a estar acompañada por una persona de su confianza. Fomento de bancos de leche humana para permitir la donación y apoyar a otras madres y bebés. Información sobre lactancia sin bebé ya que las madres deben recibir orientación clara sobre cómo inhibir la lactancia o donar su leche, y acompañamiento psicológico para apoyo emocional y mental con enfoque en derechos humanos.
Un cambio que trasciende fronteras
Hoy, el Código Mariposa no solo es una realidad en San Luis Potosí, sino un modelo que podría replicarse en otros estados y países. Beatriz trabaja en conjunto con redes internacionales como la Red Latina de Salud Mental Perinatal y la Alianza Mexicana de Duelo Gestacional, Perinatal y Neonatal para extender este protocolo más allá de las fronteras del estado.
“Este no es solo un protocolo hospitalario, es un acto de humanidad. Nadie debería pasar por lo que yo pasé, nadie debería vivir su duelo en soledad, con violencia y desinformación”, afirma Beatriz con la voz firme pero cargada de emoción.
Actualmente, los hospitales Central, y del Niño y la Mujer en San Luis Potosí ya implementan el Código Mariposa, pero aún queda un largo camino por recorrer para garantizar su aplicación efectiva en todo el sistema de salud.
La historia de Beatriz y el Código Mariposa no es solo la de una madre que perdió a su hija, es la historia de una mujer que transformó su dolor en acción, su silencio en voz y su pérdida en esperanza para miles de familias que enfrentarán, en el futuro, el duelo gestacional y perinatal.
El símbolo de la mariposa morada ya no representa solo la pérdida, sino también el renacer, el cambio y la promesa de un futuro más humano y respetuoso para las madres y sus bebés.