Washington, Estados Unidos (06 de junio de 2016).- La renuncia de una dirigente hispana del Partido Republicano y el rechazo a Donald Trump por sus ataques contra un juez de origen mexicano, confirmaron las razones de su bajo nivel de popularidad entre el electorado latino, según analistas.
Trump obtiene en la mayoría de las encuestas alrededor del 20 por ciento del voto hispano, con la sola excepción de un sondeo de NBC que lo ubica con 32 puntos, por debajo del 42 por ciento necesario para ser competitivo en noviembre de mantenerse las tendencias históricas de voto.
Ni la renuncia de la portavoz latina del Partido Republicano, Ruth Guerra, ni los ataques al juez Gonzalo Curiel, estadunidense de padres mexicanos que preside el proceso contra Trump University, han sido tomados en cuenta en los sondeos.
Pero las reacciones de analistas y medios sugieren que ambos incidentes tienen el potencial de hundir aún más la imagen negativa de que goza Trump no sólo entre la comunidad latina, sino entre los electores ofendidos por sus ataques a las minorías.
La renuncia de la funcionaria del Partido Republicano “ilustra la toxicidad de Trump y el fracasado intento de acercamiento del partido”, escribió James Hohmann en The Washington Post.
Guerra, de origen mexicano, compartió con sus colegas que dejaba el puesto del Partido Republicano porque se sentía incómoda trabajando para Trump, quien ha equiparado a los inmigrantes mexicanos con criminales y ha propuesto elevar un muro en la frontera con México.
“Donald Trump insiste en que los hispanos lo aman, pero existe un impresionante déficit de latinos prominentes que no están dispuestos a defenderlo en público”, reconoció Seth McLaughlin, del conservador The Washington Times.
En el caso de Curiel, un juez nacido en Indiana de padres mexicanos, Trump argumentó que el magistrado estaba prejuiciado en su contra porque el aspirante presidencial republicano planteó crear un muro entre Estados Unidos y el país natal de los padres del juez.
El ataque de Trump contra Curiel por razones étnicas motivó inmediatas críticas tanto de demócratas como de prominentes republicanos.
“Es un razonamiento que no comparto. Estoy completamente en desacuerdo con el razonamiento detrás de eso”, reaccionó el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, a pesar que un día antes había endosado la candidatura de Trump.
“La ascendencia mexicana de Curiel no sería suficiente para traer a colación el cuestionamiento de prejuicio”, sostuvo por su parte el exprocurador de Justicia Alberto R. González.
“Como alguien cuyos ancestros vinieron a Estados Unidos de México, sé que la etnicidad por sí sola no es un conflicto de interés”, añadió González, el hispano de más alto rango durante la presidencia del republicano George W. Bush.
Un sondeo de Fox News Latinos muestra el bajo nivel de apoyo a Trump entre los electores latinos, comparado con su probable contrincante en la elección general, la aspirante presidencial demócrata Hillary Clinton.
La exprimera dama aventaja al magnate con el 62 por ciento del apoyo de los votantes latinos registrados frente al 23 por ciento para el político millonario.
Entre los hispanos de origen mexicano, que representan la mayor proporción de los latinos en Estados Unidos, Clinton adelanta a Trump con el 67 por ciento de apoyo, frente al 21 por ciento para el precandidato conservador.
Del total de 27.3 millones de latinos elegibles para votar, equivalentes al 11.9 por ciento del total nacional, se espera que un poco más de la mitad acuda a las urnas el 8 de noviembre.
Expertos coinciden que si se mantienen las tendencias históricas de participación electoral, Trump requiere obtener al menos el 42 por ciento del voto latino para ser competitivo contra Clinton en las elecciones de noviembre si resultan ser los nominados presidenciales.
En 2012, el presidente Barack Obama obtuvo el 71 por ciento del voto hispano, frente a 27 por ciento para el republicano Mitt Romney, cuya imagen sufrió un descalabro entre los electores latinos a raíz de su propuesta de una “autodeportación” de inmigrantes indocumentados.
Analistas coinciden que el electorado latino podría jugar un papel central en las elecciones presidenciales, a raíz de su peso en estados como Nevada, Colorado, Nuevo México y Florida, donde pueden convertirse en el fiel de la balanza en comicios competidos.
En Nevada, los latinos fueron el 19 por ciento del electorado en 2012; en Colorado, el 14 por ciento; en Nuevo México el 37 por ciento y en Florida el 17 por ciento.
Aunque más de 13 millones de latinos podrían votar en las elecciones de noviembre, su poder político es más decisivo en ese puñado de estados porque se trata de entidades “columpio”, que pueden inclinarse en favor de demócratas o republicanos y ser definitorias en el desenlace.
Como Estados Unidos no celebra una elección nacional donde el voto popular es determinante, sino 50 elecciones estatales donde se acumulan los delegados necesarios para obtener una mayoría de los 538 miembros del Colegio Electoral, el peso electoral de esos estados es decisivo.
En 2012, Obama no sólo ganó los estados tradicionalmente demócratas, sino también Florida, Colorado, Nevada, Ohio y Virginia, por lo que arrasó a Romney con 332 votos electorales contra apenas 206.
Por comparación, en 2008 Obama y su compañero Joe Biden obtuvieron el 67 por ciento del voto hispanos contra 31 por ciento para John McCain y Sarah Palin.
Al igual que en 2012, Obama ganó en 2008 Florida, Colorado, Nevada, Virginia y Ohio, con lo que totalizó 365 votos electorales contra 173 de los republicanos. El entonces candidato demócrata había prometido a los latinos promover una reforma migratoria en su primer año de gobierno.
Los demócratas tienen el problema sin embargo que para el actual ciclo electoral 12.2 millones de ciudadanos estadunidenses de origen latino, la mayoría de ascendencia mexicana, aún no están registrados para votar a cinco meses de las elecciones presidenciales.
Fuente: Notimex.