Carlos Rubio
Cuando la calidad de vida no mejora, no hay circo que alcance para disfrazar la ineficiencia de un gobierno. Las fiestas se terminan convirtiendo en paliativos, que una vez que se acaban terminan por destapar por verdaderos dolores de una sociedad que vive con miedo y que, aparte, atraviesa día con día dificultades en materia de salud y seguridad.
El alza de impuestos en México es un tema que siempre causa molestia en la población por una simple y sencilla razón: en los hechos difícilmente se puede justificar.
La inflación es una realidad que afecta tanto a los ciudadanos como a la administración pública. El encarecimiento de productos y servicios, y el necesario aumento de salarios obliga a una mayor recaudación por parte de los gobiernos. Si observamos la situación tan solo por este lado, se puede decir que es necesario el aumento a los impuestos.
Sin embargo, a la hora de visualizar los resultados de cada administración es cuando el alza se vuelve difícil de explicar.
A quién no le gustaría que le dijeran… sí, te vamos a cobrar más, pero también vas a recibir más. Una mayor calidad en seguridad, salud y educación.
El problema es que, por más que se recauda en San Luis Potosí, históricamente las carencias siguen siendo las mismas y en una mayor magnitud.
Por más PRI, PAN y Partido Verde que ocupen el Gobierno del Estado, la situación no mejora.
Una pequeña muestra de descontento sintió el gobernador Ricardo Gallardo Cardona, luego de que el pago de Control Vehicular de este año viera un aumento en comparación de los anteriores, debido al requerimiento de renovar la tarjeta de circulación. Una medida que, si bien estaba pensada desde el principio, pudo haberse evitado con tan solo escribir una vigencia hasta el año 2027 a la credencial.
No obstante, por alguna razón el gobierno gallardista ya tenía prevista la necesidad de una mayor recaudación para este año y, buscar hacerlo a través del parque vehicular no es poca cosa, ya que el número de vehículos en circulación en el estado asciende a más de un millón.
No cualquiera percibe un nuevo impuesto en las bebidas alcohólicas ni tampoco sabe a quién atribuírselo. La ignorancia y desinformación sobre estos procesos suelen ayudar a mitigar el descontento de la población. Algunas personas pensarán que fue el gobierno federal, otras el estatal y algunas más que fue el Congreso.
Pero resulta más fácil achacarle a alguien los aumentos en el control vehicular, sobre todo porque las oficinas recaudadoras están plagadas de color verde y el sello del Gobierno del Estado.
El descontento es mayor porque la reducción de impuestos vehiculares fue una bandera que Ricardo Gallardo ondeó desde sus primeros días como gobernador, con su propuesta de las placas y las licencias gratuitas.
Ya a medio sexenio, se ve complicado que el mandatario vuelva a soltar una propuesta como aquellas, ya que, en cuestión financiera, la cosa no les pinta nada bien. Y aunque un movimiento así le sería de mucha utilidad pensando en las próximas elecciones, será difícil que quieran dejar escapar un solo peso.
No habrá fiestas y conciertos suficientes que tapen la realidad de millones de potosinos, que diariamente deben enfrentarse a la cruda realidad de los servicios públicos y a la necesidad del gobierno de cobrar más por ellos que, aunque supuestamente muchos sean gratuitos, como la salud, la verdad es que la factura se pasa por otros rubros, llámese tarjeta de circulación en esta ocasión.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública. Formó parte de la tercera generación del MásterLab en edición de investigaciones organizado por Quinto Elemento Lab.