Carlos Rubio
Algo pasó este diciembre, que Ricardo Gallardo Cardona envió su carta a Santa Claus bastante tarde, como si previamente hubiera decidido que ya es suficientemente grande para pedir regalos, pero de último momento recordó (o alguien le sugirió) que sí hay algo que quiere y se le puede conceder.
Lo que llama la atención en este entramado legislativo-judicial de la semana pasada no es la muy acostumbrada intención del gobernador de aplicar a su gusto y conveniencia una iniciativa que viene de la Cuarta Transformación, sino la puesta en acción de aquella fuerza superior que lo obligó a retroceder en su reforma del Poder Judicial local.
Lo apresurado de la petición que hizo no fue impedimento para que 27 duendesillos se pusieran a trabajar, aún en vacaciones, y tuvieran listo el regalo, incluso desde varios días antes de la navidad.
Entre lo más polémico de su carta, fue la creación de un Tribunal Unitario de Disciplina Judicial que, como su nombre lo dice, estaba pensado para ser controlado por una sola persona que tendría el poder de decidir sobre el futuro de cualquier juzgador local, sin la posibilidad de un debate y una votación.
Otro punto bastante controversial fue el establecer un único comité de evaluación que determinara a todos los candidatos finales que serían electos popularmente, cuando la reforma federal establece tres: uno por cada poder del estado.
La alarma fue encendida desde un inicio por la bancada de Morena, que lejos de hacer ruido en medios, tocaron puertas de más arriba y lograron echar abajo la pretensión de Gallardo Cardona de contar con un solo cubículo privado al cual acudir cuando las situaciones no resulten a su favor, y de tener en su persona, y en un duendesillo del Congreso, el poder de palomear a todos los candidatos.
Lo sorprendente fue que, a pesar de supuestamente contar con contrapesos en el Congreso del Estado, ni el PRI ni el PAN dijeron ni pio y aprobaron sin más la reforma con aquel Tribunal Unitario. Fueron los mismos diputados de Morena quienes se opusieron y votaron en contra la iniciativa.
El mundo al revés.
Meses de protestas y faramallas en contra de la reforma, para que al final del día aprueben sin chistar cualquier intento de gobernador por acomodar los poderes a su favor.
Lo que sí se le hizo realidad al mandatario estatal fue la renovación total del Poder Judicial para este 2025. Algo que difiere de la reforma federal, que prevé someter a elección el próximo año únicamente el 50 por ciento de los cargos y la otra mitad para el 2027.
Alguna prisa debe tener el gobernador por aplicar de manera inmediata la renovación de todos los jueces de San Luis Potosí y no dejar ningún cargo suelto para el próximo proceso electoral.
Por lo visto, el objetivo es tener todo el Poder Judicial afianzado en caso de que una catástrofe le ocurra a la gallardía en la elección de la gubernatura. A ver qué tanto vuelve a pegar el brinco la bancada morenista, ante las posibles irregularidades que se sigan presentando a lo largo del proceso, que ya está por iniciar.
Lo vivido la semana pasada es la muestra de que, aun con todo el poder que ya acumula Ricardo Gallardo Cardona en el estado, sus decisiones aún deben ser palomeadas por el partido que tiene el poder presidencial. Y, de intentar pasarse de listo, vendrá la orden desde arriba para que se ajuste a las condiciones que desde allá le impongan.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública. Formó parte de la tercera generación del MásterLab en edición de investigaciones organizado por Quinto Elemento Lab.