Por: Antonio González Vázquez.
El 26 de septiembre de 2015 en el Centro de Convenciones, Juan Manuel Carreras López dio su primer discurso como gobernador del estado. Esa vez, en su ceremonia de iniciación, tejió una narrativa en cuyo centro colocó la palabra “Prosperidad”. El concepto estaba presente en el fraseo de Carreras como si se tratase del nuevo destino de los ciudadanos.
La Prosperidad, se entendió desde entonces, no era una promesa sino un anuncio como el de quien anuncia que está a la vista un nuevo mundo. El mensaje político del gobernador fue claro en su composición textual y no había equívoco alguno: todos seríamos más prósperos en su gobierno.
Anticipó que la Prosperidad no sería para unos cuantos y tampoco para algunos privilegiados sino que en su gobierno “vamos a prosperar todos juntos”. Ese era el mensaje, el de la certeza de que por primera vez, el desarrollo y el bienestar no sería cosa de pocos sino de todos.
Su primer mensaje como gobernador anunciaba un San Luis Potosí “justo”, “próspero”, “progresista”, “pujante”, “armonioso”, “incluyente”, “equitativo”, “seguro”, “tranquilo”. Más que el discurso de un estadista, se trató del mensaje de un tecnócrata con ínfulas de motivador.
Enfatizó en palabras clave como la “unidad de todos”, el “esfuerzo compartido”, “todos somos indispensables”, “para hacer las cosas bien, necesito de todos”, “tracemos un rumbo de prosperidad para San Luis Potosí, “vamos juntos a construir un futuro donde los sueños y aspiraciones de todos puedan tener espacio de realización”.
Un mensaje hueco, sin sustancia política ni proyectos o ideas concretas. Solo la presencia de la palabra sin argumentos, la palabra desnuda que no evoca otra cosa sino discursos de otros tiempos de gobernantes que luego fracasaron.
Un mensaje de pura emotividad que intentó apelar a los sentimientos y pasiones de los ciudadanos pero cuyo impacto se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos. “Emoción”, esperanza”, “trabajo”, “compromiso”, “responsabilidad”, “fidelidad”, “orgullo”, dignidad” se repitieron en ese mensaje en el que se intentó posicionar la idea de que se iniciaba una nueva historia para todos.
El mensaje intentó rescatar la “confianza” ciudadana, a favor de un gobierno “honesto” y “dedicado” a trabajar por la sociedad. Es decir, pura palabrería.
Estamos a unos días de que en el mismo sitio y a la misma hora, Juan Manuel Carreras López ofrezca otro mensaje. Un mensaje que ya no deberá ser emotivo sino objetivo en cuanto a su contenido.
Un mensaje que de respuesta a todo aquello que ofreció, primero como candidato y luego como gobernador. Se trata de un mensaje totalmente distinto porque de la promesa se debe pasar a la rendición de cuentas.
El San Luis Potosí de su primer discurso como gobernador deberá aparecer en el discurso de su Primer Informe de Gobierno. Él mismo coloco la vara muy alta: ofrecer prosperidad en una entidad con cerca de la mitad de potosinos en condiciones de pobreza, parece que fue una mala idea, sobre todo, porque para la mayor parte de la población en condiciones de marginación la prosperidad no los ha tocado.
Resulta ridículo que se defina que un potosino es próspero porque tiene seguro popular o porque recibe una beca o le dan un desayuno escolar. En ausencia de logros significativos, el mensaje del Primer Informe de Gobierno parece que tendrá la misma forma y contenido que el de inicio de la administración puesto que bien visto, el gobernador sigue parado en el mismo punto: no ha logrado arrancar.
A la distancia de un año ¿Alguien en el gobierno conoce cuál es el rumbo trazado hacia la prosperidad?
“Trabajemos con visión de largo plazo, con perspectiva, con honestidad y dedicación, para que los afanes diarios del gobierno y la sociedad nos abran caminos de prosperidad”, se escucha y suena genial, pero lastima, no es solo parte de un discurso ajeno a la realidad en el que se ha envuelto el gobernador.
