Adriana Ochoa
Empiezan los calores del estiaje y la queja se extiende en las vialidades cercanas al parque Tangamanga Uno después del mediodía: el mayor pulmón de la ciudad de San Luis Potosí, 410 hectáreas, huele a caca.
El Tangamanga es parque estatal y Gobierno del Estado echa la culpa al organismo intermunicipal de agua potable y saneamiento (Interapas). El Interapas revisa y encuentra que hay una fuga de aguas residuales en alguna parte y una derivación indebida de un fraccionamiento cercano, pero el gobierno estatal no lo deja actuar es “su” parque y se le acaba el motivo para el golpeteo político.
No es ninguna novedad que fraccionamientos residenciales del poniente de la ciudad echan sus detritus al vaso de contención del parque, una enorme zanja en la parte más alta del mismo, que desacelera las avenidas de agua pluvial a la ciudad desde los fraccionamientos “dorados” metros más arriba.
En tres décadas, desarrolladores construyeron y vendieron áreas residenciales como se les vino en gana. No hubo autoridad que les obligara a meter drenaje pluvial adecuado, ni siquiera sanitario en algunos casos; tampoco se les exigió reducir el gradiente de calles y avenidas por donde el agua de lluvia corre como río.
Los fraccionadores pavimentaron cerros tal y como estaban, fraccionaron y vendieron a precio de oro. El parque Tangamanga paga las consecuencias. Más de una vez han detectado el ingreso de aguas residuales de la “zona dorada” de San Luis a los canales y vasos del parque. Por si el color del agua y unas “natas” turbias en la superficie no dijeran suficiente, la temporada de estiaje suele ser un delator frecuente a la nariz del más constipado.
En tiempo de lluvias, también hay problemas. Nada es nuevo, porque nunca se atiende de fondo. En octubre de 2019, la Secretaría de Desarrollo Urbano, Vialidades y Obra Pública (Seduvop) remitió al Instituto Municipal de Planeación un oficio con una opinión técnica y comentarios respecto de proyectos inmobiliarios a considerar en la elaboración del Programa Municipal de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano de San Luis Potosí. La Seduvop observó que el desarrollo El Pedregal, al sur del parque Tangamanga Uno, requería reducir las pendientes de sus vialidades (8% máximo).
Seduvop recomendó identificar “el impacto que generaría el proyecto en términos de incremento a las inundaciones del valle a causa de escurrimientos pluviales, toda vez que el predio contiene varias cañadas. Los escurrimientos pluviales vierten al Parque Tangamanga y a Av. Chapultepec, los cuales no cuentan con la infraestructura necesaria para su captación y control de caída. En su proyecto de uso de suelo, no tiene considerado espacio para áreas verdes o infraestructura de captación de aguas pluviales, en general todo es urbanizable, incluyendo las cañadas con pendientes superiores al 15%”.
Pasada la pandemia, la expansión inmobiliaria continuó en los cerros. No se conoce que hayan construido drenaje ni infraestructura pluvial alguna. Y en el parque y sus alrededores, cuando la temperatura se eleva, el aire lleva un olor a drenaje descarado.
Entre los anuncios espectaculares con motivo de su toma de posesión, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona prometió “un canal navegable” en el parque Tangamanga Uno. Algo así como el paseo Santa Lucía, en Monterrey, inspirado en el River Walk de Santa Antonio, Texas. El Santa Lucía es un río artificial de 2.3 km en el parque Fundidora. Y si bien el Fundidora no tiene ni la mitad de superficie que el parque Tangamanga, un paseo navegable de las dimensiones e inversión del Santa Lucía se ve complicado de construir y operar en el Tangamanga.
El cuerpo de agua que Gallardo prometió para navegar ya está en obra. El parón presupuestal se tradujo en trabajos casi detenidos, pero ya es visible el movimiento de tierras, canalizaciones y lo que parece preparación y enmallado metálico, algo para fondear con geomembrana nada menos que el vaso de contención de avenidas de agua, en la zona más alta del parque.
La obra rodea el hangar y helipuerto del Gobierno del Estado recién construido y con acceso al Periférico. De la base del hangar, por la parte de atrás, dos gruesos tubos salen para descargar en el zanjado. Hangar oficial en medio de un lago artificial.
Hay una estructura nueva de derivación de aguas con un canal de malla metálica metros adelante. Una vez que la obra sea terminada y entre en operaciones, se supone que vendrán las puntuales respuestas sobre aspectos que no se le ven ni se conocen. Para empezar, a quién contrataron y cómo.
Si lo que ha sido por un par de décadas un vaso de contención de avenidas de agua podrá ahora hacer la misma función además de brindar esparcimiento y algún goce estético urbano. El año pasado, tras las lluvias, los tres principales “lagos” del parque se llenaron.
La dirección de los parques estatales anunció entre otras obras, seis vasos de gaviones o retenciones filtrantes de piedra y malla metálica. Se desconoce si hay estudios de factibilidad que avalen lo anunciado o, como ya es probada conducta, se han tirado el proyecto recreativo a pura intuición y gusto. Los gaviones si no se cimentan bien, la presión de una corriente de agua intensa los hace ceder y aportan mayor peligrosidad con el arrastre de piedras.
No se sabe tampoco si ese el canal navegable o cuerpo de agua recreativo tendrá tratadora, porque un paseo navegable en agua estancada, y con filtraciones de drenajes residenciales, no va a ser agradable, ni estético ni saludable. Nada más hay que ver los canalones del parque atascados de lirio para entender que la contaminación de heces fecales en el Tangamanga se normalizó hace mucho.
De un gobierno que en plena sequía prefirió invertir en una costosa arena de espectáculos (600 mdp) antes que en una presa o en infraestructura de agua potable para la población, se puede esperar que anteponga consideraciones recreativas, “vestidoras” y de lucimiento, antes que la solución a problemas de infraestructura, servicios y seguridad de la población.
Menos invectivas y acusaciones estridentes y más soluciones de raíz, del color que sea el gobierno que deba aplicarlas. Le inviertan lo que le inviertan, si se limitan a lo cosmético, si no resuelven décadas de inaceptables descargas de drenaje, el gran parque de los potosinos acabará anunciado como un “tour de merde”.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Adriana Ochoa es periodista desde 1988. Actualmente es directora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y docente titular de Organización Política y Ciudadanía.