María Ruiz
La Plaza de los Fundadores vibraba el sábado por la noche con el ritmo contagioso de la música salsa, donde miles de ciudadanos se reunieron a disfrutar de un espectáculo de baile, organizado por el ayuntamiento de la capital. Sin embargo, justo al costado, un grupo de ciclistas se organizaba para manifestar su indignación por un incidente que reflejaba la lucha constante de quienes eligen la bicicleta como medio de transporte en una ciudad que parece ignorar sus derechos.
Mientras la música llenaba el aire, la comunidad ciclista se preparaba para alzar la voz contra la violencia que enfrentan en las calles.
La indignación estalló luego de que el jueves pasado, un ciclista fuera agredido tras denunciar la invasión de un automóvil en la ciclovía de la avenida Venustiano Carranza, mismo que fue sometido con violencia por elementos de seguridad privada, aparentemente de un político a nivel federal.
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Este acto no fue un hecho aislado; es el reflejo de la constante agresión que viven quienes usan la bicicleta en una ciudad que prioriza a los automovilistas.
El eco de la agresión no tardó en extenderse por las redes sociales y las calles de San Luis Potosí, encendiendo la indignación de quienes ven en la bicicleta más que un simple medio de transporte, una forma de vida y una lucha por el derecho a circular con seguridad.
Como respuesta, colectivos ciclistas como Pedaleando San Luis, Vida Sobre Ruedas y BofosTeam convocaron a una rodada de protesta que recorrió las principales arterias de la ciudad, como un río imparable de luces y consignas, hasta llegar al lugar en donde se suscitó la agresión.
“Este hecho no es aislado. Es el reflejo de la constante agresión que vivimos quienes usamos la bicicleta. Vialidades hostiles, ciclovías ocupadas por autos y motocicletas, y una infraestructura que se deteriora ante la indiferencia gubernamental”, expresó Víctor Hernández, portavoz de Pedaleando San Luis.
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El punto de partida de la protesta fue la emblemática Plaza de los Fundadores, donde los ciclistas se congregaron con pancartas, timbres y chalecos reflectantes, exigiendo respeto y seguridad. La manifestación fue más que un reclamo; fue un recordatorio visible de que la bicicleta no es un estorbo en la ciudad, sino una alternativa sustentable que merece ser protegida y promovida.
Los activistas han señalado que la infraestructura ciclista de San Luis Potosí es deficiente. Apenas hay 50 kilómetros de ciclovías, muchas en condiciones deplorables y frecuentemente invadidas.
“El gobierno municipal prometió cambios: una Secretaría de Movilidad, un Observatorio de Movilidad, la actualización del reglamento de tránsito. Pero, ¿dónde están esos compromisos? No vemos avances, solo excusas”, reclamó Hernández.
Más allá del ámbito municipal, el Congreso del Estado también ha sido señalado como responsable de la crisis de movilidad. Desde hace meses, los colectivos han impulsado la “Ley Santi”, una propuesta ciudadana que busca establecer una Ley Estatal de Movilidad y Seguridad Vial. Sin embargo, la iniciativa sigue varada en la burocracia legislativa.
“Necesitamos un marco normativo fuerte, que priorice la seguridad de las personas y el derecho a movernos sin miedo”, insistieron los activistas.
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Mientras tanto, el ciclista agredido sigue siendo un rostro anónimo en esta historia. Los colectivos han intentado localizarlo para brindarle apoyo en la denuncia, pero sin éxito. “Nos preocupa su seguridad. Queremos acompañarlo en este proceso, asegurarnos de que no haya represalias y que su caso no quede impune”, señalaron.
En San Luis Potosí, dijeron las cabezas de estos colectivos, los bici-usuarios enfrentan diversas dificultades que afectan su seguridad y comodidad al utilizar las ciclovías.
Así lo señaló José Enríquez Paredes, integrante de Vida Sobre Ruedas, quien dijo que uno de los principales problemas es la falta de infraestructura adecuada para la movilidad en este medio de transporte.
“Muchas ciclovías están mal señalizadas, interrumpidas o en mal estado, y en ocasiones están obstruidas por vehículos estacionados indebidamente. Esta situación genera riesgos para quienes se desplazan en bicicleta y limita su acceso a rutas seguras”.
Ante esto, también recalcó que la convivencia con vehículos motorizados puede ser peligrosa, ya que muchos conductores no respetan los espacios designados para ciclistas, lo que genera situaciones de violencia vial. En algunos casos, los bici-usuarios han experimentado agresiones verbales o físicas por parte de conductores.
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La respuesta de las autoridades de tránsito también es un punto crítico, dijo, pues en lugar de garantizar la seguridad de los ciclistas, a menudo se observa una omisión en la regulación del tráfico y, en ocasiones, el uso de la fuerza por parte de las autoridades en situaciones que deberían ser de apoyo.
“Es fundamental atender estas necesidades, ya que promover el uso de la bicicleta no solo favorece la movilidad sostenible y la reducción de la contaminación, sino que también mejora la calidad de vida de la comunidad. Escuchar y abordar las demandas de los bici-usuarios es esencial para construir una ciudad más inclusiva y segura para todos”, aseguró.
La rodada de protesta no fue solo una respuesta inmediata a la agresión. Fue un grito colectivo contra un modelo de movilidad excluyente y peligroso, un reclamo de justicia que no se apagará ni con la música de un espectáculo, ni con la omisión de las autoridades.