Ciudad de México (22 de diciembre de 2016).- Concepción Hernández deambula con la mirada pérdida por los perímetros del mercado de pirotecnia más grande de México. Se aferra a las rejas y a la esperanza de que su hermano y su madre hayan huido de la explosión del martes, que dejó 33 muertos, una docena de desaparecidos y por lo menos 46 lesionados.
“Venían a comprar cohetes para su puesto. ¡Es la primera vez que venían!”, dice casi gritando, ahogada por el llanto y mostrando una fotografía familiar donde su mamá, de 65 años, aparece con un alegre vestido rojo, y su hermano de 29 años, con un impecable traje negro.
Los llamó varias veces a sus celulares hasta que dejaron de sonar.
Detrás de la reja hay miles de fierros retorcidos por la explosión que arrasó con casi todos los 300 puestos del Mercado de Pirotecnia de San Pablito, del Municipio de Tultepec.
El lugar fue cercado horas después de la explosión en cadena que formó una enorme nube multicolor. En el interior del terreno de cuatro hectáreas van y vienen decenas de peritos, investigadores y cientos de policías y militares fuertemente armados.
“Los peritos ya han barrido (inspeccionado) varias veces el mercado, no hemos visto que salgan más muertos”, comenta uno de los oficiales.
Las autoridades han dicho a la prensa que muchos de los muertos (26 fallecidos en lugar) son irreconocibles y harán falta pruebas de ADN para identificarlos.
“¡Nadie nos dice nada! No sabemos nada de mi mamá ni de mi hermano, en las listas de los hospitales no están”, llora a gritos Concepción Hernández.
Detrás de la reja, los perros policías buscan entre los escombros, que hasta el martes en la mañana eran un colorido mercado, con todo tipo de fuegos pirotécnicos.
Hasta el cierre de edición, la Fiscalía del Estado de México informó que 18 de los 33 cadáveres no están aún identificados.
“Lo único que quiero es que me entreguen ya el cuerpo de mi mamá”, alcanza a decir María Teresa Martínez antes de romper en llanto. “Mi vida ha cambiado completamente desde ayer. Mi esposo está en cuidados intensivos porque tiene la garganta quemada”, prosigue con el poco aliento que le queda. Su madre y su esposo fueron al mercado como lo hicieron habitualmente durante años para surtir un pequeño puesto de fuegos artificiales que tienen afuera de su casa, en la comunidad de Tablas del Pozo, del vecino municipio de Ecatepec.
Este enorme centro de venta de fuegos artificiales ha sufrido al menos dos grandes explosiones desde 2005. Fue remodelado hace poco para hacerlo “más seguro”; los puestos de láminas fueron reemplazados por locales de cemento con techos de láminas.
Cuestionado sobre qué pudo haber fallado pese a la remodelación, el líder del mercado respondió: “En todos los mercados de pirotecnia existe ese riesgo. Teníamos todas las medidas de seguridad; todos los locales tenían un tambo de agua y un tambo de arena y un extinguidor. No nos explicamos por qué fue tan grande el siniestro”.
La tragedia evidencia la falta de medidas de seguridad en este sector. Este martes, seis explosiones ocurridas a plena luz del día en el mercado San Pablito.
Durante 2014, las autoridades reportaron 15 accidentes pirotécnicos en el Estado de México, donde se ubica Tultepec y en el que se concentra la mayor parte de la producción a nivel nacional, en los que en total fallecieron 12 personas.
En 2010, la explosión de un contenedor de pólvora de un taller de juegos pirotécnicos tuvo un saldo de tres muertos y dos heridos graves, mientras que en 2012 hubo otra víctima mortal por un incidente similar.
Falta un Código Nacional.
¿Por qué siguen ocurriendo estos accidentes? En opinión de Antonio Macías, director para América Latina de la Asociación Nacional de Protección contra el Fuego (NFPA, por sus siglas en inglés), la respuesta es simple: en México hace falta un Código nacional de protección contra incendios.
Para evitar este tipo de incidentes “se necesita una reglamentación bien diseñada”, pero la del país, repartida entre diferentes dependencias, es “insuficiente y muy precaria”.
En la página web en la que se solicitan los permisos de venta de estos materiales, el Instituto Mexiquense de Pirotecnia (Imepi) adjunta las medidas de seguridad para la comercialización: un escueto documento cuyo contenido no llega a las dos páginas.
Para los locales permanentes se piden paredes de ladrillo, concreto o lámina metálica; para las puertas, madera o metal; suelos de tierra o cemento con aserrín.
En los establecimientos móviles o tianguis (mercados), se exige una separación de los locales de seis metros, y de 10 metros respecto a los estacionamientos. La cantidad máxima de fuegos artificiales al alcance del consumidor no debe exceder los 60 kilos de composición pirotécnica.
Hace una década, un incendio arrasó con San Pablito. Su reconstrucción supuestamente vino ligada a un incremento de las medidas de seguridad, y hace unos días el Imepi aseguró que este mercado pirotécnico era el más seguro de Latinoamérica.
Si San Pablito será o no reconstruido otra vez es una incógnita que las autoridades todavía no han querido despejar porque, dicen, la prioridad en estos momentos es atender a las víctimas.
Por otra parte, voces como la de la Fundación Conciencia y Dignidad han pedido que las autoridades “prohíban toda fabricación de pirotecnia en Tultepec y en el resto del país prioricen de esa forma la protección de la vida de las personas antes que cualquier actividad lucrativa o interés”.
Es mucho lo que está en juego: en Tultepec hay aproximadamente 30 mil personas que viven de la pirotecnia, una actividad que ha ido pasando de generación a generación desde hace décadas.
Fuente: Informador.