Por Antonio González Vázquez
Apenas habían pasado unas horas desde que en el Congreso del Estado, en plena sesión ordinaria, se dio cabal muestra de su simpatía y agrado por el dinero, cuando surge otro caso de probable corrupción entre diputados.
Es dable deducir que el pasado jueves no aprobaron el dictamen a Panavi porque no les llegaron a la precio. No es que hayan antepuesto el interés público, lo que ocurrió es que no les ofrecían los millones que creen merecer.
El episodio de ayer con el diputado Enrique Flores como estrella principal del escándalo de la limpieza de las cuentas públicas municipales, es para avergonzar a cualquiera.
El aún legislador panista detalló cómo se hace para lograr ser el presidente municipal más eficaz y honesto del mundo: basta que contrates los servicios de Oscar Bautista, Manuel Barrera y José Guadalupe Torres y ellos se encargarán del resto.
Y como en esta vida todo cuesta, el precio de tener la conciencia más limpia que la de un bebé, podrá ser de hasta cuatro millones de pesos o en su caso el 20 por ciento del total de las observaciones e inconsistencias señaladas.
El culto diputado midió el precio de la limpiada de la cuenta pública por parte de personal de la Auditoría Superior, dependiendo de qué tan “empinado” este el alcalde en apuros.
El video que circula libremente en las redes sociales luego de que lo hizo público el periódico Pulso exhibe a una clase política putrefacta y deleznable, esa misma clase política que estaba dispuesta a privatizar el alumbrado público a cuenta de millones de pesos a repartirse.
Algo pasa en San Luis Potosí que todo va mal. A la mediocridad de nuestros gobernantes y representantes populares, hay que sumar la corrupción y la impunidad; las instituciones públicas están derrumbándose por la avaricia y la insaciable hambre de dinero mal habido de servidores públicos de todos los niveles.
Luego de que se denunció que Panavi andaba comprando las voluntades de los diputados el pasado jueves, ese hecho de notable deshonestidad ha pasado al libro de las anécdotas ignominiosas.
Seguramente en el caso de Enrique Flores, Oscar Bautista, Manuel Barrera, Guadalupe Torres, Crispín Ordaz y Jesús Martínez Loredo correrá igual suerte. Todo caerá en el olvido y se impondrá la impunidad.
¿Quién puede creer ahora en las auditorías de la ASE?
¿Quién puede creer ahora en la ley?
Nadie, nadie cree desde hace mucho en instituciones como la legislatura y la Auditoría Superior, son un remedo de instituciones, son en pocas palabras, entes al servicio de la corrupción.