Cuando el capitán Philipp Lahm levantó este domingo la Copa del Mundo en Río de Janeiro, rubricó la hazaña de un triunfo que hace de Alemania el primer país europeo que gana un Mundial de fútbol en América.
El equipo consiguió esa gesta, además, en uno de los más míticos estadios de la región, el Maracaná, y ante una de las grandes selecciones de esta parte del mundo, Argentina.
Los dirigidos por Löw rompieron así la tradición que asegura que los equipos del continente donde se juega el campeonato tienen cierta ventaja gracias a aspectos como las condiciones climáticas o el mayor apoyo de los aficionados.
Los cuatro mundiales disputados en Sudamérica hasta ahora habían sido ganados por el país local o uno del vecindario, mientras nueve de los diez disputados en Europa fueron ganados por europeos. La única excepción fue Brasil, en 1958, cuando el mundo conoció a Pelé.
“Toda Alemania es campeona”, dijo tras el pitazo final del domingo Manuel Neuer, quien fue elegido el mejor portero del torneo. “No sé hasta cuándo festejemos, pero siempre nos levantaremos con una sonrisa”.
Lahm, por su parte, destacó el trabajo en conjunto. “Da totalmente lo mismo si tenemos los mejores jugadores individuales. Uno tiene que tener el mejor equipo”.
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Una máquina bien engranada
En las palabras de Lahm se esconde precisamente una de las claves que le permitió a Alemania romper el maleficio de los anteriores siete Mundiales que se celebraron en América (ver recuadro).
El campeón de Brasil 2014 fue el equipo diferente del torneo, el que funcionó como una máquina bien aceitada cuyos elementos se combinaron a la perfección.
Sin figuras rutilantes sobre las que recayó todo el peso, cada uno de los jugadores supo aprovechar el momento preciso para destacarse. Eso va desde el portero Neuer, tan importante ante Argelia, como el mismo Mario Götze, quien saltó desde la banca para anotar el gol del título, o Toni Kroos, quien jugó un partido fenomenal ante Brasil.
Ese engranaje es el fruto del trabajo del técnico Joachim Löw, quien asumió el mando de la selección tras la dolorosa eliminación del Mundial de 2006, celebrado precisamente en Alemania, y desde entonces le ha impuesto su estilo a un equipo que se caracteriza por su dinamismo y su efectividad.
El plantel, además, “se adapta rápidamente a cambios en la formación táctica durante los partidos, según las exigencias del adversario”, escribió el analista de deportes de BBC Mundo, Raúl Fain Binda.
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Otro aspecto que juega en favor de Alemania es la organización estructural de la Bundesliga y los programas introducidos por la Federación Alemana de Fútbol (DFB, por sus siglas en alemán) para preparar a las nuevas generaciones.
“La cantera produce jugadores a buen ritmo: en la final de la Liga de Campeones 2013, entre Bayern Múnich y Borussia Dortmund, nada menos que 26 jugadores de ambos planteles eran producto del sistema de academias y elegibles para representar a Alemania”, argumenta Fain Binda.
Precisamente uno de los aspectos más llamativos de esta selección alemana es la juventud de algunas de sus estrellas: el anotador del domingo, Götze, tiene 22 años; el goleador, Thomas Müller, apenas dos más, los mismos que Kroos. Y Schürrle tiene 23.
Ya no hay un bloqueo mental