Los güevedoces: donde las niñas se convierten en niños

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Ciudad de México (26 de septiembre de 2015).- En una pequeña comunidad de la provincia sureña de Barahona, una condición genética hace que algunos hombres que nacen con apariencia de mujeres, les crezca el pene durante la pubertad.

Johnny vive en un pequeño pueblo de la provincia de Barahona, en el sur de República Dominicana, donde él y otros son conocidos como güevedoces. Lo que se puede traducir como “con penes a los 12 años”.

Como los otros güevedoces, Johnny fue educado como una niña porque no tenía testículos ni pene visibles. Solo cuando se acercaba a la pubertad le creció el pene y descendieron sus testículos.

Johnny, conocido antes como Felicita, recuerda ir a la escuela con un pequeño vestido rojo, aunque dice que nunca le gustó hacer ‘cosas de niñas’. “Nunca me gustó vestirme como ellas, y cuando me traían juguetes para niñas, nunca los utilizaba”. Cuando veía a un grupo de niños, me paraba a jugar a la pelota con ellos”.

Cuando se convirtió en hombre de forma evidente, fue objeto de burlas en la escuela, a las que respondía con los puños.

“Solían decir que era el diablo, cosas feas, palabras sucias. Y no tenía otra opción que pelear con ellos porque estaban cruzando una línea”.

De Carla a Carlos.

BBC Mundo también conoció a Carla, que a la edad de siete años está a punto de convertirse en Carlos. Su madre empezó a percibir el cambio hace tiempo.

“Cuando cumplió cinco años, me di cuenta que siempre que veía a uno de sus amigos niños, quería pelear con ellos. Sus músculos y pecho empezaron a crecer. Podías ver que iba a ser un niño. Yo la quiero sea quien sea. Niña o niño me da igual.

¿Pero por qué sucede esto?

Una de las primeras personas en estudiar esta inusual condición fue Julianne Imperato-McGinley, de la Universidad de Medicina de Cornwell, en Nueva York. En la década de 1970, llegó a esta zona remota de República Dominicana, atraída por los reportes extraordinarios de las niñas que se convertían en niños.

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Cuando llegó, vio que los rumores eran ciertos. Hizo multitud de estudios sobre los güevedoces, incluyendo biopsias de sus testículos, antes de descubrir finalmente el misterio.

El “juego” de los cromosomas.

Cuando una persona es concebida, tiene normalmente un par de cromosomas X si va a ser niña, o un par de cromosomas XY si es niño. Durante las primeras semanas de vida en el útero, no somos ninguno de los dos, aunque empiezan a crecer los pezones para los dos sexos.

A plastinated foetus is seen during the exhibition "Body Worlds" by Gunther von Hagen in Rome

Luego, tras ocho semanas después de la concepción, las hormonas del sexo aparecen. Para los hombres, el cromosoma Y instruye a las gónadas para que se conviertan en testículos y envía testosterona a una estructura llamada el tubérculo, donde se convierte en una hormona más potente, llamada dihydrotestosterona; esto transforma el tubérculo en pene. Las mujeres no producirán esta hormona, entonces el tubérculo se convierte en un clítoris.

Condición genética.

Cuando McGinley investigó a estos niños, descubrió la razón por la que no tienen genitales masculinos al nacer: tienen deficiencia de una enzima conocida como 5-alfa reductasa, que normalmente convierte la testosterona en dihydrotestosterona.

Esta deficiencia parece ser una condición genética, bastante común en esta parte de la República Dominicana, pero muy rara en otros sitios. Así que los niños, a pesar de tener un cromosoma XY, parecen niñas cuando nacen. En la pubertad, como otros chicos, reciben otra dosis de testosterona. Esta vez el cuerpo responde y les nacen músculos, testículos y pene.

Las investigaciones de Imperato-McGinley mostraron que en la mayoría de los casos, los nuevos órganos masculinos funcionan bien, y que muchos güevedoces viven sus vidas como hombres. Aunque algunos se operan para seguir siendo hembras.

Otra cosa que McGinley descubrió, fue que los güevedoces suelen tener próstatas más pequeñas, lo que tiene implicaciones profundas para hombres de todo el mundo. Esta observación hecha en 1974, fue recogida por Roy Vagelos, director de Investigación en el gigante farmaceútico Merck.

Ayuda a la ciencia.

Pensó que esto era muy interesante y puso en marcha investigaciones que llevaron al desarrollo del que se convertiría en el medicamento más vendido para afecciones de la próstata, finasterida, que bloquea la acción de la 5-alpha-reductasa, imitando la falta de dihydrotestosterona vista en los güevedoces.

Estos chicos, a pesar de ser educados como niñas, mostraron casi todos preferencias heterosexuales. Ella concluyó en su estudio que las hormonas en el útero son más importantes que la educación cuando se habla de la orientación sexual.

En el caso de Johnny, desde que desarrolló genitales masculinos, ha tenido novias durante cortos periodos, pero todavía busca el amor. “Me gustaría casarme y tener hijos, una pareja que esté conmigo en lo bueno y en lo malo”, relató.

Fuente: BBC Mundo.

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