Ciudad de México, (15 de abril).- Hace unos 10 mil años, la historia tuvo un antes y un después con la revolución agrícola. Después de 2,5 millones de años en que los humanos se alimentaron recolectando plantas y cazando animales que vivían y se reproducían sin su intervención, los sapiens empezaron a dedicar todo su tiempo y esfuerzo a manipular la vida de unas pocas especies de animales y plantas.
Algunos libros de historia suelen contar este proceso como un relato de progreso que permitió al hombre disfrutar de mayor tiempo y recursos. Sin embargo, Yuval Noah Harari (39) desmitifica esa idea.
Citando al científico estadounidense Jared Diamond, este profesor de historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén y doctorado en la Universidad de Oxford cataloga a la revolución agrícola como “el mayor fraude de la historia“.
“A un nivel colectivo, es bastante obvio que la agricultura fue un gigantesco paso adelante para la humanidad, porque la hizo mucho más poderosa. Pero, a un nivel individual, todo este poder no se tradujo en mejores condiciones de vida”, dice Harari, al teléfono desde Jerusalén.
Su carta de presentación fue el sorprendente De animales a dioses: Breve historia de la humanidad (Debate), un libro que abarca desde la evolución del homo sapiens en la Edad de Piedra hasta las revoluciones políticas y tecnológicas del siglo XXI.
Publicado el año pasado, se convirtió en un best seller internacional y ha sido traducido a más de 30 idiomas a lo largo del mundo.
En poco más de 400 páginas y con una escritura simple y vívida, “De animales a dioses” aborda las grandes preguntas de la historia y el mundo moderno.
Según la tesis de Harari, lo que permitió que los humanos se convirtieran en la especie más exitosa de la historia fue nuestra habilidad para construir y unificar pequeños grupos detrás de ciertas historias de ficción que nosotros mismos creamos.
Y eso abarca prácticamente todo lo que nos rodea: desde religiones organizadas hasta las modernas sociedades de responsabilidad limitada con miles de empleados y vastas líneas de crédito.
“Si examinas cualquier cooperación humana a gran escala -ya sea política, económica o religiosa-, siempre vas a encontrar que están basadas en la ficción, como creer en Dios, en la nación, el dinero o los derechos humanos. Estas son cosas que nosotros inventamos y solo existen en nuestra imaginación. Otros animales no pueden hacer eso”.
No son leyes que fueron dictadas por algún Dios, sino que son leyes naturales. Todas las religiones les dicen a las personas ‘debes comportarte de esta forma’ porque eso está de acuerdo con una ley superior que les fue entregada desde arriba.
El capitalismo no cree en Dios, pero sí cree que hay un cierto flujo que gobierna la sociedad humana y que gobierna la economía y la política. Y estas leyes fueron, afortunadamente, creadas por los humanos, no pueden ser modificadas y todo el mundo debe seguirlas.
Es la religión más exitosa de la actualidad, porque todo el mundo sigue los dictados del capitalismo. No solo los gobiernos, sino que también nosotros los seguimos en nuestra vida diaria y en la forma en la cual nos comportamos. Y eso es algo que ninguna otra religión ha logrado hacer: convencer a todas las personas del mundo de seguir sus leyes y valores”.
El libro de Harari tiene su punto de partida hace 2,5 millones de años, cuando el homo sapiens era un miembro más de la familia de los grandes simios. A pesar de nuestro gran cerebro y nuestra capacidad de fabricar utensilios y formar complejas estructuras sociales, el humano de esa época era una criatura débil y marginal, que subsistía mediante la recolección de plantas, la caza de pequeños animales y comiendo la carroña que dejaban otros carnívoros más poderosos. Y esto se mantuvo inalterable durante millones de años.
Por ese entonces, el mundo era el hogar de varias especies humanas: además del homo sapiens, estaban los neandertales -unos hombres musculosos que vivían en Europa y Asia-, el homo erectus -que pululaba en Asia oriental- y hasta los homo floresiensis , unos enanos de apenas un metro de estatura y 25 kilos que vivían en una isla indonesia.
¿Qué fue lo que llevó al homo sapiens a imponerse sobre todos sus hermanos, establecerse en hábitats tan distantes, exterminar al 50% de los grandes mamíferos del planeta y conquistar el mundo? Harari afirma que la clave estuvo en la revolución cognitiva y la aparición de nuevas formas de pensar y comunicarse. Y nuestro lenguaje único evolucionó como un medio de compartir información con el mundo a través del chismorreo.
