La semana pasada le contaba sobre por qué los criminales lavan el dinero que obtuvieron como producto de sus fechorías, dado que literalmente está sucio de sangre de sus víctimas, o manchado por la deshonra de ser robado o entregado para pagar rescates o extorsiones, incluso porque es resultado de defraudar al fisco.
Los criminales desean tener riquezas, por eso matan, intoxican, roban, extorsionan o trafican con personas u órganos humanos; ellos creen que la humanidad es mercancía, por eso la agreden para obtenerlo.
Una vez que tienen dinero se dan cuenta que lo importante es el respeto de sus coetáneos, la consideración de la comunidad a la que han agredido, entonces olvidan su vileza y desean fervientemente contar con el respeto y la consideración de la sociedad, o sea dejar de ser considerados como inmundicia, basura humana, y recibir reconocimiento público.
¿Cómo obtener ese reconocimiento y cariño público si la gente se da cuenta que toda la riqueza que tienen les viene del crimen?
Pues engañando a la gente, haciéndole creer que su dinero es resultado de su trabajo y que ellos son limpios y puros, así es como lavar dinero se convierte en la prioridad de los criminales, porque de lo contrario su dinero no sirve más que para más crimen.
Muchas son las formas, le pondré sólo unas pocas, como ejemplos.
Es habitual que una empresa legalmente constituida expida facturas por bienes o servicios inexistentes, se le pague y luego la empresa pague por bienes o servicios legítimos y el dinero ingrese limpio al sistema.
La factura inicial es falsa, no representa el pago de algo, sólo la expiden para recibir el dinero; la primera empresa ya con el dinero en sus arcas adquiere bienes o paga por servicios reales; luego desaparece.
En otro caso una empresa o persona paga de más por bienes y servicios, luego regresa el dinero al pagador el exceso, a veces así en dinero, otras veces en bienes o servicios.
La complejidad estriba en que los bienes y servicios falsos o pagados en exceso no se noten por las autoridades fiscales, de modo que los criminales atomizan las operaciones y los pagos, así como las devoluciones.
A veces la triangulación va más allá y pasa por decenas de entidades antes de diluirse en el mundo real.
También es común que los criminales “inviertan” en inmuebles, muchas veces reciben los pagos de las extorsiones y los rescates con inmuebles; en esa modalidad son un poco más elaborados, porque ya intervienen constructores, corredores inmobiliarios, abogados, peritos valuadores, jueces y notarios, para hacer aparecer que los bienes valen más o menos, incluso hasta impuestos pagan gustosamente, porque luego venderán esos inmuebles y recuperarán limpiecito su dinero sucio, hasta con devolución de impuestos por parte de Hacienda.
También adquieren automóviles, no piense usted en los de lujo –eso sólo lo hacen los que “robaron” a la Auditoría Superior del Estado– sino en autos utilitarios, los que las agencias no reportan porque su precio es inferior al mínimo para considerarlo actividad vulnerable. Las agencias encantadas de vender autos, y si acaso se preguntan por qué ese cliente compra tantos utilitarios de poco precio, han de pensar que los quiere para tener una flotilla de Uber; luego los delincuentes los venden uno por uno al público, y hasta con créditos de cajas populares y bancos.
Hoy día deben tener más cómplices, puesto que existe una ley de lavado de dinero que les encarece su labor “higiénica”, pero no los detiene, sólo se las hace más complicada.
Los criminales han hecho esto durante décadas, con todo y leyes para desincentivar el uso de efectivo o para detectar las operaciones con recursos de procedencia ilícita, pero tienen un límite operativo, porque eventualmente las empresas y personas son revisadas y sus datos cruzados por la autoridad fiscal, sobre todo cuando se vuelven habituales esos “negocios” tan lucrativos, o los “empresarios” no resisten la tentación de ser ostentosos.
