Por Oswaldo Ríos Medrano
La sesión solemne que el Congreso del Estado pretendía celebrar en Ciudad Valles fue histórica, pero no por las razones que los legisladores hubieran querido. Lo fue, porque un grupo de valientes huastecos, hastiados del estercolero en que una caterva de malandros (la ecuación de la inmundicia: Enrique Flores, Manuel Barrera, Óscar Bautista y Guadalupe Torres, más los dipupayasos José Luis Romero y Sergio Desfassiux) ha convertido al Poder Legislativo, impidió por primera vez en la historia que la sesión se llevara a cabo y provocó que los “representantes populares” sintieran en carne propia el repudio que ha desatado la actitud prepotente de los primeros y la pasividad de los restantes para poner remedio.
Pudieron destituir al Auditor Superior del Estado cuando era evidente su incapacidad física y las ilegalidades que cometían en su nombre sus funcionarios, y no lo hicieron, prefirieron aprovecharse en su propio beneficio y hacerle caso al “gober” que pidió mantenerlo en el cargo, y ahí están las consecuencias. Hoy, José de Jesús Martínez Loredo está defenestrado, su red delictiva desarticulada y es probable que varios de ellos deban enfrentar procesos penales que los conduzcan a prisión.
Pudieron despojar de inmunidad procesal a Enrique Flores y ponerlo a disposición del Ministerio Público, pero quienes él señaló como cómplices (Barrera, Bautista y Torres) prefirieron victimizarse, interponer inverosímiles querellas y fingir demencia ante las acusaciones concretas en tiempo, modo y lugar que los tildaron de corruptos. El resto de legisladores guardó silencio y el gobernador Carreras (fiel a su costumbre) eludió el problema, quizá pensando que con el tiempo las “aguas se calmarían”. Grave error. Hoy, la sociedad potosina lo que exige es la separación inmediata y definitiva de la diputación de los cuatro diputados implicados y la desaparición del fuero. Si no lo hacen, el Congreso no volverá a tener un día de paz y es muy probable que se generen las condiciones necesarias para la desaparición de poderes. Si no quieren echar a cuatro, tendrán que irse los 27 o, mejor dicho, los 28. Carreras estaría incluido.
Pero lo más grave es la catástrofe que viene y conste que no me refiero al grotesco oportunismo del diputado federal (gracias a Gallardo) Xavier Nava de aprovecharse de la indignación ciudadana para inducir un “frente” que al igual que su “candidatura”, está auspiciado por el gobierno carrerista. No, hablo de algo cuyas consecuencias serán devastadoras en el corto plazo.
La primera respuesta del Congreso al videoescándalo de los “limpia-cagaderos” fue la renovación de la Comisión de Vigilancia, lamentablemente, ese acto está manchado por la ilegalidad, condición invalidante para el inminente proceso de revisión de cuentas públicas.
El artículo 86 de la Ley Orgánica del Congreso establece que ningún diputado puede presidir más de una comisión, ni formar parte de cuatro comisiones permanentes. Sin embargo, el Congreso pisoteó esta disposición y nombró a cinco legisladores que la incumplen de cabo a rabo. Graciela Gaitán, a quien nombraron “presidenta de Vigilancia” ya lo era de la Comisión del Agua con lo que preside dos comisiones. Los demás integrantes: Jesús Cardona, Fernando Chávez, Guillermina Morquecho y Gerardo Limón, también formaban parte de cuatro comisiones permanentes y al asumir la de Vigilancia llegaron a 5, por lo que todos violan flagrantemente la ley. Para completar el problema en el que se metieron, ya rindieron protesta y firmaron dictámenes, lo que significa que son acreedores a responsabilidades administrativas, juicio político e incluso sanciones penales porque podrían ser denunciados por el delito de “uso ilícito de atribuciones y facultades”, pero lo más importante, cuando pretendan determinar responsabilidades a los alcaldes o funcionarios por un mal manejo de los recursos públicos, estos los tumbarán con “una mano en la cintura” por la evidente ilegalidad del órgano emisor.
Por si fuera poco, tres de los cinco integrantes (la mayoría) de la nueva Comisión de Vigilancia (Graciela Gaitán, Fernando Chávez y Jesús Cardona) formaron parte de la Junta de Coordinación Política en el año que se audita, por lo que deben excusarse de conocer la cuenta pública del Poder Legislativo, pues no pueden ser juez y parte.
