Ciudad de México (11 de enero de 2017).- El dormitorio 7 del Reclusorio Preventivo Norte de la Ciudad de México es lo más parecido a un call center. Solo que ahí los “operadores”, que son los internos de esa cárcel, no llaman por teléfono para levantar encuestas ni ofrecer tarjetas de crédito o vender algo. Desde ese centro de readaptación social se dedican a extorsionar y a secuestrar de forma virtual.
Por primera vez desde que hace años empezaron a operar en las cárceles del país bandas de extorsionadores y secuestradores, un medio, Grupo Imagen, presenta documentos fílmicos que no dejan lugar a dudas de lo que en el Reclusorio Preventivo Norte de la Ciudad de México está pasando al amparo de los custodios del lugar, como se aprecia en las imágenes presentadas ayer por Ciro Gómez Leyva en Imagen TV.
Los datos a nivel nacional sobre las extorsiones y secuestros virtuales desde las cárceles son cifras negras. Pero han sido públicos y conocidos los casos en las prisiones de Tamaulipas, Guanajuato, Chiapas, Morelos, entre otros.
La documentación fílmica que obtuvo Grupo Imagen, es sólo una pizca de lo que desde hace más de diez años sucede en las cárceles de México, no obstante las advertencias impuestas cuando alguien llama desde un teléfono de alguna cárcel, pero que eso se evada con un smartphone, como se puede ver en el documento periodístico.
Ninguno de los reos que aparecen en estos videos, grabados con gran audacia y sentido de lo que quería denunciar por un interno de ese centro carcelario, que documentó 30 horas de delitos con una cámara escondida, se toma a juego lo que hacen. Todos son profesionales en su “trabajo”: maestros de la manipulación, intimidadores, cínicos, farsantes, sembradores de pánico.
Se instalan en lugares donde pueden recibir mejor la señal y hay hasta quienes han montado lo más parecido a un escritorio, sobre una estructura metálica que fue de un banco, en pleno paso de internos y custodios, sin inmutarse.
Además, la escena es natural para el resto: quienes pasan por el lugar donde se cocina una extorsión desde un teléfono celular y escuchan a los extorsionadores siguen su camino sin que les importe. Igual sucede con los dos custodios que se aprecian en el video, uno de ellos identificado como “Crispín”, que incluso habla frente a la cámara escondida del interno grabador sobre lo que cuesta tener un “fon” (teléfono celular) para poder extorsionar: “dos varos (dos mil pesos) por turno”, con la advertencia de que si se da de “alta”, es un compromiso que tiene que cumplir semanalmente sin falta.
Y sin saberlo, “Crispín”, grabado en la caseta del anexo 8 de esa cárcel y que reporteros de Imagen TV identificaron afuera del Reclusorio Norte, delata los apellidos de los jefes a quienes se debe pagar cuota por tener un teléfono celular para cometer delitos desde la prisión: (Marcos) “Márquez” y “Jaramillo”.
En las imágenes presentadas se ve a los internos del dormitorio 7 como quien entra a un Starbucks y puede mirar a las personas manipulando modernos smartphones, chateando y con los audífonos prácticamente clavados en los tímpanos. Para extorsionar, los internos del Reclusorio Norte, inaugurado el 16 de agosto de 1976 y el cual recibió en primera instancia a los internos de la legendaria cárcel de Lecumberri, conocido como El Palacio Negro, sacan a relucir sus dotes histriónicas: remedan voces de mujeres que lloran mientras hablan para confundir a sus potenciales víctimas. A esta modalidad los reos dentro de ese penal la conocen como “el chillón”; o la otra forma es que se hace pasar por pariente de su potencial víctima a la que le piden deposite dinero, o bien la de un ejecutivo bancario que les hará llegar dinero de un supuesto familiar a la que llaman “tía”.
En las imágenes seleccionadas para este trabajo periodístico, se ve cómo los extorsionadores y secuestradores se instalan en el pasillo donde permanece como piezas de museo teléfonos públicos, que seguramente ahí ya nadie usa. Los smartphones abundan en el lugar.
