Tuvieron que pasar 49 mil años para que otro ser humano pisara el mismo sitio. Al menos otro que tuviera conocimiento de lo que ahí sucedió. Es la historia del arqueólogo Giles Hamm, quien en la búsqueda de un lugar para hacer del baño, encontró importantes ruinas arqueológicas.

¿Un accidente o acto del destino? Puede ser cualquiera de las dos. El hombre se encontraba en un desierto al sur de Australia, en la región conocida como Flinders Ranges.

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Hamm estaba siendo acompañado de Clifford Coulthard, un hombre nativo del lugar. Él fue el que tuvo la impostergable necesidad de ir a un sanitario; o su similar en medio del desierto.

Entonces, Giles Hamm detuvo la camioneta cerca de una cueva; Clifford bajó para ir al baño; sin embargo, para Hamm esas cuevas representaron su curiosidad.

Inmediatamente supo que estaba frente a algo importante. Al entrar en la cueva descubrió algo trascendental: el techo estaba ennegrecido; lo que significaba que en ese lugar hubo alguien haciendo fuego.