Daniel y Mario “los declaro esposos”, decretó Oficial del Registro Civil

 

Por Eduardo Delgado

 

En breve, amena y emotiva ceremonia, la Oficial Décimo Sexta del Registro Civil, Ariadna Martínez Díaz, formalizó este sábado la boda entre Daniel Essau Núñez Acevedo y Mario Alberto Dueñas Araujo, la tercera pareja de hombres que contraen matrimonio en la capital potosina en menos de medio año.

La unión entre Daniel y Mario se realizó precisamente 48 horas después de que diputados locales, en asamblea celebrada el jueves, conformaron una comisión especial para estudiar la iniciativa sobre matrimonios igualitarios.

Motivados por la unión de Abraham y Gerardo, que en diciembre del año pasado se convirtieron en la primera pareja de homosexuales en casarse, Daniel y Mario emprendieron un dilatado trámite que finalizaron al recibir el acta matrimonial.

La Oficial Décimo Sexta del Registro Civil le imprimió un toque ameno al evento: “Ya pueden respirar”, les dijo a los contrayentes enseguida de que escuchó el “no” de los asistentes, luego de que lanzo la tradicional interrogante de si entre los presentes alguno conocía o sabía de la existencia de algún impedimento legal, moral o de otra índole para celebrar la ceremonia.

El acto, realizado en el espacio reducido de su oficina y que duró 20 minutos y 30 segundos, prosiguió con la firma de documentos de parte de madres y testigos. “Sonriendo a la cámara…ya votaron”, les dijo la Oficial del Registro Civil luego de que ambos imprimieron la huella de su dedo pulgar en el acta.

Daniel Essau, de 34 años de edad y Mario Alberto de 35, aseguraron haber acudido por su propia voluntad, sin presión y convencidos de que su unión “es para el resto de sus vidas”.

“Habiendo interrogado a los presentes y no existiendo impedimento legal, moral ni de ninguna otra índole para la celebración de su matrimonio, a partir de este momento los declaro esposos”.

Ariadna Martínez los describió como dos personas que “han demostrado la grandeza de su amor, luchando contra todos los impedimentos y obstáculos que se les han presentado para poder, al fin, gozar de los beneficios de un contrato matrimonial”, añadió.

“Estarán unidos por un lazo de amor que representó muchas luchas y por fin lograron su victoria. Esto demuestra que su amor es tan grande como su voluntad”, abundó.

Resaltó la presencia de sus padres, familiares y amigos. “Hoy están aquí personas que se encargaron, a lo largo de su vida, de formarlos, amarlos y apoyarlos; tenemos presentes a sus mamitas y seguramente a sus papás, que en paz descansen”.

La emoción en sus mamás fue evidente y ambos, de bermudas y de camisa, se estrecharon las manos. “El amor de nuestros padres es el más grande que puede llegar a tener uno, porque es el más puro e incondicional” y “ellos los seguirán acompañando como los mayores guardianes de su vida”.

En un tono solemne la Oficial del Registro Civil los conmino: “Mario y Daniel: quiero que les quede claro que escogieron un camino para compartir su vida; tienen que luchar contra todas las adversidades que se les presenten para alcanzar juntos la mayor felicidad”.

Pero les advirtió: “Quiero que sepan que el matrimonio no es miel sobre hojuelas ni leche con Choco Milk”.

“Lo glorioso de los matrimonios que duran hasta que la muerte los separe es que supieron vivir, gozar, superar todas las etapas del matrimonio”, añadió.

“Hay ciertas cosas que nunca deben de faltar en su matrimonio. Solo voy a referirme a algunas porque si no nos vamos a tardar lo que un curso intensivo de un año”, estimó.

Los exhortó a mantener “buena comunicación, con respeto, tacto y con ternura; si algo no les parece háblenlo de la manera más cordial. No esperen que su pareja les adivine su pensamiento… no es Walter Mercado… y jugar a la ley del hielo o a las adivinanzas no les va a funcionar”.

“Si algo no les parece tomen cariñosamente a su pareja y comuníquenle, qué fue lo que no les pareció, qué los lastimó, qué les desagrada y lleguen a un acuerdo. Ojo: no se trata de imponer su voluntad y aquí viene otra característica importante: la tolerancia”.

Les hizo notar que hay cosas “que nos pueden parecer muy inofensivas”, pero molestas para la pareja, como apachurrar la pasta dental, en cuyos casos debe de prevalecer la tolerancia.

“Habrá cosas que deban moldear, cambiar y modificar hábitos, pero otros intrascendentes en los que debemos ejercitar nuestra tolerancia”, sumó.

“Recuerden que las personas que se aman no deben (enfatizó) lastimarse con palabras  ni con acciones y menos con omisiones”.

“Como matrimonio que ahora son, seguramente, muchas veces llegarán a molestarse y enojarse. Eso es normal en los matrimonios; quien diga lo contrario tiene nariz de Pinocho”, aseveró.

Les regaló una pequeña caja de porcelana para que “cuando hayan volado los platos, metafóricamente hablando, vengan a ella e imaginen que es como un gran hoyo negro, en el que van a depositar su enojo, coraje y su molestia”.

Los invitó también a escribir “en papelito todo lo que sienten en ese momento y meterlo en la cajita… para que lo quemen y se esfume. Imaginen que ese hoyo negro se va a tragar todo ese sentimiento desagradable y lo va desaparecer”.

Perdonar, resaltó, “es otra parte importante en este negocio y aprehender a pedir perdón no significa que están equivocados, sino que valoran mucho más su relación que su ego”.

“Recuerden nunca cargar con ladrillos del pasado…eso de que te acuerdas de que en 1995 me aventaste y en el 2015 me dijiste; ese peso sobre sus espaldas solo los va doblar, cansar…no carguen ladrillos sino son para construir”, los exhortó.

Les recomendó aprender a “fabricar momentos extraordinarias e inolvidable para no caer en la rutina. Nosotros somos los responsables de fabricarlos y comúnmente no es el lugar ni el momento, sino la compañía”.

“Den gracias a la vida por tener tanta gente que los ama y que lo único que quieren es que sean felices”, remató.

Les pidió pararse para colocarse el anillo en dedo anular al tiempo de leer el tradicional: “Yo, Daniel, te entrego este anillo como símbolo de mi amor, felicidad y confianza. Prometo empeñarme todos los días de nuestras vidas en hacer juntos esta etapa algo extraordinario…que este anillo sea una forma de llevarnos mutuamente en el pensamiento y en el corazón, en las buenas y en las malas, y que cuando éstas aparezcan el anillo nos haga recordar este momento”. Embargado de la emoción, entre lágrimas y sollozos, terminó la lectura.

“Es que nos sudan los ojos y además hace mucho calor”, justificó la Oficial Décimo Sexta del Registro Civil. Enseguida Mario hizo lo propio.

“No olviden su cajita…espero que no la usen pronto…aunque algún día la van a usar. Les entrego su acta y no quiero verlos aquí en mi oficina en un año y espero que me inviten una cervecita, ¿porque con estos calores…?”. Concluyó la ceremonia.

 

 

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