Carlos Rubio
No es sed de que rueden cabezas, sino de transparencia. La Universidad Autónoma de San Luis Potosí dio un primer paso para reivindicar el camino, al solicitar la rescisión del contrato de arrendamiento de su terreno, pero no es suficiente.
Son evidentes las omisiones que llevaron a la máxima casa de estudios hasta este punto, que podría desencadenar un costoso litigio para la institución, en caso de que la empresa decida tomar una postura necia. Por esto y más se debe aclarar cómo se procederá en contra de quienes, por mínima que haya sido su intervención, facilitaron que casi se llevara a cabo un oscuro negocio con la UASLP.
Mientras la institución no esclarezca cómo ocurrieron los hechos, los reflectores y la culpa apuntarán hacia la cabeza: el rector Alejandro Zermeño Guerra, como máxima autoridad que ampliamente respaldó el proyecto y lo promocionó como de amplio beneficio para la Universidad.
La pregunta que ya hizo eco durante mucho tiempo es: ¿realmente no sabía de la plaza comercial que se pretendía construir?
Aunque parezca increíble, podría ser cierto, sin embargo, para deslindarse por completo, tendría que aclarar entonces quién al interior de su administración estaba dándole vía libre a este proyecto.
Las implicaciones pudieron haber sido mínimas, pero no por ello menos significativas. Desde la omisión al aprobar un proyecto que ni si quiera conocen, como el caso de todo el Consejo Directivo Universitario (alumnos, profesores y directivos), hasta el no excusarse de un asunto que podría configurar un conflicto de interés, como fue el caso del secretario general de la Universidad, Federico Garza Herrera, quien tiene una relación familiar con el apoderado legal de la empresa arrendataria, Fabián Espinosa Díaz de León.
No pudo haber avanzado sin el aval de al menos un alto funcionario, ¿o qué iba a pasar cuando se dieran cuenta que en lugar de una cancha de fútbol había 30 locales? ¿Esperaban que nadie dijera nada? ¿Que los estudiantes simplemente aceptaran con gusto su Carl’s Jr.? Con tales cuestionamientos nadie sabe qué pretendían los pillos detrás de este negocio que se ha venido abajo.
Si no llegan respuestas, queda por entendido que el rector está dispuesto a asumir completamente la culpa de este entramado que apesta a corrupción, sin importar que eso empañe los ocho años que permanecerá al frente de la UASLP y al próximo proyecto que desee catapultar hacia la Rectoría, ya que este gran descalabro seguramente será el pan de cada día para campañas negras, así que, la visión de Zermeño Guerra deberá ser a futuro y no para los próximos seis meses.
Por otro lado, la exigencia de aclaraciones no debería venir únicamente de la prensa. El universo de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí es bastante amplio, miles de estudiantes que saben dónde está la Rectoría, profesores que –espero– comprenden mejor la importancia y alcances que tiene la institución, y administrativos, quienes también tienen derecho a exigir transparencia sin importar que sea su espacio de trabajo.
PD: Sería ocioso que después de tantos días y tanta explotación del tema del “fantasma de Palacio”, también buscáramos hacer aquí un análisis de algo que no tiene más explicación que una bochornosa narrativa oficialista, por lo que no me queda nada más que decir que es una pena tener este nivel de administración pública y política en nuestro estado. Estoy seguro, muy muy seguro, de que este tipo de situaciones no se las merece San Luis Potosí ni su gente.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública. Formó parte de la tercera generación del MásterLab en edición de investigaciones organizado por Quinto Elemento Lab.