Por: Antonio González Vázquez.
El décimo mes de gobierno de Juan Manuel Carreras López resultó menos violentó que los últimos que le han antecedido, pero no por eso se puede apreciar que San Luis Potosí es ya algo parecido al reino de la muerte.
Muy de mañana el 26 de junio, entre los matorrales secos de un camino cerca de la cabecera municipal de Villa de Zaragoza, fue localizado el cuerpo maltrecho y torturado de una mujer, sufría sendas heridas de bala en el cuerpo. Según estimaciones de la policía, el cuerpo fue abandonado en ese lugar por lo que se desconocía no solo a los autores del crimen, sino también sus porqués y dónde la ejecutaron. Como en muchos casos, el cuerpo fue clasificado como desconocido.
El 27 de junio no fue un día feliz porque no se fue libre de sangre. Dos hombres, uno de 22 años que se llamaba Juan Pablo y otro desconocido, murieron de lo mismo: los balacearon. No se supo mucho de ellos, más que lo que dijo la policía en un escueto comunicado: “se iniciaron las investigaciones para dar con los responsables” de tales crímenes. Si acaso fuera poco, un hombre de 53 años de edad de nombre Jorge fue asesinado para robarlo. Alguien entró a su domicilio en la colonia Retornos y lo asesinó mediante navajazos que concluyeron con un tajo en el cuello. Entre las conclusiones a las que llegó la Policía Ministerial, destaca por su agudeza, que el crimen fue para llevarse una camioneta propiedad de la víctima, pues tras una intensa búsqueda, el vehículo no fue localizado.
A lado de los surcos de maíz en una parcela de la comunidad del Granjenal en el municipio de Rioverde, unos peones se encontraron el cuerpo de Alberto, un campesino que vivía en el pueblo de Agua Zarca. Como pudieron, llamaron a la policía del municipio y ésta pidió apoyo de los estatales que por la tarde del 28 de junio confirmaron la muerte del compa de 51 años de edad. Le dispararon muy de cerca, la bala ingreso por el pómulo derecho y con salida por la sien izquierda. Estaba claro que lo habían ejecutado.
Su cuerpo quedó tendido, estaba como acurrucado en la banqueta junto al muro grafiteado de la colonia Primero de Mayo de la capital. Tendría unos 25 años cuando lo mataron hacia la medianoche del ocho de julio. Caminaba rumbo a su casa cuando unos sujetos a bordo de una motocicleta le cerraron el paso, lo identificaron y enseguida le dispararon a quemarropa. En el lugar de los hechos, fueron localizados cinco proyectiles de igual número de disparos que recibió el joven muerto en calidad de desconocido.
Se hacía la luz del día el pasado 9 de julio cuando alguien que caminaba sobre la avenida Salk y vio a lo lejos algo parecido a despojos humanos, desparramados a media calle como quien pasa y arroja la basura para que se la lleve el viento o se la traguen los perros, así que llamó a la policía. Y llegó la policía para darse cuenta que al sujeto no identificado le habían disparado en la cabeza y por encima de eso, le pasaron un vehículo en varias ocasiones hasta destrozarlo. Junto al cuerpo apabullado quedaron los restos ensangrentados de su ropa.
El 12 de julio, Acasio de 37 años de edad salió a trabajar a las seis de la mañana de su casa en el ejido Rancho Nuevo del municipio de Ciudad Valles. Se dirigió a un predio llamado El Sabino donde realizaría labores de peón, pero ya no llegó, tampoco regresó a su casa. La policía lo empezó a buscar cuando recibió el reporte de desaparición y no tardaron mucho en encontrarlo, pero ya estaba muerto. Localizaron su cadáver 48 horas después de desaparecido. Estaba boca abajo entre los matorrales y le habían alcanzado a cubrir con tierra. Lo apuñalaron hasta que se cansaron, de eso murió, de una de tantas “heridas penetrantes de tórax”.
Eran las nueve de la mañana cuando unos vecinos de la calle de Juan Álvarez se encontraron con el cuerpo sangrante de un hombre. Estaba muy cerca de las vías del ferrocarril, parecía que buscaba llegar a la Casa del Migrante; no lo logró, alguien lo mató a golpes en la madrugada del 15 de julio. La policía lo clasificó como un desconocido y solo se alcanzó a apuntar que era un indocumentado a quien le aplastaron la cabeza con una piedra.
Jorge tenía un taller mecánico en el municipio de Tamuín. El 14 de julio trabajo hasta entrada la noche y en esas estaba cuando llegaron unos sujetos y se lo llevaron en una camioneta. Horas después, en la madrugada del 15 de julio su cuerpo sin vida fue arrojado en un solar cerca de la gasolinera conocida como “Los Grillitos”. Ahí lo encontraron agentes de la policía estatal que confirmaron que presentaba disparos de arma de fuego en la cabeza.
Camelia y Alexis, madre e hijo, ella de 41 y él de 20 años, murieron en la madrugada del domingo 17 de julio en la violentísima colonia Satélite en la capital potosina. Unos sujetos traían algo con Alexis así es que en la calle Estados Unidos de América, le echaron un vehículo encima, cayó con todo y moto en la que viajaba y enseguida le dispararon, su madre salió corriendo de la casa para brindar apoyo a su hijo, pero fue recibida a balazos y ahí la mataron.
En una carretera solitaria de la Huasteca que lleva del ejido Santa Clara al municipio de Tamuín, ya cerca del cruce con la Valles-Tampico, fueron localizados los cuerpos de dos hombres, uno de 25 y otro de 30 años. No fueron identificados, no traían entre sus pertenencias nada de identificaciones, lo que si tenían eran señales indudables de haber sido torturados antes de ser ejecutados. Los hechos ocurrieron durante las primeras horas del 19 de julio y se reportó que los dos individuos estaban maniatados de pies y manos. Tenían tiros de arma de fuego en la cabeza.
El domingo 24 de julio un hombre fue asesinado cerca de la zona centro del municipio de Ébano. La policía reportó de manera escueta que un par de sujetos a bordo de una motocicleta pasaron por el negocio de la víctima y le dispararon. Eso fue todo.
Durante la madrugada del 25 de julio, en la convulsa colonia 6 de julio y más precisamente en la esquina de las calles Madame Curie e Ignacio Gómez, convivían un grupo de jóvenes. Al parecer se la estaban pasando tan bien que no se percataron del momento en que un vehículo se detuvo frente a ellos; apenas voltearon solo para ver como les disparaban. Murió uno y dos más quedaron gravemente heridos y fueron hospitalizados con muy pocas esperanzas de vida.