La solución podría ser revocar la comisión espuria y formar otra apegada a la legalidad. Pero la tragedia consiste en que la Constitución ordena que el Congreso debe “concluir el proceso de revisión” de las cuentas públicas (aprobar o rechazar los dictámenes remitidos por una comisión ilegal) antes de que termine el segundo periodo ordinario (30 de junio), más tomando en cuenta que no sesionaron en Ciudad Valles y “pospusieron” esa sesión ordinaria para el 29 de junio, ya no hay tiempo.
Suponiendo que por única vez privara la sensatez en los legisladores y repusieran, esta vez con apego a la legalidad, la integración de la Comisión de Vigilancia, alcanzaran a rechazar en el pleno los dictámenes con los informes generales de cuenta pública y ordenaran la continuidad del procedimiento de auditoría, tendrían que hacerlo con una institución acéfala, desacreditada, que actuará en un tiempo y espacio definidos por la ambigüedad jurídica y en medio de la peor crisis política de su historia.
El tiempo se les acabó, o comienzan a enderezar la nave o se hundirán en ella. Señoras y señores, prepárense. Viene lo peor: ¡El cagadero recargado!
LAPSUS
- “Es muy triste ver cómo se está desmoronando un poder, el Poder Legislativo”.
José Luis Romero Calzada diputado local por el PRI, hablando con toda autoridad inmoral, sobre la debacle de la imagen del congreso potosino. Ya sea por sus ridículas trusas expuestas ante turistas canadienses; por facturar con dinero público el mandado de su casa; por usar el salón de plenos como vulgar cabaret para bailar o decir leperadas; por la apestosa corrupción de ser promotor de PANAVI; por alterar la escena de un crimen y gritar prepotentemente a policías; o por amenazar violentamente a diputadas y reporteros; nadie le puede arrebatar a “Tekmol El Demoledor” la distinción de ser el legislador que más ha contribuido a hacer pedazos la imagen de la institución. No señor diputado, el Poder Legislativo no “se está desmoronando”. ¡Usted y sus secuaces de la ecuación hedionda lo hicieron pedazos!
- “Somos una sociedad que las más de las veces nos sentimos espiados, yo mismo, como presidente de la República a veces recibo mensajes cuya fuente u origen desconozco, pero procuro en todo caso, ser cuidadoso en lo que hablo telefónicamente, no faltará quien alguien o que alguna vez exhiban una conversación mía, ya ha ocurrido, ya ha pasado”.
Esposo de la Gaviota y presidente de México Enrique Peña Nieto justificando que no tiene la capacidad para garantizar el derecho a la privacidad de ningún mexicano. ¡Vaya crisis que se podría generar si alguien espiara y divulgara las conversaciones del jefe del Ejecutivo! Por ejemplo: ¿Se imaginan una importante llamada entre Peña Nieto y Luis Videgaray?
¡Riiiiiiiiiiing!
– ¿Bueno?
– Si, ¿si, Quique? ¿Hablas tú?
– Sí, ¿quién habla?
– Güicho, ¿cómo estás?
– Bien, ¿y tú?
– Oye, pues hoy hay una función muy buena y quería ver si querías ir al cine.
– ¿Ahorita?
– Ps, es a las ocho.
– Es que me da pena.
– Pero, ¿por qué?
– Pues porque hace mucho no te veo.
– Yo tampoco, pero vamos, ¿no?
– No sé, déjame ver.
– ¿Qué tienes qué ver?
– Tengo ver…, que ver, pues… ¡Pedir permiso!
– ¿Y a quién? Pues pídele permiso.
– Es que ahorita no está la Gaviota.
– Entonces, ¿me hablas o te hablo al rato?
– ¡No, no háblame al rato!
– Okey.
– ¡Oye! Pero no me cuelgues.
– ¿Por qué no?
– Porque quiero oír tu voz.
– ¡Ay!
- “Cómo se me habría de olvidar, eh, venía mi esposa acompañándome en esa gira, y en un gran evento, multitudinario que tuvimos aquí en Lagos de Moreno se acercó una bella muchacha de las muchas que hay aquí, muchísimas muchachas, y me plantó un beso, ¡en la boca, de frente y se echó a correr! Ya nunca supe quién fue. Mi esposa fue testigo de ello. Yyyyyy, pues, esto, acompaña obviamente, la memoria, el compromiso que tengo como presidente de apoyar el desarrollo de toda esta región”.
Doliente víctima de ósculos en la vía pública y presidente de México Enrique Peña Nieto siendo más inteligente que todos y demostrando la inutilidad que tendría el que a alguien se le ocurriera espiarlo. ¡Para qué hacerlo si podemos escuchar todos los disparates que se le ocurren en los discursos oficiales!
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