Pido a Dios que me deje ver a mi hijo antes de morir: madre de migrante

 

Ciudad de México (25 de noviembre de 2016).- Por primera vez en 58 años de vida, Hilda Luz Rivera Ramírez dejó a su familia en El Salvador, lo hizo para sumarse a la fuerza de búsqueda de la Caravana de Madres de Migrantes Centroamericanos desaparecidos, ya que, desde hace ya 11 años, no sabe nada de su hijo mayor, René Willmoris Ramírez.

Poco acostumbrada a hablar del caso de su hijo, la madre salvadoreña explica que en casa ya no casi no se menciona su nombre, ya que cada vez que alguien lo hace todos terminan llorando.

“A veces mejor no hablamos, a veces terminamos llorando, si él oye o viera, que sepa que siempre lo esperamos, que sepa que lo amamos, y si no lo buscamos antes, fue por el hecho de que no contamos con los recursos para hacerlo”, reconoce.

Hilda trajo al mundo a siete hijos, sin embargo, asegura que el consuelo es poco cuando llega a faltar uno de ellos, por lo que, al tener oportunidad salió de casa y dejó a su marido y sus nietos, para recorrer México, ya que, la última vez que supo de René, él se encontraba en el estado de Baja California.

“La salida de él fue porque tuvo problemas con unos muchachos donde vivíamos, es bien diferente el problema de mi hijo al de los demás, porque él venía solo, a diferencia de otros que se mueven con coyotes.”

“En 2005, fue la última vez que me habló, estaba en Mexicali (Baja California), me dijo que se iba bajando del tren y que iba con un mexicano y que iban a trabajar un tiempo, que estaban a dos horas de la frontera y que necesitaba juntar dinero para cruzarse, pero fue lo primero y lo único que supe de él.”

Dice que cuando se enteró de la caravana por pláticas con una vecina, y entonces, pese a la edad y el cansancio, decidió emprender el camino junto con otras 39 madres que han pasado por el mismo dolor.

“Uno puede tener muchos hijos, pero un hijo siempre hace falta, no sé, como Dios me puede alargar la vida, la puede acortar luego, pero lo que sí le pido a Dios es verlo antes de morir”, afirma Hilda con lágrimas en el rostro.

De momento, se detiene para pensar en la cercanía del cumpleaños de su primogénito, quien para el 8 de diciembre llegará a la edad de 42 años.

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Piensa que de haber logrado formar una vida en México o en Estados Unidos, ella estaría muy tranquila del destino que tuvo su hijo tras salir de El Salvador, sin embargo, retoma la oportunidad para pedirle a su hijo

Acerca de su primera experiencia como integrante de la caravana de madres, Hilda confiesa que a momentos vive alegría y en otros, incertidumbre, ya que se pregunta cuándo será su tiempo para protagonizar un reencuentro con su hijo.

“Si no se diera el caso en esta ocasión, de que dónde está él, tal vez otras mamás puedan tener esa dicha, pienso que la esperanza es la última que puedo perder, quizá se me va a terminar el día en que me muera, porque ya muerta no va a haber quién, tal vez sus hermanas, pero yo lo estoy esperando a él”, expresa.

La caravana de Madres de Migrantes Centroamericanos visita México durante 23 días, la misión de búsqueda de este año concluye el próximo 4 de diciembre.

Se trata de un esfuerzo que realizan con el apoyo de organizaciones civiles de apoyo a migrantes y sociedad que se suma a su causa por ‘buscar la vida en caminos de la muerte’.

 

 

 

 

 

Fuente: Excélsior.

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