La feria de los juzgadores

Adriana Ochoa

Hasta donde avanzan las campañas para cargos de juzgadores en el Noveno Circuito de San Luis Potosí, la promoción tomó el cariz de una feria de extravíos, perspectivas militantes, enchufes evidentes, credos meritocráticos y algunas destacadas habilidades para vender al cambaceo cepillos, ollas de peltre o guishe para los trastes.

Los y las hay, candidatos y candidatas, que no saben ni cómo empezar a estas alturas. Al menos no en las redes sociales que dieron como referencia al INE para hacer sus promociones. Están en el sitio oficial su nombre completo, currículo, foto, número de candidato para la boleta y poder que lo promovió, hasta ahí. Los enlaces que ellos mismos proporcionaron a sus cuentas de Tik Tok, Instagram y X manda a perfiles sin una foto, sin videos y sin algún comentario o propuesta. Los topes de gastos de campaña establecidos no dejan mucho margen de promoción fuera del esfuerzo propio, con alguna asesoría, en las redes: 413 mil para un magistrado de circuito y 220 mil para un juez.

Es obvia la brecha tecnológica: los casos de perfiles vacíos, o “Error 404”, son menos frecuentes en aspirantes más jóvenes. Pero no por ello hay contenidos que permitan a los votantes conocerlos y saber lo qué proponen. El contenido estelar en la cuenta de TikTok de joven aspirante a magistrada está a cargo de su perro, un corgi que “declara” cuánto ama a su humana. Lo demás son mensajes de optimismo y superación.

Los y las hay con trayectorias académicas de 9.5 para arriba, tesistas cum laude, posgrados en universidades prestigiadas y hasta dominio de tres idiomas, pero sin un solo mensaje de presentación, no se diga una propuesta o posicionamiento, que ayuden a ubicarlos como opción.

Están también los que se nota que no le sabían a las redes. La mayoría de los candidatos a juzgadores del 9° Circuito tienen cuentas datadas en marzo de 2025. Pero también se han esforzado en trabajar con medios de manera seria, con rondas en noticieros y espacios radiofónicos y portales informativos.

¿Los partidos fuera de estas campañas? ¿Neutralidad ideológica? Ay, por Dios, ni las almas más cándidas se tragan eso. La militancia, “corriente”, adhesión ideológica y padrinazgo de origen se desborda en colores, promesas, coordenadas curriculares y rollos “progres”, meritocráticos o de responsabilidad social.

Ulises Serrato, candidato a magistrado, grita en la camisa la fe de su apuesta: blanca, con el águila frontal del Poder Judicial bordada en oro y su nombre en color tinto-Morena. Faltaba más. Propone hacer justicia “tocando base en el humanismo mexicano”, lo que sea que supongan que eso significa, y “del pueblo para el pueblo”. Con la Hacienda de Peotillos de fondo, se presenta como un abogado de esfuerzo propio, con paso por afortunados cargos públicos en gobiernos estatales priistas y verdes. En su cuenta de X, réplicas a posts de la consejera jurídica de Presidencia, Ernestina Godoy, y de Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Gobernación. En uno de sus videos, un comentario hizo el complemento: familiar de Leonel Serrato Sánchez, ex candidato de Morena y Verde.

Otro aspirante, con camisa negra y su nombre en letras verdes, al igual la tipografía de identificación en sus videos, fue ubicado en comentarios como “del PVEM”: Héctor Yamal Ramírez García, actual secretario de tribunal Colegiado del Trabajo y candidato a magistrado laboral.

Su cuenta de TikTok se ve nutrida y presenta cifras de seguidores por miles. Si por elogios de los “seguidores” fuera, ya sería ganador. Además, “seguidores” de floreo profuso y porras de un molde muy parecido a las que corean loas permanentes en las redes de Gobierno del Estado. Que si no gana, con ese verbo a ritmo de metralleta, puede vender autos usados, ungüentos para el reuma o terrenos en la luna.