Para no correr riesgos y ser más eficientes, los criminales pensaron que había que encontrar a una “empresa” que nadie revise, o que se le revise por encimita; había que encontrar a una “empresa” que gaste sin que a nadie le llame la atención por dispendiar; había que encontrar a una “empresa” que pueda recibir dinero en efectivo en forma ilimitada; había que tener una empresa que pudiera comprar lo que fuera y al precio que fuera, la mayoría de las veces sin pagar impuestos… y la encontraron, mire Usted:
Un municipio, póngale el nombre que guste, porque prácticamente todo el país está así de podrido, pero entre más grande y con mayor población, mejor; si es pobre y necesitado, es oro molido.
Que el referido municipio sea preponderantemente urbano, aquejados sus habitantes por el crimen común, es decir ladrones menores, asesinos circunstanciales o dementes, fraudeadores poquiteros, o sea la escoria normal que produce una sociedad moderna y en constante movimiento, para que no perciban los ciudadanos un aumento en la actividad criminal, ni echen en ver la presencia de delincuentes en todos lados.
Los políticos de ese municipio, lo normal de corruptos, estúpidos y voraces como cualquiera de nuestros mexicanísimos ejemplares políticos, pero sólo eso, ladrones ordinarios del erario, ambiciosos simples, tontos que se creen listos, y corruptos de medio pelo, ningún mafioso profesional, no les vaya a hacer la competencia.
La comunidad apática –como toda la de un país que lucha por sobrevivir al día siguiente– y empobrecida, como cualquier ciudad intermedia de México.
Los medios de comunicación sumisos, plegados, convertidos en boletineros, es decir sin periodismo real o con muy pocos periodistas genuinos en activo.
¿Conoce algún municipio que reúna esos requisitos? Seguro que si, capaz que hasta usted vive en uno de ellos.
El único punto ligeramente complicado es penetrar al gobierno de ese municipio, y para eso han empleado muchas formas, algunos mugrosos usan la táctica de amedrentar a los gobernantes, los más listos los compran desde antes que lo sean, y los “patrocinan” desde que son precandidatos, luego en las campañas oficiales y los tienen servidos en charola de plata desde el día uno de sus ejercicios.
Los criminales inician a lavar dinero desde la campaña misma, porque los partidos políticos son un hoyo negro para el dinero, nadie los revisa en serio, y muchos menos los llama a cuentas, y el dinero sucio o limpio, mientras sea ajeno, es una delicia gourmet para esos voraces.
Un ejemplo, el partido político reporta la compra de cien playeras promocionales, a un peso cada una (sólo es un ejemplo, no vaya a pedir datos del proveedor), pero el criminal que desea fervientemente que su gallo gane no gasta cien pesos… sino mil, manda hacer mil playeras, las paga en efectivo, desde luego… ¿Usted cree que alguien andará contando las playeras que repartió el partido? A la gente no le importa de dónde venga mientras le toque su playera “gratis”.
Las comilonas, la música, los cientos de regalos que reparten ¿A quién le importa en la ciudadanía? Todos lo ven bien, ¡son “gratis”!
Ya electo el gobierno, las cosas son idílicas; tienen la tesorería de un municipio que manejará cientos de millones de pesos al año, quizás miles.
Un municipio de unos quinientos mil habitantes ejercerá dinero por cerca de mil millones de pesos; un municipio de más de un millón de habitantes contará con cerca de tres mil millones de pesos… ¡Es el paraíso!
Imagine que siendo Usted el alcalde de ese municipio sus patrocinadores del crimen organizado le ordenan lavar unos doscientos millones de pesos, ¿En qué se los podrá “gastar” sin que luego alguien vaya a buscar indicios de que existió lo que compró? Si hace un puente o pavimenta una calle es muy visible y el margen es pequeño, pero ¿Y si contrata a una clínica para que “preste” servicios médicos? Luego tendrá que comprar las medicinas ¿No cree?