“Actualmente, nosotros sobrevivimos a través de la confianza en nuestro sistema político y económico. Yo soy profesor de Historia, hago clases en una universidad, recibo dinero por mi trabajo, tomo ese dinero y voy al supermercado a comprar todo. Pero yo no sé cómo recolectar mi propia comida o cómo fabricar mi propia ropa, zapatos y herramientas. No sé casi nada. El 99% de las cosas que necesito se las confío a otras personas. En contraste, los cazadores recolectores necesitaban saber y cómo hacer casi todo por sus propios medios”.
El futuro del mundo
Harari afirma que el ser humano enfrentará una serie de desafíos para el siglo XXI. Entre ellos, saber cómo gestionar sus facultades cada vez más extraordinarias.
“Lo que más me preocupa es que ganaremos tremendos nuevos poderes, antes que sepamos qué hacer con todo ese poder. Previamente desperdiciamos ese poder y eso creó un montón de desastres que afectaron a los humanos, a los animales y al sistema ecológico. Pero ahora llegamos a un punto donde tendremos más poder que nunca, incluso, para diseñar vida. Antiguamente pensábamos que eso era facultad de Dios”.
¿Cuál será la gran revolución del siglo XXI?
“Usaremos la biotecnología y los computadores para potenciar al hombre y transformarlo en Dios. Y esto no es una metáfora, es bastante literal. Después de 4 billones de años, donde la biología de la vida se basó en compuestos orgánicos y evolucionó de acuerdo a las leyes de la selección natural, ahora podríamos ver vida no-orgánica, que evoluciona de acuerdo a un diseño inteligente”.
“En el siglo XX, el objetivo principal de la medicina era ayudar a los enfermos; pero, en el siglo XXI, el gran objetivo de la medicina será potenciar a las personas saludables. Este es un proyecto elitista, porque rechaza la idea de una norma universal aplicable a todos y busca dar a algunos individuos una ventaja sobre los demás”.
“Quizás ahora estamos viendo lo mismo, pero a una escala mayor: el nacimiento de una nueva y masiva clase de personas que no son útiles. No hay ningún Premio Nobel de Economía o ideología política que pueda dar respuestas para esta nueva clase de personas. Yo creo que este será el principal desafío político y económico del siglo”.
“Más y más vidas son conducidas por una realidad virtual y más y más decisiones son tomadas por algoritmos computacionales. Estamos muy cerca del momento en que podremos insertar chips electrónicos al interior de nuestro cuerpo y podamos crear esa fusión”.
“La mayoría de las religiones se volverán irrelevantes”
El futuro del medio ambiente : “Eso depende mucho de nuestras acciones. Juzgando nuestras acciones actuales, y las de generaciones recientes, pareciera que estamos cambiando el medio ambiente y, en particular, causando la extinción de la mayoría de las plantas y animales. Incluso hoy, más del 90% de los grandes animales del planeta son humanos o animales domésticos, como pollos, chanchos y vacas”.
“Tenemos 200 mil lobos salvajes, pero 500 millones de perros domesticados. Hay 50 millones de pingüinos, pero 20 billones de pollos. Hay un millón de búfalos americanos, pero 1,5 billones de ganado domesticado. Esto es lo que ha estado pasando desde hace miles de años a partir de la revolución agrícola. El homo sapiens condujo a la extinción de la mitad de todos los grandes mamíferos del planeta”.
Trabajamos más y comemos peor : “A cambio de todo el trabajo duro que trajo la revolución agrícola, el sapiens obtuvo una peor dieta. Los cazadores recolectores comían decenas de distintas especies de plantas y animales, por lo que obtenían todos los minerales y vitaminas que necesitaban. En cambio, la mayoría de los campesinos subsistían comiendo un solo tipo de cultivo, como el arroz en Asia del Este, trigo en el Oriente Medio y papas en Sudamérica. En adición, tuvimos muchas más enfermedades porque la mayoría de ellas provenían de los animales domesticados en granjas. Y el último problema fueron las jerarquías sociales de explotación. Con la revolución agrícola, la mayoría de las personas se encontró con que eran explotadas por muy pequeñas élites, que fueron las principales beneficiadas”.
“Desde una perspectiva histórica, el lugar más interesante del mundo en la actualidad no es el Medio Oriente, sino Silicon Valley. Ahí tú puedes ver el auge de estas nuevas religiones que podemos llamar ‘tecno-religiones’, que creen en la tecnología”.
“Estas reformulan todas las premisas tradicionales que tenían religiones como el Cristianismo y el Islam. También te prometen felicidad, justicia y la vida eterna en el paraíso. Pero, en vez de creer que estamos en las manos de Dios u otro ser supernatural, estas proponen que podemos desarrollar la tecnología para derrotar a la muerte”.
Fuente: El Universal