Quien sabe por qué, también hay un aspirante a magistrado que usó tipografía tricolor, tiene una larga carrera en el Poder Judicial Federal y tira de la oportunidad de trabajar en su terruño, pues actualmente es juez en un circuito norteño: Francisco Rubín de Celis.

Hay optimistas medio “boho”. Marco Vinicio Hernández Milán, un litigante con trayectoria notarial, alcanzó lugar como candidato y se presenta en sus cuentas como un verdadero ciudadano con trabajo propio. En un post de Tik Tok, va su foto y de fondo la melancólica “Mi sorpresa fuiste tú”, de Calibre 50, a todo trapo con aquello de “ahora entiendo cuando dicen/que Los tiempos de Dios son perfectos…”.

Significativo que no haya magistradas mujeres en ejercicio que busquen quedarse por vía electoral, sólo varones. Y no, ni campaña hacen todavía. A algo le apuestan, parece. El magistrado Marat Paredes Montiel, por ejemplo, se dice “obrero del derecho constitucional”, no tiene un solo post de presentación o propuesta, pero saca a relucir con un reposteo que estuvo en la ponencia del ministro Góngora cuando éste votó, hace veinte años, porque la Asamblea del DF pudiera combatir el desafuero de AMLO.

No, no hay candidatos bailongueros, “transformadores” ni “más preparados que un chicharrón”. A Dios gracias. Pero no hay todavía quién haga propuestas que la gente pueda entender y no se limite a ofrecer que juzgará con perspectiva ideológica del derecho -no siempre acertada-, o generalidades de Perogrullo como “la justicia pronta y expedita”.

No hay alguno que ofrezca por lo menos hacer resoluciones más entendibles, “para el pueblo” y no para solo para especialistas en la materia. El derecho de comprensión debiera ser un básico para todo ciudadano expuesto a las consecuencias de la administración de justicia. Da igual si la judicatura abandona o no la neutralidad política, cualquiera que haya recibido un escrito judicial en este país sabe que requerirá ayuda profesional, rara vez gratuita o solidaria, para entender en qué proceso está metido y cómo afectará su vida.

Desde ahí podrían empezar a fijar posturas. Con la imagen del Benemérito por delante, por supuesto en bronce, todas las sedes judiciales de este país se han esforzado en conseguir el dudoso mérito de ser los lugares menos amables para hacer valer un derecho.

A esta campaña de juzgadores federales se adosará la de juzgadores estatales. Hay algo claro: el oficialismo se va a volcar en campañas porque se soporta mucho en redes. Puede que sea como esos concursos de fiestas patronales donde sueltan cerditos en un campo para que los chamacos los persigan y atrapen como premio.

Conociendo los paños del gobierno estatal, estaremos de gane si esa suelta de cerditos no es en lodo.

LÍNEAS AMARILLAS. Primero fue la lloradera de Gobierno del Estado porque no les piden parecer sobre el nombramiento de delegados federales, decisiones que la Federación no tiene porqué sujetar al gusto de gobiernos estatales. Y el remate, el nombramiento en el Senado, sacado con tirabuzón, de dos magistrados del Tribunal Electoral del Estado afines a Morena: María Carolina López Rodríguez y Sergio Iván García Badillo. Los nombramientos dejaron en el camino a una dupla de aspirantes verdes que fueron hechos a un lado. Primeros avisos claros de no traspasar esferas.


REVOLCANDO LA GATA. Nos lo adelantó un expresidente estatal del PAN: las dirigencias nacionales nunca descobijan a dirigencias estatales que los apoyan, hagan lo que hagan. A la reposición del proceso para presidente estatal el CEN panista envió “delegados” que ni la cara dan, así que ya tienen en los hechos muy claro que don Jorge Romero se limitará a patear el bote y disfrutar el cargo. Repondrán la elección de Verónica Rodríguez con menos mugre a la vista, nada más.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Adriana Ochoa es periodista desde 1988. Actualmente es directora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y docente titular de Organización Política y Ciudadanía.

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