Pues a hacerlo… paga los doscientos millones de pesos por los servicios médicos, nadie andará revisando cómo es que los servicios se prestaron a los empleados municipales, a sus familias, o a ciudadanos necesitados que no pueden pagar y que el municipio les apoya con esos gastos; nadie notará que tales no existieron.
Luego la empresa de los servicios médicos le “compra” a otra empresa bienes o servicios por un poco más o menos esos doscientos millones de pesos, y el dinero habrá regresado limpio y fragante.
¿Las medicinas? Esas se las toma la gente, ni modo que el auditor vaya a revisar los excusados y retretes para ver a dónde fueron a parar. ¿Qué tal muchas facturas chiquitas que sumen unos treinta y cuatro millones de pesos? La operación hasta puede hacerla gente de confianza de los criminales, de esas personas que nadie conozca, que tenga establecimientos que nadie note, y que pueda desaparecer si algún metiche se da cuenta, así el dinero se puede usar tan rápido como salió, sin dar vuelta.
Pero esas operaciones las realizan todos los gobiernos, hasta municipios limpios y honrados lo han hecho; los sucios no hacen cosas burdas, ¿Se ha preguntando de dónde saca dinero para obras, festivales, posadas, planes alimentarios y de apoyo popular un municipio cuyo presupuesto oficial no tiene dinero ni para pagar la nómina? Sin contratar deuda, ¿eh?
Pues se lo donan. ¿No le parece maravilloso recibir donativos de personas que no piden nada a cambio, ni siquiera un recibo? ¿No es simplemente genial que la generosa solidaridad de los más afortunados se exprese con singular alegría en forma de dinero, bienes y servicios para un municipio en forma desinteresada, y hasta deducibles de impuestos? Desde luego que entre más donativos mejor, cientos, miles de donativos pequeños en los que el recibo no importa; luego los insumos que ese municipio compra para los pobres, tales como mochilas, uniformes, despensas, juguetes, cobijas, medicinas, tortillas, agua embotellada, por ejemplo, los provean empresas muy careras, o según convenga tan barateras que tienen pérdidas para reportar al fisco.
¿Qué le parece que los mismos malos se conviertan en santacloses? Un ejercito de malosos que van y le “sugieren” a sus víctimas que le aporten al municipio… perverso, pero altruista ¿no?
¿Los beneficiarios de los programas de asistencia a la gente de menos recursos y combate a la pobreza, quién los revisa? O sea, ¿A quién le importa saber si en una colonia se repartieron cien vaporeras o sólo diez? ¿Alguna dependencia de auditoría tendría ganas de andar viendo si las cien mil despensas se le dieron a personas de carne y hueso? Bueno, por si eso pasara, los recibos se firman, pero no se leen; una persona puede firmar lo que sea cuando tiene necesidad, un recibo que dice que recibió una despensa o diez, no hace la diferencia, como podrán comer, estarán felices de hacerlo.
¿Por qué nadie denuncia y todos parecen felices? No culpe a quien resulta ser víctima, recuerde Usted que esos malosos no son políticos, ni tienen proyectos políticos o electorales, ellos son criminales, asesinos despiadados, y uno tiene derecho a tener miedo.
El dinero mueve al mundo, Ya lavado, ¿Qué más da que haya sido sucio?
Temario
- Póngale cuidado al tema de la Dirección de Pensiones del Estado, porque no sólo hay desfalcos del dinero de los burócratas, sino que en el pasado se uso esa institución para lavar dinero del Cártel de Sinaloa, según se publicó en la revista Proceso hace tiempo; yo escribí un artículo en Pulso con ese tema “Las pensiones en tiempos del Chapo”. Pulso diario de San Luis, 01 de febrero de 2014, página 6 A.
- Al presupuesto no le quite el ojo de encima ¿Para qué quiere Juan Manuel Carreras el dinero?
Leonel Serrato Sánchez
unpuebloquieto@gmail.com