El uno de mayo es el día en que se conmemora el Día Internacional de los Trabajadores; es en esta fecha en memoria y para honra de los seis huelguistas de la fábrica McCormick en Chicago que fueron asesinados en 1886 como represalia por sus reivindicaciones de mejores jornadas laborales; en la refriega contra los trabajadores resultaron heridos decenas de sindicalistas.
No es fortuito que en los Estados Unidos de América (EUA) no tenga lugar el día del trabajo el día de hoy, sino en el primer lunes de septiembre, precisamente para evitar traer a la mente de la población la masacre por la que hoy se les llama precisamente Mártires de Chicago, lo que los políticos estadounidenses hicieron al cambiar la fecha es pura propaganda en contra del sindicalismo.
Sin embargo, lo que están viviendo los trabajadores de todo el mundo no es precisamente un mejor momento; en todos lados el reclamo por más puestos de empleo, mejores salarios y mejores condiciones de trabajo han estado marcando la agenda política, económica y social del mundo libre en los últimos años, y trastocado el equilibrio político histórico en las recientes elecciones y referéndums.
Mire Usted si no es resultado de la pérdida de decenas de miles de puestos de trabajo en las ciudades industriales de los EUA lo que hizo que Donald Trump fuera electo Presidente.
Para nadie es algo nuevo que lo que trastornó brutalmente al electorado en el Reino Unido de la Gran Bretaña fue no sólo la brecha generacional, o las diferencias entre voto urbano y voto rural, sino el terror de millones de personas por perder sus empleos y oportunidades ante las políticas económicas y humanitarias de la Unión Europea.
El proceso electoral francés está viviendo su más dura prueba en este mes de mayo, cuando tengan los votantes que resolver el dilema planteado por la poderosa irrupción política de la ultra derecha gala con Marine Le Pen al frente y millones de personas que están exigiendo que los empleos en Francia sean para los franceses, no por mera xenofobia, que la tienen, sino por miedo laboral.
Alemania e Italia tienen este año elecciones, y los temas serán los mismos que están sacudiendo al orbe: empleo, migración y seguridad.
Mientras el mundo se estremece ante la vuelta a las calles de millones de trabajadores que se sienten golpeados por la globalización, y las derechas o izquierdas proteccionistas crecen como la espuma, en México el letargo de la gente es más fuerte que la ola ideológica que quiere más empleos, mejor pagados y para los nacionales de cada país.
El podrido sindicalismo mexicano es para dar asco a los más de estómago más curtido, no sólo hacen de charros cómplices del poder político –sin distinguir el partido que esté en el poder, ellos se venden por igual al mejor postor– sino a favor del capital.
Pásele revista a los sindicatos, a sus líderes, y a sus métodos, encontrará un modus operandi casi calcado, sin que tenga que ver si los sindicatos son únicos, independientes o autónomos, sean de origen espontáneo o por la mano del poder político o económico, todos son iguales, no representan a sus agremiados, sino que les esquilman a las primeras de cambio, o protegen los más sucios y particulares intereses, incluyendo el expoliar a la empresa o institución ante la que actúan, o a los propios trabajadores y sus derechos.
Déjeme le doy dos ejemplos para que tenga la bondad de normar su criterio sobre la utilidad de los sindicatos:
Hace unos días el Secretario General de la Confederación de Trabajadores de México CTM en San Luis Potosí, Emilio de Jesús Ramírez Guerrero, declaró que el salario de los trabajadores potosinos era suficiente, y de ningún modo precario, sino que les permitía afrontar con éxito las recientes alzas a las gasolinas y al transporte público.
Leyó Usted bien, uno de los líderes del llamado “movimiento obrero” en nuestra entidad considera que los 80 pesos del salario mínimo son adecuados para que los trabajadores tengan acceso a una vida digna, incluso que una alza como la que propone el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, no es necesaria, ni conveniente.
¿Cuántos años se imagina Usted que tiene el señor Emilio de Jesús de líder obrero? A la CTM le caracteriza el tener líderes muy longevos y continuamente reelectos, de hecho ninguno se ha retirado por no haber sido votado por sus agremiados, todos han salido de los cargos sindicales en un féretro, tras larguísimo tiempo como dirigentes; por lo que podrá Usted imaginar que el potosino anda por las mismas.
Para bien informar a los jóvenes, sólo digamos que los líderes más jovencitos de esa organización sindical eran muchachos de entre 85 y 97 años; así por el estilo la organización potosina.
En el sindicalismo hay de todo, desde esos emblemáticos dinosaurios, por cierto todos prillistas –no priistas, porque esos son genuinos– y en activo, hasta mujeres luchonas de larguísima trayectoria y permanencia en los liderazgos.
Los sindicatos han servido muy poco a nuestra democracia, y mucho al establecimiento de un sistema laboral poco eficiente, anacrónico, alejado del reconocimiento a los méritos, y profundamente autoritario al interior.
Desde luego que podemos encontrar uno que otro garbanzo de a libra, que de tan escasos son prácticamente indescriptibles.
En breve le haré a Usted una reseña de un sindicato que “representa” a los trabajadores ante una dependencia pública, se va Usted a ir de espaldas.
Lo cierto de todo es que en San Luis Potosí hay empleo, pero de una muy baja calidad; no sólo en cuanto a salarios, y en relación a los estados vecinos, como Querétaro, Guanajuato y Aguascalientes, que juntamente con nosotros, damos cobijo al mayor polo automotriz del planeta; como podrá Usted adivinar, los salarios aquí son inferiores, y las oportunidades para los jóvenes egresados de las universidades se centra en opciones literalmente inadmisibles.
Esa conseja de que en San Luis Potosí siempre ha habido empresarios ricos, riquísimos inclusive, pero empresas pobres, tremendamente pobres, es totalmente cierta.
Temario
- Le pido perdón por haberle dejado como tema la toma de posesión de un nuevo diputado, resulta que siempre no; aunque desde el Palacio de Gobierno no quitan el dedo del renglón, muy probablemente se vaya una vez que vote por Panavi en Xilitla.
- Ahora sí, la votación de la Trama Panavi, ya parece disco rayado, pero es muy probable que en Xilitla tenga lugar la votación, si no en lo oscurito, si muy lejos, allá por donde está el invernadero de café de 6.5 millones de pesos de dinero público, monumento al ego, enorme elefante blanco, y altar descarado al nepotismo de una exlegisladora federal.
Leonel Serrato Sánchez
unpuebloquieto@gmail.com