“Estoy muerto”. El terrorífico síndrome de Cotard

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De acuerdo con los médicos, esta es la enfermedad más extraña que existe, pero también la más desesperante y triste: personas que se ven a sí mismas como auténticos zombies, cadáveres andantes sin vida e incluso sin alma. Créelo o no. Es posible.

Un ejemplo es el siguiente. Un hombre de 50 años un buen día, sin razón aparente, tuvo la firme convicción de que había muerto. Así se lo indicó a su familia y médicos; ningún estímulo tenía interés para él; ya no necesitaba comer y veía como su cuerpo, poco a poco, iba corrompiéndose. ¿Por qué seguía en el mundo de los vivos, si todo él ya era un amasijo de carne sin vida?

Tampoco encontraba sentido alguno a seguir el tratamiento que le ofrecían los médicos. ¿Qué tratamiento había para su cerebro “si ya no tenía”? Esta es una realidad, sorprendente, pero es el reflejo de la más desesperante de las tristezas. El “no ser” y a pesar de ello, seguir existiendo…

El extraño Síndrome de Cotard.

Este síndrome fue descrito por primera vez en el siglo XIX. Fue un neurólogo francés llamado Jules Cotard, quien aportó al mundo de la medicina y la psiquiatría el asombroso caso de una de sus pacientes. La llamó Mademoiselle X, tenía 43 años y afirmaba con total convicción que no tenía ningún órgano en su interior, sino que su cuerpo era como un vestido infecto descomponiéndose día tras día, donde sólo los huesos y un poco de piel daban forma a lo que quedaba de ella. Pero si su devastación alcanzaba todo su plano físico, también el plano emocional y espiritual estaba desfragmentado en esta mujer.

Decía que carecía de alma, que no le hacía falta nada, que ni Dios ni el Demonio tenían que juzgarla.

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Cuando el doctor Cotard le preguntó que de qué modo podría encontrar descanso, la paciente se lo dijo con claridad: quemándola, pues ya estaba muerta, pero el fuego haría desaparecer lo que quedaba de ella.

Terrible.

¿Pero qué les ocurre a las personas aquejadas por este síndrome? En los años 90 fue cuando esta enfermedad fue analizada por detalle para establecer tres categorías muy claras:

1.- Un primer tipo se caracterizaría por una forma muy particular de depresión psicótica, incluyendo además una gran ansiedad, delirios melancólicos de culpabilidad y alucinaciones visuales y auditivas.

2.- Un segundo tipo está relacionado con delirios hipocondríacos y nihilistas, pero no con depresión.

3.- El último presenta nuevamente una clara depresión, graves episodios de ansiedad, delirios de inmortalidad, delirios nihilistas y comportamientos suicidas.

Cada subtipo requerirá un tipo de tratamiento determinado, donde combinar los fármacos (antidepresivos y antipsicóticos) con la intervención psicológica y la terapia.

Lamentablemente, rara vez se consigue hacer desaparecer por completo este síndrome. Se tratan los síntomas, pudiendo llevar una vida más o menos integrada, pero lo normal es que las personas aquejadas por este Síndrome, deban recibir tratamientos de por vida.

El hombre del que hablamos al inicio del artículo, comenzó a evidenciar los síntomas unas semanas después de haber intentado suicidarse. Lo hizo introduciendo un aparato eléctrico en su bañera. Y sobrevivió, pero tiempo después, despertó una mañana con el convencimiento de que había muerto.

Decía que tras su suicidio, había perdido la vida, pero por alguna razón, seguía formando parte del mundo de los vivos. Cuando médicos como el doctor Stevens Laureys, de Bélgica lo trató se le realizó una tomografía por emisión de positrones (PET9, descubriendo algo increíble: la actividad metabólica del cerebro de este hombre estaba como anestesiada, como si viviera en estado vegetativo en lugar de despierto.

Increíble.

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