Pero hay otros delincuentes que prefieren ponerse a “chambear” desde la comodidad del quicio su celda. Desde ahí, entre cobijas que sirvan como cortina y altares religiosos, conectan el cargador de su “cel” a la corriente y enchufan los auriculares a uno de los inventos que más han revolucionado a la sociedad moderna en los últimos años. Identificado como El Bombón, un delincuente que trata de extorsionar a una mujer, finge ser una mujer: “hermana ¿me escuchas?” el tipo gimotea. “oye, soy yo, tu hermana. Oye pásame a mi mamá, rápido”.
El extorsionador, grabado el 29 de abril de 2016, aparece con una gorra beisbolera con la visera hacia atrás y trata de confundir a su interlocutora, haciéndola creer que es su familiar y que está en problemas, siempre con un tono lastimero.
Pero la mujer no mordió el anzuelo. Es obvio que le corta la comunicación y El Bombón, ante el hecho no le queda más que esbozar una risita sarcástica y prepararse para seguir marcando en busca de potenciales víctimas.
“Mamá, oye, unos señores me robaron”, le dice El Bombón, impostando la voz a otra persona, en un nuevo intento delincuencial. Solloza y dice, “Me llevan, me acaban de subir a una camioneta. Ven por mí, apúrate”.
En otro momento, el 11 de abril de 2016, El Bombón volvió a ser grabado, ahora en un intento por cobrar el rescate de un secuestro virtual. En la grabación, el interno del Reclusorio Norte, da, con absoluta seguridad las instrucciones precisas para no hacerle daño a la hija de la persona con la que habla por teléfono celular.
“A ti te voy a decir una cosa: si sigues las indicaciones como la voy a dar para que yo te pueda entregar a tu hija hoy mismo, sin hacerle daño; yo no lo quiero hacer personal, en contra tuya ¿ok?”, le dice el delincuente a su potencial víctima.
El Bombón amenaza a su interlocutor con hacerle daño a la hija de éste, que obviamente no está con él, pero actúa con tal seguridad como si en verdad fuera a cumplir su amenaza.
“Mira gallo, ¿Por qué cuelgas el llamado? ¿Por qué te quedas callado?” El interno del Reclusorio Norte, hace como que llama a uno de sus secuaces: “Pásame a la muchacha, Pedro”. Y sigue en su actuación dramática, mientras se escucha el lamento de alguien que pudiera ser una mujer. “La vas escuchar. Vas a ver cómo va a empezar a gritar de dolor ahorita que le empiece a tronar los dedos”.
La pieza periodística deja en claro que no solamente en las noches se realizan los actos de extorsión, como a mucha gente le ha sucedido, cuando un telefonema lo despierta en horas de la madrugada, sino que a plena luz del día El Bombón está muy activo. De hecho en uno de sus intentos delincuenciales, su reloj marca que faltan tres minutos para las tres de la tarde.
En otra de las grabaciones realizadas en el dormitorio 7 de Reclusorio Norte, se ve y escucha a un extorsionador, identificado como El Aviador o El Cano, que ha marcado un número de teléfono y le hace saber a su interlocutor que “su familia, señor José de Jesús Ruvalcaba, le está girando a usted la cantidad de 8 mil dólares a conversión a moneda nacional a como amaneció el dólar en las principales casas de cambio del Distrito Federal, nos dan un total de 137 mil 625 pesos”.
El Aviador le intenta hacer creer a su potencial víctima que él es un empleado de Western Union-Banco Azteca y que tiene tres maneras de entregarle en dinero que le envía su familiar. Lo que intenta hacer este delincuente es tener el número de cuenta de banco de la víctima, para seguir adelante con el plan, que en esta ocasión no se concretó.
http://www.excelsior.com.mx/nacional/2017/01/11/1139060
Fuente: Excélsior.