Como curar el ‘mal del puerco’

 

Ciudad de México (29 de abril de 2016).- Uno de los mejores momentos del día es sin lugar a dudas la hora de la comida: sales con tus compañeros de trabajo, llegas a la fonda de Don Tavo, guardas tu corbata en la camisa y te dispones a darle que es mole de olla. Literal, hoy hay mole de olla en la fonda. Durante el regreso a la oficina comienzas a sentirte débil, tu cuerpo sabe que el peligro inminente se acerca. Te sientas en tu silla y cabeceas: el mal del puerco ha regresado.

¡No entres en pánico! Primero tienes que sabes que es algo que nos pasa a todos, no tienes preocuparte… de estar enfermo, pero sí de que tu jefe te caché echando un coyotito. Así que vamos por partes.

¿Por qué sufro de esta porcina enfermedad?

Después de comer nuestro cuerpo comienza a trabajar para digerir todo ese delicioso pipián que te diste a la hora de la comida. Este proceso hace que nuestro sistema digestivo trabaje para absorber todos los nutrientes de la comida y comenzar a desechar todo lo que no le sirve a nuestro cuerpo. Este trabajo cansa a nuestro cuerpo ya que gastamos mucha energía.

Lo primero que determina que tan recio nos da esta “enfermedad” es lo que acabamos de comer. Cuando le entramos con singular alegría a platillos empanizados o fritos nuestro cuerpo necesita degradar más grasas de lo normal, así que el proceso se vuelve más lento y pesado. Esto explica también porque a veces después de darte unos 10 tacos de longaniza sientes dolor abdominal.

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Primer consejo: Bájale a la comida grasosa.

Pero como el mundo nos odia y nos limita de todo lo delicioso, las comidas grasas no son el único problema, también están las azúcares o carbohidratos refinados. Cuando te refinas una dona de chocolate y un café con harta azúcar aparte del postre chafa que te dieron en la fonda, tu cuerpo libera más insulina y triptófano del que acostumbra para procesar estas azúcares. El triptófano puede convertirse en melatonina que es una hormona inductora del sueño y… ¡Zaz! Ya estás roncando en plena junta con el director del área.

No te endulces tanto la vida.

Pero no sólo lo que acabas de comer determina que tan enfermito estás de tu mal del puerco, todos tus hábitos alimenticios ayudan a que babees el escritorio de tres a cuatro de la tarde. Uno de los más importantes: el desayuno. Dirás que ya chole con esto, pero sí, el desayuno es la comida más importante del día. Si no desayunas o lo haces de manera pobre sólo harás que tengas más hambre a la hora de la comida, esto te llevará a comer más y entonces… ¡Tú proceso digestivo será lento, cansado, hará que te duermas y te pierdas como Jiménez se cae de su silla!

Olvídate del desayuno ‘cigarro y café’ y come bien.

Otro hábito alimenticio que hará que no te eches una siesta de dos horas debajo de tu escritorio es comer proteínas. Alimentos ricos en proteínas como el pollo, huevo o pescado no provocan que liberemos la misma cantidad de insulina que las comidas con altas cantidades de azúcar y grasas. De hecho, comer alimentos ricos en proteínas activan nuestro cuerpo y hacen que quememos más calorías, por lo que además podrían ayudarnos a bajar esa llantita extra.

Come alimentos ricos en proteínas.

Otro factor importante es el tiempo que tenemos para comer. Esto no siempre lo podemos determinar nosotros porque “estúpidas políticas corporativas”, pero mientras más tiempo tengamos para comer, es mejor. Comer rápido provoca que nuestra digestión sea más lenta y además, puede provocarnos hinchazón abdominal porque ingerimos más aire mientras deglutimos una comida de tres tiempos en 10 minutos. Otro factor importante es que además de placentera, comer sea una actividad relajante. Una caminata de 15 minutos puede ayudarnos a activar nuestro cuerpo y reducir la somnolencia que el mal del puerco trae con él.

Come con calma y camina después de hacerlo.

La última técnica para vencer a este mal es la más deliciosa de todas y, en mi muy personal opinión, deberías de aplicarla cada vez que puedas. Duérmete. Dormir una siesta durante el día es una de las mejores formas de llevar una vida sana: reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares y mejora tu productividad. Lo dice la ciencia, no yo.

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Fuente: Click Necesario.

 

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