“Knocker up”, los despertadores humanos

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Es seguro que más de una vez has llegado tarde al trabajo o la escuela porque no sonó, o no escuchaste tu despertador. A todos nos ha pasado; confiamos de más en la tecnología, en ese reloj despertador, en la ingeniería de nuestros teléfonos, capaces de hacernos abrir los ojos al ritmo de nuestra música favorita.

¿Pero cómo se las arreglaban nuestros antepasados? ¿Qué hacían todos esos trabajadores que diariamente debían cumplir con sus turnos en las fábricas en plena revolución industrial? Pues para eso había un original y respetable oficio que el mismo Charles Dickens describió en uno de sus muchos libros, y a continuación te hablaremos de él: Los “knocker up”.

“Toc toc…” Alguien llama a tu ventana…

Imagina estar en plena revolución industrial; con turnos interminables y un trabajo duro para toda la familia, incluyendo los niños. Si uno cometía el descuido de llegar tarde a su puesto en la fábrica, era rápidamente despedido y reemplazado, pues mano de obra era lo que menos faltaba. Así que el temor por quedarse dormido era una sombra de terror que nadie podía permitirse.

¿Qué hacer entonces?

En Inglaterra e Irlanda se puso de moda un oficio tan original como práctico: eran los “Knocker up”. Su tarea era bien simple: la noche anterior uno concertaba con ellos la hora exacta en la que deseaba ser despertado, para después, una vez habían recibido los peniques acordados, el knocker up acudía con rigurosa puntualidad para golpear el cristal de la ventana de la habitación. Y por supuesto, insistía hasta que obtuviera la respuesta de que, efectivamente, la persona ya se había despertado.

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Estos “despertadores humanos”, muchas veces eran policías que aprovechaban sus turnos de trabajo para llevarse un sobresueldo. Algo fácil y efectivo que les ayudaba a mantenerse holgadamente. También había aquellas personas que habían perfeccionado al máximo su trabajo. Construían largos palos con los que alcanzar la altura necesaria para acceder a cualquier ventana. En ocasiones, tenían como tarea despertar a todos los inquilinos de una misma calle, trabajadores que vivían en un mismo núcleo urbano y que debían cumplir el mismo turno de trabajo.

Al final del día, el kcnocker up se llevaba un buen sueldo para poder pasar el día con total tranquilidad.

Además, también entre knockers up había los mejores; una de ellas era Mary Smith, quien llegó a ser muy conocida por su habilidad como “despertador”; tenía una afinada técnica que se basaba en usar una cerbatana para golpear las ventanas. No tenía más que poner el ojo, situar la cerbatana y soplar para lanzar un auténtico bombardeo a base de guisantes para despertar a sus clientes. Nunca fallaba.

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Ahora… ¿Quién despertaba a los knocker up? Eso sí, nunca se supo. Tal vez otro knocker up. Pero ahí estaba el encanto de estas profesiones olvidadas que como verás, bien vale la pena recordar y saber.

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