La droga inteligente que triunfa en las mejores universidades del mundo

Anfetamina, Katovit, Ritalin, Rubifen, Dexedrina, Aderall, TetraTab… Eso es el pasado de las “drogas para estudiar”, porque el presente parece pertenecer, cada vez más, al Modafinil.

Todos hemos fantaseado con la idea de dar con esa “píldora mágica” que nos salve la noche antes de un examen. Esa sustancia capaz de mantenernos más atentos, más concentrados, durante más tiempo. Y parece que, esta vez sí, la ciencia coincide en señalar la eficacia del modafinilo, un fármaco inicialmente indicado para el tratamiento de la somnolencia excesiva asociada con la narcolepsia.

Su uso no es nuevo. Los primeros que experimentaron con los efectos del modafinilo al margen de la narcolepsia fueron los soldados estadounidenses en la guerra del Golfo. A finales de los dosmil, l a moda empezó a cundir en las universidades de élite y en ambientes profesionales competitivos, y desde entonces la sustancia —comercializada como Provigil— no ha dejado de ganar adeptos entre los aficionados a los “potenciadores cognitivos”.

La primera ‘smart drug’ segura

A pesar de su creciente popularidad a ambos lados del charco, hasta ahora no existía un consenso sobre los efectos del consumo de modafinilo en la salud de personas no diagnosticadas de narcolepsia.

Por eso, un grupo de investigadores de las universidades de Harvard y Oxford han revisado 25 de los estudios más recientes disponibles sobre la droga llegando a la conclusión de que su consumo entre personas sanas es razonablemente seguro a corto plazo.

La revisión confirma además que el modafinilo funciona. Entre sus efectos positivos se señala la mejora de la atención, el aumento de la memoria y la capacidad de aprendizaje, y lo que en psicología se define como “inteligencia fluida”, nuestra capacidad para adaptarnos y enfrentarnos a situaciones nuevas de forma ágil a través de la creatividad y de procesos complejos de planificación o solución de problemas.

“Por primera vez tenemos un agente sin efectos secundarios serios que muestra beneficios que no habíamos visto antes en otras drogas inteligentes”, comentan Anna-Katharine Brem y Ruairidh Battleday, autores de la revisión.

“No estamos diciendo, ‘tomad este fármaco y vuestra vida será mejor’, pero ha llegado el momento de entrar en un debate amplio sobre cómo integrar los potenciadores cognitivos en nuestras vidas. Necesitamos explorar los aspectos éticos, científicos y políticos de estas sustancias, y el público necesita formar parte de ese debate”.

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