Pocas personas son tan relevantes en la historia moderna como estos dos personajes: geniales en su arte y disciplinas, configuran por sí mismos dos auténticos íconos capaces de perdurar en los años con el mismo brillo de las estrellas eternas.
Marilyn Monroe y Albert Einstein. Uno sigue siendo un gran referente en el mundo de la ciencia. La otra, mujer de sinuosas formas y afilada sensualidad cinematográfica; actriz que todo director de cine deseaba para sus películas en los años 50 y 60. Einstein pasaba su tiempo entre fórmulas matemáticas y Marilyn entre los platós de rodaje. Pero la casualidad quiso que un día coincidieran…
El día que Marilyn se encontró a Albert Einstein.
Ocurrió a finales de los años 40, en una fiesta más donde las obligaciones sociales de cada uno, hicieron que coincidieran. Se cuenta que Marilyn tenía especial interés en hablar con Einstein, que había leído sobre él y que deseaba ser presentada ante tal eminente hombre de ciencia. No lo dudó, y fue ella misma quien se acercó, y para romper el hielo, dijo aquello que le vino primero a la cabeza:
“Qué dice profesor, deberíamos casarnos y tener un hijo juntos. ¿Se imagina un bebé con mi belleza y su inteligencia?
Albert Einstein esbozó una pequeña sonrisa al ver ante sí a Marilyn, Después, adoptó una expresión seria ante la propuesta de la actriz. No tardó en responderle:
“Desafortunadamente temo que el experimento salga a la inversa y terminemos con un hijo con mi belleza y su inteligencia”.
Ambos rieron, intercambiaron alguna palabra más y ahí quedó la fantástica proposición de Marilyn y la apurada respuesta del gran genio. Pero lo curioso de todo es que había algo que no era del todo cierto en la conversación. Monroe tenía un coeficiente intelectual de 165, superando incluso a Einstein en 5 puntos. Es más, de hecho es incluso superior al de Stephen Hawking, que dispone de un CI de 152.
Estos datos se saben pues en esa época ya eran habituales los test de inteligencia, creados y empleados en 1912 por William Stern, psicólogo alemán. Para los años 40 y 50, se aplicaban con relativa normalidad. No se sabe qué profesional le aplicó la prueba a la actriz, pero fue un dato muy extendido hasta ahora.
Marilyn Monroe tenía una inteligencia notablemente alta.
Pero la belleza no siempre está correlacionada con la felicidad; tampoco con la estabilidad emocional ni con conseguir un doctorado en una prestigiosa universidad. La inteligencia está formada por muchas áreas y hoy en día se sabe que aquellas personas con un CI más alto, suelen ser las más infelices, al no ser capaces de gestionar sus emociones, aspiraciones y necesidades.
Se sabe que Monroe llegó a crear su propio personaje, que estudió entonar un tipo de voz que aún no siendo el suyo, sonaba más dulce y seductor de cara a formar esa imagen que le dio el éxito; también tuvo que superar una infancia difícil y una adolescencia rota, de la que pudo escapar hasta llegar a esa alfombra roja de Hollywood. Ahí donde nunca es fácil mantenerse.
Pero ella lo logró. Todos sabemos cuál fue su final y que, seguramente no llegó a ser muy feliz en su vida.
Pero su inteligencia era tan notable como la de cualquier genio. Así que si hubiera tenido un hijo de Albert Einstein, no sabemos si hubiera sido agraciado físicamente o no, pero es probable que hubiera tenido la brillantez intelectual de dos genios en sus respectivas partes. ¿Por qué no?